Agenda: Diamond Dogs en Avilés

Inmersos en plena gira 30º aniversario la formación sueca Diamond Dogs desembarcará en la Factoría Cultural de Avilés el próximo jueves 30 de mayo. Y lo celebrarán interpretando íntegramente su disco más exitoso «Too Much Is Always Better Than Not Enough» editado en el 2002, además de varios de los himnos confeccionados durante su extensa trayectoria.

Cómo es habitual en el ciclo de conciertos dirigido por Factoría Sound la sala presentará de nuevo una gran aspecto, con todas las entradas vendidas desde hace 2 meses. Con apertura de puertas a las 20 horas Sulo Karlsson y los suyos tomarán posesión del escenario a partir de las 21 horas para desgranar ese característico rock n’ roll de fuerte influencia británica setentera.

Crónica: Långfinger en Avilés (Factoría Cultural 18/5/2024)

Recuperándonos aún mental y físicamente del viaje relámpago a tierras leonesas de la jornada anterior, tocó echarse de nuevo a la carretera y poner rumbo a Avilés. El motivo era no otro que la nueva venida de los suecos Långfinger a Asturias. El trío que forman el bajo y voz Victor Crusner (Eclipse), Jesper Pihl en batería y Kalle Lilja en guitarra. La gira, en apoyo de su último álbum “Pendulum”, volvió a congregar a un buen número de fieles en nuestra querida Factoría. Por sonido y escenario una de las mejores salas de la región.

Y es que precisamente el sonido que emana del trío no puede ser mejor mientras atacan la inicial “A Day At The Races” parapetados tras el semblante tan concentrado como risueño de Crusner. Mostró el sueco un gran estado de voz. No ya en estos compases iniciales sino durante toda la descarga, algo que vino a dar cumplida cuenta del buen momento de forma que atraviesa el trío. Un trío que suena profundamente orgánico, apoyado en una puesta en escena que no podría ser más básica y elemental.

Un trío bien ensamblado y mejor engrasado que vino a dar un show de menos a más. Ese carácter tan diésel de la velada deslució tal vez algún que otro corte inicial. Así las cosas, el mayor grosor de “Arctic” fue recibida nunca con indiferencia pero sí con un público que parecía aún a la expectativa. Crusner tenía pequeñas anotaciones en nuestro idioma junto al setlist y ciertamente puso todo de su parte cara a que la comunión fuera total. Hasta los más pequeños detalles suman y decantan la balanza. Desde luego el sueco lo sabe y obra en consecuencia.

Diría que no es hasta “Orbiter” que el público sale de su letargo y el trío ofrece su mejor versión. El solo que dibuja Lilja aquí puede ser fácilmente uno de los mejores de la jornada. Él y Crusner acaban de rodillas y en lo personal aprecio en gran medida esa versión más alucinada y lisérgica del combo radicado en Gotemburgo. Le llegó el turno entonces a una “very old song”, que no era otra que “Fantasy Ridge”, de aquél “Skygrounds” de 2010, donde sobresalieron los coros del batería Pihl.

Pero aunque Långfinger hagan gala de un carácter homogéneo donde las influencias se multiplican y divergen de cara a construir un set sumamente atractivo por su propia diversidad, qué duda cabe que es el riff juguetón e incluso bailable de “Dead Cult” el que se lleva el gato al agua. Coreamos, bailamos y sudamos con ellos, a lo que el trío respondió poniendo todo su empeño. El set serpenteaba por alguno de sus temas más accesibles y la concurrencia terminó por entrar en el juego propuesto por el trío nórdico.

Y es que “Skygrounds”, aún cuando pierde el Hammond del original, entrega otro de los riffs con más gancho de la noche. De nuevo excepcional aquí Lilja con su roja SG, qué me gustan estas guitarras, y aún mejor la respuesta de un público ya totalmente entregado. La aparente sencillez de “Fox Confessor” destapó al mejor Crusner como vocalista. Ya digo que su voz aguantó el envite sin mayores inconvenientes. Siempre risueño y poniendo todo de su parte por hacernos partícipes de su característico rock and roll.

