Reseña: Dira Mortis «Ancient Breath Of Forgotten Misanthropy» (Selfmadegod Records 2020)

Formados originalmente a finales del pasado siglo, los polacos de Dira Mortis se desbandarían en 2004 habiendo editado entre medias apenas un par de demos, un split con sus paisanos Valinor y el Ep “Architecture of Mind” en 2003. Desde su vuelta en 2009 han dado a luz el Ep “The Cult of the Dead” (Defense Records, 2011) y los largos “Euphoric Convulsions” (Let It Bleed Records, 2012) y “Psalms of Morbid Existence” (Defense Records, 2015). Finalmente y vía Selfmadegod Records, nos llega ahora este “Ancient Breath of Forgotten Misanthropy”, grabado, mezclado y masterizado por Krzysztof Godycki (Deception, Mord’A’Stigmata, Excidium…) en los Roslyn Studios y adornado con el arte de Bartłomiej Kurzok (Abigail, Decaying, Poisoned, Czort…). En tiendas desde el pasado 25 de diciembre.

Si bien al disco le han dado forma Leszek Makowiecki, guitarrista y miembro original, así como Mścisław en bajo y guitarra solista, Vizun en baterías y Kuba Brewczyński en voces, la banda cuenta desde 2017 con Daniel Rutkowski (batería) y Hubert Banach (voces) como músicos de directo.

La pequeña introducción “Legions Heading For Eternity” rompe el hielo y nos sumerge en el tono que comanda el disco. Oscuro y sin matices, bronco, debidamente difuminado y, eso sí, preciso como un demonio. Los nueve minutos de nada sutil título “Worshipping The Terror Of Madness” irrumpen con el mal café al que obliga el género. Esto es, sin sorpresas, exhibiendo un gusto por el death nada luminoso de los americanos Incantation en una representación que por momentos casi bordea el homenaje. Cuando no la rendición incondicional. Por tono de guitarras, no andan muy lejos de otros discos que han pasado por estas líneas. Véase “Perished in Torment” de Grim Fate. De agradecer, en todo caso, cómo el registro de Brewczyński oscila entre los habituales tonos broncos y graznidos más propios del black. Esa dualidad tonal corona un largo primer tercio dominado por la cara más veloz de Dira Mortis. Prolija en la enseña de riffs de la vieja escuela, donde resalta lo orgánico de su producción. Nada suena forzado ni artificial y de eso se beneficia, especialmente, el pasaje a medio gas que sigue a la algarabía del tercio inicial. Sin embargo, es en estas partes lentas donde el paralelismo con la banda de McEntee resulta más evidente. Buenos adornos en el puente, en cualquier caso, con el incansable doble bombo de Rutkowski marcando el paso, y tercio final bordeando el doom sin reparos.

Sepulchlar Maniac” conecta con esa pesadez anticipada en el final del tema previo para construir, desde ahí, un pasaje a mayor gloria de la habilidad solista de Mścisław. Banach declama, ahora sí, con toda la profundidad a la que el género obliga y todo trasluce un andamiaje donde la diversidad prima sobre la consistencia. Sin inventar la rueda, ni pretender sentar cátedra más allá de las fronteras del género, agradezco no obstante cómo han procurado darle a este tercer tema un andamiaje en continua alternancia, de resultas de lo cual emerge un corte nada sorprendente en lo tonal pero muy funcional y divertido.

El corto prólogo de “Twilight Of Divine Purgatory” vuelve a hacer enseña de la cara más pesada de los polacos. Tras ese arranque hay una apuesta decidida por la velocidad. Death metal trotón, no exento de cambios de ritmo que se podrían calificar de correctos. No alcanza la diversidad gramatical del tema previo, tampoco me parece que sus riffs sean nada del otro mundo, y en líneas generales me cuesta conectar. Mejorará en su tercio final, cierto es, a fuerza de acomodar sabiamente una serie de riffs que recuerdan a los Purtenance más pesados, pero supongo que el daño ya estaba hecho.

Con “The Falling Majesty Of Abomination”, de duración prácticamente idéntica al corte anterior, regresa la escuela Incantation. La guitarra de Mscislaw chilla en tonos apenas audibles por los perros y pronto bulle, de nuevo, la cara más veloz de Dira Mortis. La banda vuelve a brillar, en escritura y ejecución, y solo echo en falta una mayor presencia de las cuatro cuerdas en la base rítmica para terminar de dar la debida solvencia a la composición. Sorprende lo melódico del puente, en clara disonancia con el resto del trabajo, así como ese tercio final entroncando sin reparos con el death americano a lo Immolation, Monstrosity, Vital Remains… Un notable final para uno de mis cortes favoritos del disco.

Intro y outro al margen, “Forward To The Abyss of Misanthropy” es el corte menos extenso del tercero de los polacos. También el más diferente. Ya de primeras exhibe una clarividencia mayor en lo compositivo, adornada incluso con leves toques sinfónicos, y donde emergen una serie de riffs, particularmente justo antes del puente central, con los que empatizo en gran medida. Brewczyński recupera la variedad tonal que mostrara a comienzos del disco y todo transcurre captando mi atención en todo momento. La disimulada y tímida épica que ofrece en el epílogo me parece el broche perfecto. Por contra, no soy capaz de adivinar qué aporta la outro de medio minuto “The Altars Fall”.

