
Formados originalmente a finales del pasado siglo, los polacos de Dira Mortis se desbandarían en 2004 habiendo editado entre medias apenas un par de demos, un split con sus paisanos Valinor y el Ep “Architecture of Mind” en 2003. Desde su vuelta en 2009 han dado a luz el Ep “The Cult of the Dead” (Defense Records, 2011) y los largos “Euphoric Convulsions” (Let It Bleed Records, 2012) y “Psalms of Morbid Existence” (Defense Records, 2015). Finalmente y vía Selfmadegod Records, nos llega ahora este “Ancient Breath of Forgotten Misanthropy”, grabado, mezclado y masterizado por Krzysztof Godycki (Deception, Mord’A’Stigmata, Excidium…) en los Roslyn Studios y adornado con el arte de Bartłomiej Kurzok (Abigail, Decaying, Poisoned, Czort…). En tiendas desde el pasado 25 de diciembre.
Si bien al disco le han dado forma Leszek Makowiecki, guitarrista y miembro original, así como Mścisław en bajo y guitarra solista, Vizun en baterías y Kuba Brewczyński en voces, la banda cuenta desde 2017 con Daniel Rutkowski (batería) y Hubert Banach (voces) como músicos de directo.
La pequeña introducción “Legions Heading For Eternity” rompe el hielo y nos sumerge en el tono que comanda el disco. Oscuro y sin matices, bronco, debidamente difuminado y, eso sí, preciso como un demonio. Los nueve minutos de nada sutil título “Worshipping The Terror Of Madness” irrumpen con el mal café al que obliga el género. Esto es, sin sorpresas, exhibiendo un gusto por el death nada luminoso de los americanos Incantation en una representación que por momentos casi bordea el homenaje. Cuando no la rendición incondicional. Por tono de guitarras, no andan muy lejos de otros discos que han pasado por estas líneas. Véase “Perished in Torment” de Grim Fate. De agradecer, en todo caso, cómo el registro de Brewczyński oscila entre los habituales tonos broncos y graznidos más propios del black. Esa dualidad tonal corona un largo primer tercio dominado por la cara más veloz de Dira Mortis. Prolija en la enseña de riffs de la vieja escuela, donde resalta lo orgánico de su producción. Nada suena forzado ni artificial y de eso se beneficia, especialmente, el pasaje a medio gas que sigue a la algarabía del tercio inicial. Sin embargo, es en estas partes lentas donde el paralelismo con la banda de McEntee resulta más evidente. Buenos adornos en el puente, en cualquier caso, con el incansable doble bombo de Rutkowski marcando el paso, y tercio final bordeando el doom sin reparos.
“Sepulchlar Maniac” conecta con esa pesadez anticipada en el final del tema previo para construir, desde ahí, un pasaje a mayor gloria de la habilidad solista de Mścisław. Banach declama, ahora sí, con toda la profundidad a la que el género obliga y todo trasluce un andamiaje donde la diversidad prima sobre la consistencia. Sin inventar la rueda, ni pretender sentar cátedra más allá de las fronteras del género, agradezco no obstante cómo han procurado darle a este tercer tema un andamiaje en continua alternancia, de resultas de lo cual emerge un corte nada sorprendente en lo tonal pero muy funcional y divertido.
El corto prólogo de “Twilight Of Divine Purgatory” vuelve a hacer enseña de la cara más pesada de los polacos. Tras ese arranque hay una apuesta decidida por la velocidad. Death metal trotón, no exento de cambios de ritmo que se podrían calificar de correctos. No alcanza la diversidad gramatical del tema previo, tampoco me parece que sus riffs sean nada del otro mundo, y en líneas generales me cuesta conectar. Mejorará en su tercio final, cierto es, a fuerza de acomodar sabiamente una serie de riffs que recuerdan a los Purtenance más pesados, pero supongo que el daño ya estaba hecho.
Con “The Falling Majesty Of Abomination”, de duración prácticamente idéntica al corte anterior, regresa la escuela Incantation. La guitarra de Mscislaw chilla en tonos apenas audibles por los perros y pronto bulle, de nuevo, la cara más veloz de Dira Mortis. La banda vuelve a brillar, en escritura y ejecución, y solo echo en falta una mayor presencia de las cuatro cuerdas en la base rítmica para terminar de dar la debida solvencia a la composición. Sorprende lo melódico del puente, en clara disonancia con el resto del trabajo, así como ese tercio final entroncando sin reparos con el death americano a lo Immolation, Monstrosity, Vital Remains… Un notable final para uno de mis cortes favoritos del disco.
Intro y outro al margen, “Forward To The Abyss of Misanthropy” es el corte menos extenso del tercero de los polacos. También el más diferente. Ya de primeras exhibe una clarividencia mayor en lo compositivo, adornada incluso con leves toques sinfónicos, y donde emergen una serie de riffs, particularmente justo antes del puente central, con los que empatizo en gran medida. Brewczyński recupera la variedad tonal que mostrara a comienzos del disco y todo transcurre captando mi atención en todo momento. La disimulada y tímida épica que ofrece en el epílogo me parece el broche perfecto. Por contra, no soy capaz de adivinar qué aporta la outro de medio minuto “The Altars Fall”.
Una muesca más para la inagotable nueva ola de death metal clásico que, sin ofrecer nada nuevo, muestra aunque sea de manera puntual unas capacidades compositivas que lo sitúan ligeramente por encima de la media. Enfangado en el tono imperante (y obligado) relucen destellos de calidad que si bien no dan para que el álbum alcance el notable, tampoco yerre a la hora de llamar la atención de los fanáticos del death más rocoso. Un disco de género, en definitiva, para lo bueno y para lo malo.
Texto: David Naves