Curioso el diálogo entre Pihl y Crusner que propició “Herbs In My Garden”, seguido de otro gran solo de Lilja. El trío en su mejor versión, disfrutando y haciendo disfrutar, encaró los bises con la satisfacción del trabajo bien hecho. Y bendito trabajo. Crusner anuncia “this one is really fast” y el trío se vacía con “Eclectic Boogieland”. Ni una gota en el tintero. Vítores inclusive. “You make me feel like I was at home” (me hacéis sentir como si estuviera en casa). Se le puede acusar de tribunero al sueco pero qué duda cabe que el y su banda brillaron a gran nivel. Quede la final “Ragnar” como sólido testimonio del gran nivel que atesoran.

Factoría Sound y bandas de origen sueco. No recuerdo binomio más sólido desde Clyde Drexler y Hakeem Olajuwon. Siena Root, Greenleaf y ahora Långfinger son solo tres pinceladas del mucho y buen rock and roll que el país nórdico tiene para ofrecer. Afortunados somos de poder ver a bandas de este calibre al lado de casa. Que además vengan y cumplan con las expectativas creadas. Que disfruten y nos hagan disfrutar. De que no todo sea heavy metal en esta vida. Que ya no pique cuando toca aguantar el incesante latiguillo de que “hoy en día todo son bandas de enfadaos y tías con el pelo de colores”. Supongo que todos tenemos derecho a estar equivocados.

En cualquier caso y como siempre, agradecer una vez más a la organización todas las facilidades dispuestas para la realización de esta crónica y mandar un cariñoso saludo a los habituales de siempre. Nos vemos en el siguiente.

Texto: David Naves
Fotos: José Ángel Muñiz

Agenda: Långfinger en Avilés

Nueva cita con el ciclo de conciertos Factoría Sound, en esta ocasión con el trio sueco Långfinger y la presentación en vivo de «Pendulum«, su cuarto trabajo discográfico editado en el mes de marzo vía Welfare Sounds & Records tras 9 años de silencio.

Liderados por Victor Crusner, bajo y voz, el también componente de Eclipse llegará a la factoría cultural de Avilés acompañado por Kalle Lilja a la guitarra y Jesper Pihl a los parches.

Tres amigos desde la adolescencia que dejarán fluir su pasión por el rock de corte clásico, el grunge, el hard rock y el metal.

Últimas entradas disponibles en la taquilla de la Casa de la Cultura de Avilés y online a través del siguiente enlace:
https://uniticket.janto.es/palaciovaldes/public/janto/main

Crónica: Factoría Rock Fest VI (Avilés 3/5/2024)

Sexta edición del Factoría Rock Fest que vino a congregar esta vez a las bandas Estramonio, Nicotine Bubblegum y Blast Open, tres nombres poco pródigos en nuestros escenarios por lo que era la del viernes una cita que daba pie a pocas excusas pero siempre a reencontrarse con buenos amigos que hemos ido haciendo en el camino. Músicos y fans que no quisieron perderse las evoluciones de un festival hecho con el mayor de los cuidados.

Los esquivos Estramonio serían a la sazón los encargados de iniciar la edición número seis del evento. Es verdad que ante un público escaso, quizá por la amplia oferta o quien sabe si por lo esquivo de las bandas presentes en el cartel, lo cierto es que nos habría gustado ver un mayor número de gente frente al escenario cuando el cuarteto inunda la factoría con su habitual doom rock.

Explota “Bitch Rides” y de pronto el nombre de Danzig asalta mi subconsciente. A bordo de un buen sonido, no acostumbra a decepcionar aquí la Factoría avilesina, y sin más puesta en escena que el nombre de la banda proyectado a sus espaldas, se las fueron arreglando para meterse a la gente en el bolsillo.