Una muesca más para la inagotable nueva ola de death metal clásico que, sin ofrecer nada nuevo, muestra aunque sea de manera puntual unas capacidades compositivas que lo sitúan ligeramente por encima de la media. Enfangado en el tono imperante (y obligado) relucen destellos de calidad que si bien no dan para que el álbum alcance el notable, tampoco yerre a la hora de llamar la atención de los fanáticos del death más rocoso. Un disco de género, en definitiva, para lo bueno y para lo malo.

Texto: David Naves

Reseña: Alarum «Circle’s End» (Dinner For Wolves 2020)

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Cuarto disco largo para estos fusionistas progresivos australianos de Alarum, radicados en Melbourne, capital del estado de Victoria. Surgidos allá por 1992, editarían un par de demos antes de debutar con el primer largo “Fluid Motion” (Prey Music, 1998), al que seguiría “Eventuality” (Quadrum Records, 2004) y “Natural Causes” (Willowtip Records, 2011). La banda está formada a día de hoy por Mark Palfreyman (bajo y voces), Scott Young (guitarras) y John Sanders (guitarras) a quienes se les ha unido el batería de sesión Ben Hocking (The Levitation Hex, ex Aeon of Horus). “Circle’s End” ha sido editado por el sello Dinner For Wolves el pasado 19 de junio, producido y mezclado  por todo un clásico de la escena como Neil Kernon (3 Inches of Blood, Nevermore, Flotsam and Jetsam, Cannibal Corpse, Queensrÿche…) y cuenta con artwork de John Hocking. Ha visto la luz en formato digital así como en vinilo de 12″ y también en CD.

Lejos de entregarse al clásico y manido inicio tranquilo de infinidad de propuestas progresivas recientes, “Sphere Of Influence” nos introduce desde el primer acorde en un metal acelerado en confrontación directa con otro mucho más técnico y jazzero. Arranque notable pero escueto, donde tanto el tono como las estructuras están en constante movimiento, intercambiando ritmos y aglutinando, en menos de tres minutos, muchas de las influencias que conforman el disco. La producción goza de gran equilibrio tanto en las partes calmadas como en las más aceleradas. No cabía menos de alguien como Neil Kernon a estas alturas. “Syzygy” profundiza en ese metal diversificado, aumentando en duración y también en tecnicismo. No le falta de nada, desde preciosistas despliegues técnicos en una onda que recuerda a mis admirados Cynic, a otras donde la batería de Hocking acompaña a riffs thrash de toda la vida. Un tema complejo, lleno de detalles, que necesitan un par o tres de atentas escuchas para extraerles todo el jugo. Uno de los puntales del disco sin ningún género de dudas. “Delta”, que tiene uno de mis riffs favoritos de todo el disco, contrasta con las anteriores de tanto en cuanto resuena más atmosférica y apenas linda con el thrash en un par de detalles. Aporta frescura a un disco ya de por sí diverso y es de agradecer.

El exiguo a la par que extraño impás que supone la pequeña “Crystals” nos conduce hacia “Sand”, de inicio tranquilo, fronterizo con el jazz, que pasados sus primeros sesenta segundos recupera el thrash de los primeros cortes del disco para las estrofas, quedando su faceta más atmosférica para uno de los mejores estribillos del álbum. El solo de la parte central, así como el riff sobre el que se acomoda y la forma en que ambos nos conducen hasta el último tercio de este quinto corte me trae e la memoria a los tristemente inactivos Liquid Tension Experiment de Petrucci y compañía. Otro de mis predilectos dentro de “Circle’s End”. La siguiente “War Of Nerves”, se muestra más veloz a un tiempo, y más marcial al otro, resultando en su primer tercio considerablemente más lineal que sus compañeras de track-list. No es hasta su tronco central que opta por retorcerse a placer para profundizar en sonoridades más prog donde la rugosa voz de Palfreyman alterna con alguno de los solos más diversos de todo el trabajo. “In Spiral” nos trae las baterías más veloces de todo el disco. Virará de forma brusca hacia pasajes tranquilos primero y toda vez alcance el puente nos devolverá al tono general de esta cuarta obra de los melburnianos. Muy técnico, a veces hasta abrasivo en términos de sonido, pero en ningún caso por encima de cortes previos similares.

