Crónica: Festival Rock Imperium (Viernes 24/6/2022)

Da la impresión que los grandes festivales de metal en España están destinados a tener implícita su buena ración de polémica. La primera entrega del cartagenero Rock Imperium no iba a ser menos tras la cancelación de su actuación por parte de Whitesnake. Pese a todo el festival arrojaría muchas más luces que sombras con un bagaje total de más de 40.000 espectadores. Un gran inicio no cabe duda.

Lándevir y el combo local Turborider tendrían el honor de protagonizar el pistoletazo de salida del evento. Dos escenarios separados por una caminata de 10 minutos y que implicaban además salir del recinto. Un punto a mejorar en ediciones venideras para evitar que bandas del calibre de The Vintage Caravan, Dying Fetus y Night Demon en la parte internacional o Injector, Eternal Psycho o Hitten en la estatal, reciban la atención que su calidad merece.

Tocaba decidir y las circunstancias eran las que eran, así que esta primera jornada el protagonismo se lo llevarían los inquilinos de los escenarios Estrella Levante e Imperium ubicados en el parque El Batel. Puntuales a la cita, Lándevir despachaban un buen concierto que contó con la participación de la bailarina Andrea Mediana, dando un plus de vistosidad al show. Los alicantinos aprovecharon sus escasos 40 minutos sobre el escenario para estrenar en vivo su primera canción en inglés, «Never Stop Dreaming«.

Apenas unos minutos de pausa y los épicos italianos Rhapsody Of Fire irrumpían en escena tras la intro protagonizada por la voz Christopher Lee. Presentaron temas de nueva cosecha pero el legado de su banda madre es tan grande que irremediablemente la mayor conexión con la audiencia la consiguen cuando suenan himnos como “Dawn Of Victory” o “Emerald Sword”. Buen sonido, ayudaron los imprescindibles coros y orquestaciones pregrabadas, con un Giacomo Voli muy comunicativo todo el show.

Uno de los conciertos más destacados de esta jornada inaugural sería el ofrecido por Sodom. La leyenda alemana del thrash metal celebraba sus 40 años de trayectoria sin presentar signos de fatiga. La renovada formación capitaneada por la imponente figura de Tom Angelripper lograba arrancar de la audiencia los primeros “mosh pit” de la velada. No faltaron sus clásicos atemporales pero más de uno se vio sorprendido por su homenaje a Motörhead con una acelerada “Iron Fist” y a Ramones con “Surfin’ Bird”.

El combo post-grunge Bush ofrecía un show enérgico basado principalmente en su último disco “The Kingdom”, su grabación más dura hasta la fecha. La que a priori era la banda menos metalera del cartel tenía que lidiar con la etiqueta de sustitutos de Loudness y mantener alto el listón dejado por Sodom. Empresa difícil de la que salieron airosos principalmente por la entrega de un infatigable Gavin Rossdale, excursión por el recinto incluida y la gran pegada de Nik Hughes a la batería.

Apenas 15 días después de su paso por el festival Z Live retornaban a nuestros escenarios Lacuna Coil. Sin apenas cambios con el concierto ofrecido en Zamora la banda encabezada por Cristina Scabbia y Andrea Ferro despachaba un concierto solvente con principal énfasis en su último disco de estudio “Black Anima”.

Los suecos Avatar arrojaban al público un buen puñado de rosas rojas como antesala a las primeras notas de “Hail To Apocalypse”, tema con el que abrían su paso por el Rock Imperium. Su personal propuesta musical y escénica sin duda tiene cabida entre una audiencia que esperaba su regreso desde su última visita allá por el 2018. Johannes “The Clown” Eckerström es el epicentro de un buen show que viajó por toda su discografía y al que únicamente le sobraron los extensos soliloquios del frontman.

Sin duda otro de los protagonistas de esta primera jornada fueron los fineses Amorphis. En constante evolución desde 1990 en que iniciaban su carrera con el death metal como bandera, hoy día sus complejas composiciones les acercan más del doom y el metal progresivo. Despacharon temas de su nuevo disco “Halo” recién publicado con una sobriedad y empaque pasmosa. Una maquinaria perfecta en que todo está estudiado sin salirse del guión establecido en ningún momento.

Cae el telón y aparece Zack Wylde ataviado con falda escocesa tras un espectacular pie de micro formado por calaveras y coronado por un crucifijo. Primera impresión, se está cociendo algo grande. “Bleed For Me” rompe el silencio y da el pistoletazo de salida a un set protagonizado por lo más granado del otrora guitarra de Ozzy Osbourne. Armado con su artillería habitual de riffs, el de New Jersey nos emociona con el recuerdo a los malogrados Dimebag Darrelly Vinnie Paul en una sentida interpretación de “In This River”. Cuando se toma un respiro para hacerse cargo de los teclados, la victoria de Black Label Society es incontestable. Se despediría enarbolando su chaleco a modo de bandera y regalando camisetas de la banda a los privilegiados ocupantes de las primeras filas.

El plato estrella del menú musical del sábado eran Avantasia. El proyecto personal de Tobias Sammet se presentaba en Cartagena para realizar su primer concierto en más de 2 años, con un plantel de músicos espectacular. La nueva reencarnación de su “metal opera” sorprendía con el retorno a los escenarios de Ralph Scheepers junto a las habituales voces de Jorn Lande, Ronnie Atkins, Eric Martin, Bob Catley, Herbie Langhans, las coristas Adrianne Cowan e Ina Morgan además de Oliver Hartmann y Sascha Paeth en guitarras y coros. Todo ello para confirmar el status de “superbanda” que identifica al proyecto desde su debut en vivo en el año 2008. Muy comunicativo toda la velada, Sammet tuvo tiempo para recordar su última visita al madrileño Palacio Vistalegre y el exagerado precio de la cerveza en dicho evento. Cada tema ofrecía un aliciente con el reparto de voces entre Sammet y sus invitados pero el estreno en vivo de la canción “The Wicked Rule The Night” y el espectacular final con todo el plantel reunido para interpretar “Sign Of The Cross” y “The Seven Angels” bajo una lluvia de confeti, se convertían en dos de los momentos más espectaculares del show.

El colofón a la primera jornada del festival correría a cargo del combo progresivo Leprous. Tuvieron que lidiar con la estampida provocada por el fin de concierto de Avantasia pero aún así congregaron a un número más que notable de fieles. Si bien su propuesta era de lo menos “mainstream” del cartel solventaron la papeleta con una interpretación pulcra, cercana al virtuosismo, que hizo las delicias de todos los que apostaron por cerrar el viernes en compañía de los noruegos.

Texto: José Ángel Muñiz
Fotos: Sergio Blanco / José Ángel Muñiz

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