Y es que quien conozca las andanzas y también las chanzas del guitarra de Leather Boys, no se sorprenderá de las muchas perlas que desliza a lo largo del set. Pero también unas interpretaciones sentidas y llenas de un extraño feeling. Oculto tras unas gafas casi imposibles que harían las delicias del mismísimo rey del rock, supo liderar a Estramonio sin perder ese engarce con la audiencia que convierte el set en una experiencia altamente gozosa.

Shark Woman” exacerba la cara más frondosa de los asturianos. Y mientras se suceden las bromas, o se nos invita a disfrutar del lado más hedonista del rock and roll, lo cierto es que la banda sonó tan sólida como se esperaba. Lord Vistrimir Fox y su blanquísima Les Paul descargó uno de los mejores solos de la noche en una “La Cuchara” tras la que llegarían los debidos agradecimientos. Que la incorrección no destierre nunca las buenas formas.

Cocaine”, en recuerdo de “los prejubilados que descubrieron el polvo blanco” resuena quizá como su tema más alucinado del set. Antecede a una “Shadowland” con Lord Gargollo encargándose a un tiempo de batería y efectos en su particular oda al multitasking, lo que viene siendo la multitarea de toda la vida. Medio improvisaron una curiosa versión de Queen y desataron las risas de algunos con lo del “Llagar Of Broken Dreams”. Se irían aquí y la Factoría se pondría ya en modo Nicotine Bubblegum al punto de que proyecta el nombre de la banda durante el bis “Vistrimir Forest”. Tan divertidos por las muchas chanzas de su líder como sólidos, elevándose desde el proto doom de Black Sabbath hasta rozar a Danzig o The Cult. Ojalá y se prodiguen más habitualmente.

Suponemos que Nicotine Bubblegum, “Twilight Sleep” mediante, comenzarán ahora a ser habituales de nuestros escenarios. Su debut en el largo ha pasado con buena nota por la web, ampliando el rango de influencias que manejaban en aquél ya lejano Ep de 2018, y en la Factoría vinieron a dar la medida del tipo de banda que son a día de hoy.

Faltaban pues cinco para las diez cuando irrumpen en la sala avilesina con visos a presentar ese flamante nuevo álbum. Y lo hacen, como reconocería más adelante el propio Rose, con la cara más grunge del cuarteto. Qué mejor para ello que “M.U.I.L.” de su nuevo trabajo. Apoyados en las finas líneas de batería de Marco Valera (Dumange, The Black Panthies Party) sus canciones son sinónimo de calidad. Luismi no tiene ese carácter bromista e incorrecto de su compañero en Leather Boys. Por contra, lidió con alguno de los tonos más broncos de su repertorio en una noche que paso a paso se iría caldeando.

Focus In” puede ser un buen ejemplo de esa mayor gravedad, extrayendo de su garganta los tonos más agrios que le hayamos escuchado hasta la fecha. La banda tendría tiempo de recordar al Ep homónimo con “Space Eyes”. Aunque si hay un corte que me sorprendió para bien, ese fue a buen seguro “Youth Leisure”, que en directo se acerca peligrosamente a contornos dignos de unos The Smashing Pumpkins como me chivó cierto corsario por línea interna. Su final nervioso e incandescente fue fácilmente mi momento favorito del set.

Fire In The Hole” dejó entremedias un estupendo riff de Noé Grigera y “123” reprodujo la colaboración de Gin Barbería que ya aparecía en el disco. Contó el propio Luismi la forma tan casual en que surgió la colaboración y cómo su presencia “llevó el tema a otro nivel”. Casaron bien ambos registros aquí y la voz de Absalem no tuvo mayores problemas en pasar de tonos amables a los más desgarrados. La suya es una de esas voces de esas que siempre suman. “Palindrome” les acercó a Tool, aunque fuera en la distancia, y la banda dibujó uno de los puentes más llamativos de la jornada.