Thoughts To Measure” posee un inequívoco aroma Voivod y lo cierto es que engancha. Consigue, de un plumazo, quitarme el mal sabor de boca del corte anterior y reengancharme cara a la tripleta de temas que restan. Es verdad que la parte tranquila da la impresión de estar metida un poco con calzador, no alcanza a casar con el resto, pero no empaña de todas formas otro de los temas grandes del disco. “Circle’s End” parte de un inicio reposado y semiacústico, se electrifica para incorporar un bonito medio tiempo y parte después hacia un thrash técnico heredero de los fundamentales Mekong Delta y alcanza su tronco central con el Palfreyman más gritón de todo el álbum. Se acelera en su tramo final para añadir otro de mis solos de guitarra favoritos de esta decena de temas. La final “Sojourn”, que marca ocho minutos y medio en el reloj, arranca atmosférica a la par que tranquila, se energiza hacia un prog metal contemporáneo, cuyo tono bien puede recordar a bandas como Haken. salvo por el tratamiento de las voces, prolijo en solos, profundamente diverso, emperrado en mantener tu atención en todo momento. La línea de batería de Ben Hocking es con mucho la más rica de todo el disco. Notas que aquí la banda ha echado el resto, tanto en escritura como en ejecución, y se nota. Al final y a poco que aprecies el tipo de metal que hacen Alarum, terminarás el disco con una sonrisa. O la mandíbula colgante, eso ya depende de cada uno.

Fíjate que no conocía, para mi desgracia, a estos australianos y me he llevado una grata sorpresa. Y no es la primera  de este 2020 proveniente de nuestras antípodas (“Costly Signals” de sus paisanos Dyssidia, que reseñara allá por el mes de abril). Este “Circle’s End” es un verdadero núcleo irradiador (que diría aquél) rebosante de buen hacer tanto en lo técnico como en lo compositivo, producido con mimo y que, salvo por un par de detalles (el interruptus inicial, la planicie de “In Spiral”)  vuela a gran altura. A recomendar a quienes disfrutan de las bandas mencionadas en particular y el metal de corte más técnico en general.

Texto: David Pérez Naves

Reseña: Heathen Beast «The Revolution Will Not Be Televised But It Will Be Heard» (Autoproducción 2020)

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Diez años les ha llevado a estos blackgrinders de Calcuta entregar su primer largo. Heathen Beast se formaron allá por 2010 envueltos en el mayor de los hermetismos en torno a su figura al tiempo que han ido editando toda una rica serie de Ep’s y varios singles. Ellos son Carvaka (guitarra y voz), Samkhya (bajo) y Mimamsa (batería), si bien es cierto que las líneas de este último fueron grabadas por el músico de sesión Marco Pitruzzella (Bleak Flesh, Six Feet Under o Neurogenic entre otros). “The Revolution Will Not Be Televised But It Will Be Heard”, producido y masterizado por la propia banda, vio la luz de forma independiente el pasado 21 de junio.

Arranca el medio tiempo “Fuck C.A.A.” y pronto acuden nombres recurrentes a la cabeza, siendo el de los canadienses Revenge quizá el más pronunciado de todos, si bien es cierto que la producción no es tan áspera como en la banda de Edmonton (si de la ecuación queda excluido su último disco). “Fuck N.P.R. & N.R.C.” enriquece la básica alternancia que mostraba el tema inicial destapándose como una alegre algarabía de ritmos a menudo cercanos al grind. La línea de batería de Pitruzzella aquí se eleva como una de las mejores de todo el trabajo. “Fuck Modi-Shah” por contra resulta más lineal a la par que más veloz, y no obstante posee cierto toque melódico bien desplegado casi de principio a fin, siempre bajo la rabiosa voz de Carvaka. “Fuck the B.J.P.” son apenas dos minutos de grind veloz, tan rabioso como despreocupado, lineal y sin sorpresas. El cerril, furibundo y merecido ataque a gurús de medio pelo y dioses autoproclamados es el late motiv la frenética “Fuck Your Self Proclaimed Godmen”, donde la banda ofrece uno de los temas más violentos de todo el trabajo, también uno de los mejor construidos, donde la barrera entre grind y black es prácticamente indistinguible.

Fuck Your Police Brutality” no es Bon Jovi, pero sí es verdad que, aún dentro de la rabia predominante dentro del álbum, se muestra más relajada por momentos, con varios riffs más gordos colisionando con los acostumbrados ritmos frenéticos clásicos de la banda. De alguna forma resulta en uno de los temas más contemporáneos del disco. También en uno de los más distinguibles, especialmente su último tercio a rebosar de groove. El añadido final (todos los temas lo tienen) referido a la denominada “Noche de los horrores” en Delhi pone los pelos de punta. (más información con respecto a los hechos en el enlace a Reuters que adjunto al final de la reseña. “Fuck the R.S.S.” es otro de los temas importantes del disco, con uno de mis riffs favoritos del álbum al principio y un grind punkero llevando las riendas hasta un estribillo a coro.

Godi Media, conocido transmisor de bulos en el país indio centra las iras de “Fuck You Godi Media” que abandona el punk del tema previo para virar hacia terrenos más metálicos e incluso  incorporar pequeños pasajes de corte más técnico que sus compañeras de tracklist. En esa línea sigue “Fuck Your Whatsapp University”, construida sobre uno de los riffs más marcados de todo este iracundo ramillete de canciones, tan prólija en cambios de ritmo como escueta en su propuesta con esos escasos dos minutos. “Fuck Your Hindu Rashtra” incorpora tanto al comienzo como al final ligeros detalles étnicos (si me permitís el eurocentrismo) del trabajo conjugados con el riff más pesado del disco. Para gozo de unos y desazón de otros, en su parte central resulta en exceso similar a otras cuantas canciones del disco, quedándose un poco en tierra de nadie. “Fuck The Economy (Modi Already Has)” incorpora las únicas voces limpias del disco, luego un riff que parece sacado del thrash noventero, percusiones… en apenas tres minutos. Me gusta pero me deja con ganas de más. La final “Fuck The Congress” apenas alcanza un minuto de duración sin lograr captar mi atención en ningún momento.

