Reseña: Warcry «Daimon» (Jaus Records 2022)

Nuevo trabajo, el décimo ya, para una de las bandas de referencia dentro del metal en castellano como son los asturianos WarCry. Como bien sabréis, aquí siguen Rafael Yugeros en baterías, Santi Novoa a los teclados y los tres García: Roberto al bajo, Pablo a la guitarra y, claro, Víctor a las voces. Este “Daimon” que marca su regreso discográfico tras aquél ya lejano “Donde El Silencio Se Rompió…” de 2017, vuelve a contar con Dani Sevillano (Kirlo, Darna) para unas tareas de grabación, mezcla y masterización llevadas a buen término en el Ovni Estudio de Llanera (Asturias). Con arte una vez más de Daniel Alonso (Adventus, Last Days of Eden, Infamia…), vio la luz el pasado 20 de octubre a través del propio sello de la banda Jaus Records.

Corte más generoso de la docena en cuanto a duración, podría pensarse que también en cuanto a ambición, “A Por Ellos” inaugura el décimo de los asturianos con pulso sinfónico, sito entre lo épico y lo cinemático, que de inmediato conduce hacia uno de los muchos medios tiempos que inundan el trabajo. Un primer corte con las teclas de Santi Novoa erigidas en perfectas compañeras de viaje para la voz de Víctor García. Una voz, cabe decirlo, que sigue conservando todo su feeling, si bien parece haber perdido cierta exuberancia por el camino, resultando algo atenuada. Tímida incluso. Y es que el tiempo corre para todos. En cualquier caso, otro de los García, en este caso Pablo, dibujará durante el puente un colorista y vistoso solo de guitarra. Marca de la casa por otro lado, contadas veces falla el ovetense. Un arranque que disfruto en su clásico pero bien resuelto viaje desde la calma inicial a la recargada épica final.

Que Se Vaya” se entrega sin medida a su pulso más hard rockero. Más liviano, también más luminoso, resulta en un corte tan bien adornado como bien desarrollado. Una muesca más en ya la larga tradición de cortes optimistas de la banda asturiana. Los muy habituales estribillos buenrolleros de Víctor que tanto enganchan a unos y repelen a otros irrumpen en todo su esplendor. Es un corte como digo prístino, optimista, casi jovial.

La Hora De Sufrir”, que conocimos allá por comienzos de septiembre, traerá nuevos bríos al frente. Más enérgica, también más ennegrecida, a tono con la reivindicativa lírica con que Víctor García nos sorprende aquí. Un corte igualmente leal a la tradición de cortes oscuros del quinteto, con alguna de las voces más graves del álbum oscureciendo sus estribillos y un Pablo García desatado durante el puente. El doble juego de éste con las teclas de Novoa no podría resultar más atractivo:

Elegante prólogo el de una “Para Siempre” que reconecta con aquella pulsión más hard que dibujaba la anterior “Que Se Vaya”. Un corte, en cualquier caso, que fluctuará entre el hard rock y ese metal a medio gas tan propio de los asturianos. Y que porta una serie de estribillos con los que me cuesta horrores conectar. Apreciación ésta puramente subjetiva, claro. Lo que sí que escapa a toda apreciación personal es la forma en que la dupla Pablo & Santi reviste y engalana éste cuarto tema del álbum. En especial en el caso de éste último, cuya labor, a veces no del todo reconocida, bien merece ser mentada al menos.

Es precisamente Novoa quien adorna el buen prólogo de una “Con Tu Luz”, que en su tono algo más melancólico, me resulta no obstante uno de los cortes más anodinos de todo el trabajo. Se suceden las escuchas y me reconozco incapaz de encontrar asideros firmes a los que agarrarme. Ni tan siquiera ese extenso solo de Pablo previo al epílogo capta mi atención.