El final con “War”, para la voz de Nicotine Bubblegum “uno de los temas más especiales” despidió la presentación de un álbum que, esperemos, les traiga no pocas alegrías. En la medida en que la providencia nos lo permita, tened por seguro que os las contaremos por aquí.

Los thrashers Blast Open venían para poner al festival patas arriba. Su propuesta, máxime tras la edición del tremendo “Spitting Blood”, suponía claro la más incendiaria de las tres y el cuarteto, Andrés en guitarra solista, Nefta en guitarra y voces, Marco en baterías y Ton Jerez Araujo al bajo, resultó todo lo frenético que de él se esperaba.

Lo deja claro la intro que antecede a “Riding On A Dead Horse”, donde casualidades de la vida, volvemos a oír la voz de Gin, y la forma en que la banda ataca este primer corte del setlist. Es cierto que el sonido no era nada redondo en esta parte inicial del set. Sea como fuere la banda acertó a la hora de conjugar nervio y melodía. Los viejos Blast Open chocaban así con los actuales en un corte que entiendo como puente entre las distintas encarnaciones de la banda, con Andrés apuntalando la cara más melódica a través de una acertada elección solista.

Fallen Angel” impuso su ritmo casi marcial y el sonido fue mejorando por momentos. Sorprende este Nefta que lo mismo te produce el disco de Nicotine Bubblegum, que se cuelga la guitarra en Blast Open o incluso el bajo en Dumange. Una presencia ya ineludible de nuestra escena y muchas ya las ocasiones en que nuestros caminos se han ido encontrando. “Buenas noches. No nos dejamos ver mucho… en alguna obra quizá” bromeó. Y como si el destino quisiera castigarle por el chascarrillo, fue aquí que tuvo problemas con el monitor. Sin que la cosa pasara a mayores cabe igualmente apuntar.

Porque “Pool Of Blood” desató a los Blast Open más incendiarios. Marco Álvarez puso todo de su parte para, blast beats mediante, poner la nota más extrema de todas cuantas hemos disfrutado en nuestra querida Factoría. Tuvo tiempo la también voz de Sound Of Silence de agradecerle a Andrés su proposición como nuevo miembro de la banda, un embolado más con el que lidiar, y qué mejor para ello que algo como “Cross Hate”, con la banda dando su mejor versión. También la Factoría en lo que a sonido se refiere.

Con “The Ball Of The World” encararon una fulgurante recta final donde hubo tiempo de recordar a aquél debut de 2012 “They Destroy Our World” gracias a una “Blinded” convenientemente adaptada a la actual formación de los asturianos. “Nos vamos a ir yendo” anticipa “Immortals”, tal vez mi favorita de su segundo álbum, previa al cierre por momentos despiadado con “Trying To Escape” para un set en que la banda fue claramente de menos a más.

Tres bandas que no se prodigan en exceso. Todo lo contrario que los muchos correligionarios que parecen no fallar nunca. Si no existieran, tendríamos que inventarlos. Es cierto que esperábamos una mayor venta de entradas. No es menos verdad que quienes nos dejamos caer por allí el pasado viernes disfrutamos de tres formas bien distintas de entender la música en directo. Vaya pues como cierre a esta crónica nuestro agradecimiento a la organización del evento por todas las facilidades y, como viene siendo habitual, nos vemos en el siguiente.

Texto: David Naves
Fotos: José Ángel Muñiz

Reseña: Nicotine Bubblegum «Twilight Sleep» (Autoproducción 2024)

Primer largo para los alternativos avilesinos Nicotine Bubblegum. El cuarteto que forman Marco Valera en baterías, Pablo Fernández al bajo, Noé Grigera en guitarras y el Colmena y Leather Boys Luismi Rose en voces, nos entrega nueve temas producidos, grabados, mezclados y masterizados en los Breakdown Studios del Sound Of Silence Nefta Vázquez, adornados por el arte del propio Grigera y con la colaboración de Gin Barbería (Absalem) en “123”. El disco será presentado en la sexta edición del Factoría Rock Fest junto a Estramonio y Blast Open.