Es verdad que la portada del álbum puede llevar a engaño, así como también es verdad eso de que la revolución no será televisada, pero sí que será escuchada. En  lo musical, estas doce canciones en las que el hermético trío indio arremete contra todo y contra todos resultan mucho más diversas de lo que la nota de prensa que adjuntan hacía pensar. Especialmente en el último tramo del disco. El resto es pura rabia contra la máquina, la misma que oprime seres humanos de aquí a Calcuta y más allá.

Texto: David Pérez Naves

Night Of Horrors‘: Inside the Indian university stormed by police:

https://www.reuters.com/article/us-india-citizenship-protests-university/night-of-horrors-inside-the-indian-university-stormed-by-police-idUSKBN1YL0KH)

Reseña: River Of Souls «Usurper» (Autoproducción 2020)

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Usurper” es el segundo disco largo en la carrera de los death doom neerlandeses River Of Souls tras su debut en 2017 “The Well Of Urd” y el Ep “The Nihilist” al año siguiente. Trabajos todos ellos autoeditados. La actual formación de la banda se compone de Bart de Greef (letras del disco y voz), Paul Beltman y Mathijs van de Sande (guitarras), Benjamin Hoogers (bajo) y Koen Spierings (batería). El propio Beltman se encargó de componer toda la música del álbum, así como también de la mezcla mientras que Manolo Honkoop corrió con el master. Este segundo trabajo salió a la venta el pasado 15 de mayo tanto en plataformas digitales de streaming como en un par de ediciones en CD.

Para entrar de lleno en el meollo del álbum hay que superar la acompasada y lenta introducción “Harbinger”, de apenas minuto y medio, tras la cual nos topamos con una “Of Pit And Snare” llena de melodías en un inicio donde la irrupción de la línea vocal llega tras una notable bajada en el tempo que empieza a enseñorear las influencias oscuras que preñan todo el álbum. El sonido cede buena parte de su protagonismo a las guitarras hundiendo un pelín de más a batería y voces. Al final redunda en un tema más pesado de lo que pudiera parecer en un primer momento y un tanto lineal. “At Rope’s End” profundiza en los planteamientos del corte precedente, imbuidos aquí de cierto aire épico que destila la interpretación vocal de Bart de Greef. Sencillas a la par que efectivas las melodías resultantes de las guitarras dobladas que surgen toda vez cesa la parte lírica y que nos habrán de conducir a un puente central más machacón donde el registro de Greef se envilece para llevar el sonido hacia terrenos más oscuros.

En el tema título “Usurper” la banda opta de primeras por un inicio rápido a la par que melódico, con una pizca de tristeza, que choca frontalmente con el par de temas previos. Con casi diez minutos de duración es uno de los cortes más extensos del álbum y parte desde un notable medio tiempo, nuevamente con de Greef en ese tono épico a lo Quorthon, para virar después hacia el doom de unos Saturnus con esas célebres partes recitadas de la banda danesa. A destacar la construcción del elegante puente central, arrancando con esas guitarras casi susurrantes y que será roto después por uno de los mejores solos del álbum. Para el final resta de Greef de nuevo con su registro más hosco y un riff que no te podrás sacar de la cabeza. Una buena muestra de cómo armar un tema largo sin que resulte ni autocomplaciente ni reiterativo. Que dé nombre al disco no es de extrañar.

A Spirit’s Weight” irrumpe sólida. Y doomie. Bart de Greef en sus tonos más profundos va declamando sobre (o bajo, producción mediante) otro de mis riffs favoritos del disco. Doom de voces agrestes y cadencia elegante para un corte que recupera cierta linealidad de los primeros temas del disco. El puente central es bonito. Diría incluso que me gusta mucho, pero en líneas generales este quinto tema resulta plano en exceso. La sexta “Fateweaver”, segunda de las tres instrumentales de las que se compone el listado de temas de este “Usurper”, inicia abrazada al death metal más elemental para irse luego por una intrincada escritura en la que están presentes incluso guiños al shoegaze más que evidentes. Uno de los temas más atractivos del álbum por su diversidad y que deja con ganas de más.

La extensa “The Tightening” alberga en sus primeros compases más idas y venidas rítmicas y tonales que algunos temas precedentes en su totalidad. Desde el bonito solo de guitarra del inicio, hasta el profundo riff que irrumpirá después y el registro enfurecido (¿y enfurruñado?) de Bart de Greef. Transitando hacia el puente central se encuentra una de las partes rápidas más logradas del disco por lo intrincada que resulta. La banda echa el resto, aprovechando para recorrer una rica variedad tonal que va desde parajes prácticamente acústicos a feroces andanadas circundando el death y que termina motu propio por convertirse en otro de los puntos álgidos de este “Usurper”. La final “Aftermath” es la calma después de la tormenta. Un crescendo clásico e instrumental para cerrar el segundo disco de los neerlandeses que transita entre lo elegante y lo anodino.