Desde El Dolor”, que redirige inicialmente hacia un metal de marcado carácter sinfónico, apela finalmente a la cara más sensible del líder Víctor García. Donde no puedo negar que su letra me resulta un tanto naif. Diría incluso que también los arreglos con que ornamentan las estrofas. Pablo se desmarca, ahora sí, con un solo que da cumplida muestra del gran guitarrista que siempre ha sido. Balada en definitiva enmarcada dentro de la más pura tradición del quinteto ovetense.

De ahí tal vez que “Como Un Mar” me llame tan poderosamente la atención. Lo hace ya de partida con un buen riff por parte de Pablo. También por la llamativa labor llevada a cabo por Novoa, con especial acento durante las estrofas. En solidaridad con una de las líricas más sorprendentes, bien es cierto que algo engolada, impostada si así lo preferís, pero sorprendente por reivindicativa. “Como Un Mar”, termina por emerger uno de los cortes más hábiles y personales de todo el tracklist.

Ego” no descabalga de esa onda más reivindicativa. Siempre amarrado a la personal y muy identificable forma de componer de Víctor. Una composición que, guste o no, ha otorgado a esta banda al estatus del que disfruta hoy en día. Eso es innegable. Como también lo es ese vitriólico solo de Pablo, encuadrado con orgullo en la tradición más heróica del ovetense. Un corte del que emana aroma a futuro clásico para su parroquia.

Con todo lo torpes que me resultan los estribillos de “Condenado”, he de decir que en su conjunto siento que entrega más aciertos que errores. En especial en lo tocante a su construcción. Menos plana, más diversa. Diría que atrevida incluso. Por momentos desnuda, casi tímida, lo mismo bordea la épica que redirige hacia aquellos viejos bríos que algunos tanto echan de menos. Lo dicho, no me parece nunca perfecta pero sí en cierto modo necesaria.

Yugueros, tan invisible a veces, se dejará notar a lo largo y ancho de una “Orfeo” que profundiza en esa senda más disruptiva, dentro de lo que cabe, de este tercio final del álbum. Que me atrae por la forma en que conjuga un tono más oscuro con su metal luminoso de siempre. Surge ahí, por pura colisión, un corte llamativo en su bicefalia. Revestida como siempre por una gran labor de Novoa y apoyada en el mejor Pablo García. La pregunta que cabe hacerse ahora es por qué no hay más temas como este, o la anterior “Condenado”, dentro de este “Daimon”. Pregunta retórica, si alguien lo dudaba.

Pero que no se asuste el gremio. “Inténtalo” vuelve a ser puro nervio WarCry. Desde la gramática hasta la letra de Víctor, todo supura una autoconsciencia casi incomensurable que no dudo enamore a sus fans más leales, pero nos deja como un témpano al resto.

La desenfadada “Solo Sé” tiene su reflejo en un videoclip tan juguetón y de nuevo tan buenrollista como la propia composición en sí. Un cierre alejado de toda épica aletargada o de cualquier ensimismamiento autoimpuesto, rimando con sus grandes leitmotivs de siempre y que dibujará, intuyo, buenas sonrisas entre los suyos:

Todo el álbum rezuma un cierto aire no diría tanto de complacencia como de plena autoconsciencia. No quisiera decir conformismo, si bien resulta más que evidente el cada vez más delimitado nicho de público al que va dirigido. “Daimon” apenas deja resquicio alguno al riesgo, más allá de pequeños detalles líricos aquí (“Como Un Mar”) y gramático/tonales allá (“Condenado”, “Orfeo”), lo que al final configura nada más, y tampoco nada menos, que otro disco más de WarCry. Tan orgullosamente obvio como sus fans más leales quieren que sea. Y viceversa. Siendo como es un décimo álbum y con todo el simbolismo que ello supone, algunos, puede que los menos, esperábamos algo más por parte de una banda que, por otra parte y como ya dije por ahí atrás, sigue siendo abanderada del metal en nuestro idioma. Algo habrán hecho bien.

Texto: David Naves

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