Este segundo largo de River Of Souls es un disco como tantos otros atenido a diversos compromisos estilísticos que parece desarrollar todo su potencial compositivo sólo cuando el reloj marca por encima de los nueve minutos. A excepción hecha del curioso y refrescante “Fateweaver”, sus temas cortos resultan en exceso lineales en contraste con aquellos en que el minutaje roza o supera la decena de minutos, los cuales son un delicioso baile tanto tonal como estructural que no sólo elevan la nota final si no se confirman como el mayor atractivo de un ramillete de canciones que en líneas generales me dejan un poco a medias, como pensando en la distancia que hay entre en disco que es y el que podría haber sido.

Texto: David Pérez Naves

Iron Maiden: 20º Aniversario De «Brave New World»

El 29 de mayo del año 2000 Iron Maiden publicaba «Brave New World«, su duodécimo álbum de estudio. Este trabajo marca el retorno a la banda del vocalista Bruce Dickinson y el guitarra Adrian Smith tras casi 10 años de ausencia.

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01 The Wicker Man
02 Ghost Of The Navigator
03 Brave New World
04 Blood Brothers
05 The Mercenary
06 Dream Of Mirrors
07 The Fallen Angel
08 The Nomad
09 Out Of The Silent Planet
10 The Thin Line Between Love & Hate

Por primera vez la formación tenía tres guitarristas, Dave Murray, Janick Gers y el retornado Adrian Smith. El álbum sería distribuido internacionalmente a través del sello discográfico EMI y para los Estados Unidos el encargado fue Columbia Records. La producción fue de nuevo obra del bajista y líder de la banda Steve Harris, quien contó con la inestimable ayuda del ingeniero de sonido Kevin Shirley.

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Para la grabación la banda se desplazaba a París, concretamente a los Guillaume Tell Studios, logrando realizar un disco a la altura de las expectativas de su legión de fans, muy ilusionados con el regreso del cantante más carismatico de la doncella de hierro. La gran portada del disco fue realizada por su ilustrador habitual Derek Riggs, quien se inspiró en la novela «Brave New World» del escritor britanico Aldous Huxley.

El disco como cabría esperar fue un rotundo éxito, tanto a nivel de critica como de ventas, logrando vender más de 100.000 copias en el Reino Unido y alcanzar el séptimo puesto en la lista de éxitos británica. Gracias a este álbum y el regreso de dos miembros fundamentales en la historia de la formación, Iron Maiden volvía a situarse en lo más alto de la escena musical mundial.

Las canciones «The Wicker Man«, publicada un mes antes de ver la luz el álbum y «Out Of The Silent Planet» serían los únicos sencillos extraídos del disco.

Reseña: Ignea «The Realms of Fire and Death» (Kadabra Music 2020)

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Ignea es la segunda reencarnación de una jovencísima banda ucraniana de nombre Parallax que operó entre los años 2011 y 2015, llegando a editar el EP de cinco temas “Sputnik”. Ellos son Ivan Kholmohorov (batería), Xander Kamyshin (bajo), Evgeny Zhytnyuk (teclados), Dmitry Vinnichenko, sustituto del miembro original Maxim Khmelevsky, (guitarras), y finalmente Helle Bogdanova (voz). Previamente al disco que nos ocupa autoeditaron “The Sign Of Faith” en 2017 y la versión instrumental del mismo, así como el single “Queen Dies”, en 2018. El disco, autoeditado al igual que sus predecesores y que ya puede ser escuchado en el bandcamp de Kadabra Music aparecerá en un cuidado digipack de cuatro paneles vía Plastic Head en Reino Unido y Europa, Season of Mist en Francia y Rock Inc. en Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo. “The Realms Of Fire And Death” es un álbum conceptual, dividido en tres partes troncales, cada una de las cuales consta a su vez de tres temas. Cada una de ellas nos trae una historia independiente pero con temas comunes entre ellas como el fuego y la muerte. O al menos eso es lo que dice la info que nos ha llegado a la página. Hechas todas las presentaciones, procedamos.

Queen Dies” huye del tan habitual inicio fulgurante para entregar un medio tiempo en principio tranquilo que va ganando fuerza con el transcurrir de los minutos. Preñada de melodías orientales,  que para algo se autoproclamaron como la primera banda de su país en adoptar dichas sonoridades, deja buen sabor de boca en esa extraña calma, rota únicamente durante el escueto estribillo. El sonido es correcto, sin más. Cuida quizá en exceso el aspecto vocal superponiéndolo al resto de elementos, pero siempre dentro de unos límites aceptables. “Чорне полум’я” sigue con esa querencia por los arreglos del medio oeste, pero se embulle de ritmos más marciales así como de ciertos coqueteos con la electrónica. Sorprende en su parte final con una serie de riffs que les acercan a los franceses Gojira. Un tema variopinto y cambiante, el más largo de todo el tracklist y que cuenta con su propia versión en inglés a modo de bonus. La última de esta primera triada de temas es “Out Of My Head”, que se cuenta entre las más modernas del disco y se beneficia de invertir el orden de las voces de otros cortes para dejar uno de los temas con más personalidad de todo el elepé. ¿Se sigue diciendo elepé?

La segunda parte de este “The Realms Of Fire And Death” se inicia con la versión de la cantautora feroesa Eivør Pálsdóttir “Í Tokuni”, que inunda de guitarras el pop oscuro y ancestral del original añadiéndole “punch” pero restándole ese halo tan personal que posee el original de Eivør. De nuevo añadidos electrónicos para el arranque de la, por otra parte feroz “Too Late To Be Born”, que entrega los primeros blast beats así como el registro más visceral de Bogdanova, cuya voz desciende a lugares desconocidos en el resto de cortes del álbum para completar un tema que no desentonaría en un disco de death melódico al uso. Quizá un tanto lineal, pero desde luego una apuesta diferente dentro de  “The Realms Of Fire and Death”. La segunda tripleta de temas se cierra con la tranquila, oriental y casi festiva “What For”. Guitarras acústicas, arreglos lejanos y la melodiosa voz de  Helle Bogdanova que se desgañitaba con furor hace apenas segundos para el oasis de calma del disco.

Entramos en el final del álbum con “Gods Of Fire” recuperando estructuras de los primeros temas con esas estrofas llenas de voces rasgadas, el riff machacón y el final a calzón quitado. En el cénit final aparece un velocísimo solo de Maxim Khmelevsky al que personalmente habría dado algo más de espacio. “Jinnslammer” resuena tan grandilocuente en cuanto a arreglos como abrupta en lo que se refiere al prominente riff y al registro de Bogdanova durante las estrofas. El parón de la parte central, con esos sonidos quasi industriales, así como alguno de los solos que incorpora en su tercio final la convierten en uno de mis temas favoritos de todo el disco. La final “Disenchantment”, que viene con algunas de las mejores melodías de Bogdanova, así como algunos de sus gritos más descarnados, resulta lineal al principio y más diversa al final, pero en ningún caso aburrida y deja al disco en buen lugar.

The Realms Of Fire and Death” es un buen disco de metal sinfónico y moderno. Y creedme que últimamente no son pocos los discos del género que, por una cosa o por otra, han pasado por mis orejas. Este ralla a buena altura sustentado en gran medida por el buen hacer de una Helle Bogdanova que maneja los dos registros con facilidad pasmosa. La mayor pega la encuentro en lo referente al timing, que se queda en escasos treinta y seis minutos si eliminas el bonus “Black Flame”, versión en la lengua de Shakespeare de “Чорне полум’я” como dije más arriba. Se me antoja algo escaso.

Texto: David Pérez Naves

Reseña: Trallery «Isolation» (Rocket Music 2019)

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Tres años les llevó a Trallery (Sebas Barceló batería, Biel Gayà guitarras, Humberto Pol bajo y voz) componer, grabar y editar su tercer disco “Isolation” (Rocket Music). Trabajo que sucede a ”Spiritless” de 2016 y “Catalepsy” de 2013, alumbrados ambos bajo los auspicios de Xtreem Music. El álbum que nos ocupa vio la luz antes de confinamientos y pandemias, allá por noviembre de 2019, y el trío mallorquín ha decidido darle otro empujón ante la escasa repercusión que, por parte de la prensa, tuvo en su día. Las once canciones de este “Isolation” de premonitorio nombre están basadas en el libro “Mallorca Mágica” (editorial José J. de Olañeta) de Carlos Garrido, el cual recoge diversas leyendas de la isla mediterránea. El disco ha sido producido y grabado por Miguel A. Riutort en Psychosomatic Recording Studio y masterizado por Hay Zeelen y el propio Riutort en Hay Zeelen Mastering. Añadir por último que la portada ha corrido a cargo de Andreu Beltrán.

No se encuentran muchos discos de thrash basados en leyendas locales (¡si sabéis de alguno hacédmelo saber en comentarios!). Este en concreto arranca con “Isolated” en una amalgama furiosa de metal candente y acelerado con buenas melodías por parte Biel Gayà y, cosa que agradezco ampliamante, mucha presencia del bajo en la mezcla final. La producción en general está a buena altura, sin estridencias, sacando el debido jugo a todos los elementos presentes y con las predominancias muy bien medidas. El tema vira su dirección en su tercio final, incorpora algún detallito a lo Voivod y marca el paso a un disco que pretende ser algo más que mero revival más del género. En “Crystallizing”, que fuera single del álbum, conviven dos almas. Una en esas estrofas llenas de groove y otra en esos estribillos repletos de melodía. No obstante mi momento favorito de todo el corte es el solo de Biel Gayà en la parte final. “From Nowhere” rezuma melancolía en su acompasado transitar por una estructura poco habitual en bandas del género. A medida que se encamina hacia su parte central incorpora un solo casi Floydiano y de ahí al final Pol se desgañita a gusto en un cierre intenso y emocional. Desde luego no es lo que esperarías en un disco de estas características, pero Trallery han venido a jugar.

Ghost Rumour” nos devuelve a terrenos más canónicos, lo cual no quiere decir que sea un tema exento de complejidad. Arranca y termina apoyado en un mismo riff, clásico y muy thrash, y entre medias incorpora partes con algo de groove, un buen estribillo y notables detalles técnicos. Es así como construyes buenas canciones aun cuando te muevas en ideas mil veces vistas: con una buena composición. “Eternal” es otro de los temas distintivos de “Isolation”. En su primera mitad predominan los medios tiempos y los gritos desgarrados de Pol, en su parte central bordea el metalcore y en la final nuevamente aparece Gayà con otro buen aporte solista. Buen cóctel. “The Plague” y como suele suceder con los temas cortos, apuesta por la velocidad en contraposición a cualquier otro propósito. Metal raudo en un corte que pese a escabullirse hacia el groove en un par de ocasiones, mantiene firme el pedal en tabla. Resulta más lineal, claro. Nos ha jodido.

Voice of the Dead” invierte los factores del tema anterior aprovechando sus escasos tres minutos tres minutos y medio para entregar un corte pesado cual yunque. También algo lineal y sin muchas sorpresas. Por alguna razón disfruto más de sus temas largos, sean rápidos o no. “One Last Deadline” devuelve algo de brío desenvolviéndose rápida y primaria en un arranque con cierto regustillo al melodeath sueco. Se torna más enrevesada justo antes de llegar al puente central e incorporar un solo de Gavà lleno de atmósfera. Estas partes lentas se irán sucediendo hasta el final y el tema da buena cuenta de sus cinco minutos largos para revelarse como uno de los más completos de todo el álbum. «Witchcraft” resuma thrash en esas estrofas veloces pero también en un estribillo con cierto aire a mis queridos Testament (¡ánimo Chuck!) y aún sin ser uno de los temas más complicados del disco me hace disfrutar de tanto en cuanto me resulta un tanto despreocupado y entregando sin reservas buenas dosis de metal rabioso y eficaz.

Me gusta el enrevesado riff inicial de “The Art of Contradiction”. Diría que es el máximo valor de otro de esos temas pesados y amenazantes marca de la casa, con Pol poniendo todas las cuerdas a funcionar, las vocales y las del bajo, se entiende, y Barceló dejando una buena línea de batería. Se me hace algo corto pero para eso está la final “Ashes” con sus siete minutos y medio. El inicio es calmado páramo de dos minutos largos y tras él un medio tiempo que me trae a la memoria algunos temas lentos de Megadeth o incluso Pantera, siempre con el registro rasposo de Pol predominando sobre el resto de elementos. La guitarra acústica del pequeño impás central son una sorpresa que se queda un tanto a medias mientras que el consiguiente solo de Gavà culmina un final un tanto extraño.

Es un buen disco, qué duda cabe. Reconozco que no había escuchado de Trallery (ese nombre ¿por qué?) más que cosas sueltas de los álbumes previos y esta nueva (o no tan nueva) obra me ha cogido un poco por sorpresa. En general me parece un disco notable, lo suficiente como para interesarme por sus dos discos anteriores, lo cual ya es más de lo que consiguen muchos de los discos que pasan por mis orejas en estos tiempos. “Isolation” parte del thrash hasta hibridar diversas ramas del metal con algunas composiciones de altura pero también algún que otro bajoncillo. No obstante siempre con los brazos abiertos a bandas del género que no se limiten a seguir dándole vuelta tras vuelta a “Creeping Death” y “Angel of Death”.

Texto: David Naves

Reseña: Song Of Anhubis «Reversed/Reflection» (Autoproducción 2020)

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 Song Of Anhubis son un joven combo procedente de Mungia, Vizcaya, practicantes de un un rock / metal sinfónico y contemporáneo. Formados en 2012, cuentan en su haber con el álbum autoeditado “Revenge As Redemption” de 2016. Ellos son Txato The Bastard (batería), Polvareda Johnson (guitarra y teclados), Mario Martín (bajo y teclados) y Rei Reych (voz). Este “Reversed Reflection” se graba durante el pasado 2019 con  Jagoba Ormaetxea a los mandos en los Estudios TAOM y vuelve a contar con Paco Plazas para el diseño gráfico.

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Tras la escueta introducción “Lonely Echoes From A Distant Place” arranca “Misantropia” y nos metemos de lleno en un metal sinfónico donde la omnipresente voz de Rei se explaya a gusto a través de un corte inicial tan sencillo como directo. En conjunto suena bien, con una base rítmica bien presente y unas guitarras bien nítidas. Después aparece “Persephone’s Call” incorporando sonoridades de corte más industrial e introduciendo voces masculinas para terminar entregando uno de los temas más diversos de todo el disco. “Suicide Nation” parte de territorios más pop hacia un rock de fuerte presencia sinfónica donde el bajo de Mario Martín se erige en protagonista y Rei Reych desarrolla una de las mejores líneas vocales de todo el álbum. Tiene un bonito puente que evoca melodías medio orientales y eclosiona en su último tercio para alzarse como uno de los puntos fuertes de “Reversed Reflection”.

Vestiges Of A Life” en cierta forma resuena mucho más moderna, el dúo vocal tiende a emparentarse con bandas como Evanescence y similares casi punto por punto y transita de forma algo plana obedeciendo, quiero pensar, a la intención de convertirla en el single del disco. Rei Reych vira al castellano en la inicialmente tranquila “Hypersomnia”, balada / medio tiempo reposado que ejerce como buen contrapunto al resto de propuestas del álbum. Es diversa en cuanto a arreglos y no resulta ni empalagosa ni tampoco lineal, lo cual agradezco. “Progressive Spiral” retorna al idioma de Shakespeare para ofrecer el tema más largo y por momentos más furioso de todo el disco. Parte de un riff maquinal, incorpora buenas dosis de doble bombo y se torna más acompasada y entrecortada en su puente central, así como más sinfónica al final.

Para cerrar queda el outro “Sands Of Time” y la sensación de que es un trabajo tan bien hecho, como escueto. La ni siquiera media hora de este “Reversed Reflection” transcurre agradable, sorprende por lo diverso en cuanto a ritmos y arreglos y deja un sabor de boca agradable. Sin ser ninguna panacea ni inventar la rueda, sin resultar clónicos en exceso (a excepción hecha de “Vestiges Of A Life”) y en definitiva debería complacer a los cada vez más notorios fans del sinfónico moderno que se acerquen al segundo disco de los mungiarras.

Texto: David Pérez Naves

Reseña: Self Disgrace «Fetus In Fetu» (Malevolence Records 2020)

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Thrash metal milanés para animar la primavera. A este “Fetus in Fetu”, editado por el sello californiano Malevolence Records le preceden dos obras autoeditadas: “Ugly On The Inside” de 2017 y “Partner In Crime” de 2018. La banda, creada en 2007, disuelta tres años más tarde y reunificada en 2017, está conformada actualmente por Dielle Green (voz y letras), Isa Brutal Fronzoni (guitarra, coros y composición), Overteo Businaro (bajo y coros) y Remo Monforte (batería). El disco fue grabado, mezclado y masterizado en los Mixaglia Studios (Lecco, Italia) por Bratt Sinclaire, productor en un par de discos de Bulldozer, así como también de varios éxitos de italo-disco y eurobeat (!!)

El breve disco que nos ocupa arranca con “Deliverance” combinando el registro rasgado de Dielle Green con voces operísticas para un corte de aire marcial que se desenvuelve a medio gas, con una base rítmica bien presente y un buen solo de guitarra en su parte central. La cortísima “Never Born” pisa el acelerador, obvia las voces limpias del tema anterior y transcurre entre pasajes velocísimos y otros mucho más pesados. Otro solo corona su parte central y, pese a las diferencias evidentes de ritmo, la estructura no difiere en demasía del tema inicial.

El bajo de Overteo Businaro se divierte mientras emula alguna de las introducciones que Cliff Burton grabara para unos tales Metallica allá por inicios de la década de los ochenta en los primeros compases de “The Mansion”. Luego el tema adquiere otro cariz, lejos está de la banda de Ulrich y cia. Se trata de un medio tiempo serpenteante y pesado, adornado nuevamente con otro buen solo de Isabella Fronzoni / Isa Brutal. “In The Name Of Lies” es seguramente el corte más eminentemente thrash de todo el álbum. Tanto en riffs como en estructura y estrofas. Sin inventar la rueda ni ofrecer nada que no hayamos oído ya una miríada de veces, resulta de lo más notable de todo el disco. Dielle Green alterna entre registros en la algo caótica “War” donde la banda termina por entregar el tema más pesado de todo el álbum.

In Chains” recupera el brio de “Never Born”, incorpora varios blast beats y los combina con andanadas más retorcidas con cierto aroma a los siempre imprescindibles y nunca bien ponderados Voivod. Uno de los temas más cortos del disco, también uno de mis favoritos. La final “Cruel Tribulation” es otro corte machacón y pesado, quizá un tanto plano en su primer tercio, sobre el que Dielle Green entrega las notas más altas de todo el disco e Isa Brutal un solo que evoca al tristemente desaparecido Dimebag Darrel. Un cierre que gana peso en su tercio final.

Mientras que la portada parece anticipar un no parar de blast beats sin descanso, lo cierto es que este “Fetus in Fetu” transita más tiempo a medio gas que con el pie derecho en la tabla. Desde Malevolence insisten en etiquetarles como thrash death, pero lo cierto es que hay mucho de lo primero y apenas de lo segundo en estas canciones. Es un disco que arriesga más en cuanto a ritmos (“The Mansion”), incluso en cuanto a voces (“Deliverance”) y a riffs (“War”) que en cuanto a estructuras, resultando algo repetitivo en ciertas fases. Y como tal debe ser escuchado. Apto para todos los púbicos excepto aquellos que anden buscando la enésima carnicería a base de gruñidos, riffs monocordes y baterías no humanas.

Texto: David Pérez Naves