El bajo de Pablo Fernández y la guitarra de Grigera forman un tranquilo contrapunto para dar la bienvenida en la inicial “Fire In The Hole”, que pronto me podría recordar a otra banda también asturiana y de inspiración post grunge como es Automatic Kafka. Aquí surge, claro, un Rose en una clave distinta a la que nos tiene acostumbrados. La voz del Leather Boys ensucia su registro en estrofas en crescendo, que desembocan en estribillos marca de la casa. Me agrada ahí el buen trato coral del que gozan. El desarrollo se adhiere a los grandes tropos del género y por ahí caben pocas sorpresas. La producción del Escuela de Odio Nefta Vázquez acierta a la hora de distinguir cada línea presenta en la mezcla y guía a Nicotine Bubblegum hasta el pesado tramo final. Primer corte, en definitiva, arrastrado, arenoso y en cierto modo convincente.

Pequeño caos controlado el que desata el prólogo de “Brinell Hardness”. Pero si algo me gusta de este segundo corte es la forma en que la banda ha trazado estas estrofas. El crescendo tan clásico que dibujan. El pequeño lugar para el esparcimiento del que goza el bajo de Fernández. Y cómo desemboca en uno de los estribillos más poderosos, metálicos se podría decir incluso, de todo el largo. Rose insiste en ese registro variable, alternando voces limpias con tonos más rotos con total naturalidad. Puede que eche en falta un solo que aporte algo de vistosidad a su epílogo pero en cualquier caso una de mis favoritas de entre las nueve.

El prólogo de “M.U.I.L.” se apoya en un riff de pulsos casi groove que me sorprendió en una primera escucha y me ha ido enganchando en las sucesivas. El que surge después de ese prólogo pasa de hecho por ser uno de los más retorcidos de todo “Twilight Sleep”. La voz de Rose aparece filtrada ahora y uno recuerda inmediatamente a según qué momentos de los seminales Nirvana. Me agrada por cómo la construcción de este tercer corte difiere del par de entregas previas, así como por la extraña vibración que se extrae de la guitarra de Grigera. Ojo a cómo el epílogo desata la cara más ardiente del cuarteto con base en Avilés.

123”, con la Absalem y Gemtonics Gin Barbería a bordo trae consigo un riff de aires casi medio orientales para una propuesta que sería, a su vez, carta de presentación de este debut. Sus estrofas no podrían destilar un mayor aroma a lo mejor del rock alternativo de la década de los noventa. La banda las construye con sumo cuidado, de nuevo ese crescendo tan clásico, para desembocar en unos estribillos donde se mezclarán ambas voces primero y quedará Barbería en solitario posteriormente. Hay algo casi intuitivo en la forma en que ambas voces casan aquí. Jugando a buscarse y encontrarse a lo largo de otro corte trazado con sumo cuidado. Dice mucho en favor de la banda el haber optado por un tema como este a modo de anticipo de “Twilight Sleep”, verdadero negativo del tipo de single facilón y al pie por el que acostumbra a optar la mayoría. Uno de los estandartes de este tracklist en opinión del abajo firmante.

Y no es que “Gimme A Blend” me desagrade. Para nada. Luismi sorprende con alguna de las voces más rotas y oscuras que le hayamos escuchado. Es solo que el álbum viene de uno de sus temas más grandes y, al menos en lo que a mí respecta, me cuesta conectar con algunos de los pasajes más tranquilos y algo extraños de esta quinta entrega. Quienes busquen más intensidad, la hallarán en un tronco central tan desgarrado como breve. Todo se apoya en una estupenda línea de bajo de Pablo Fernández pero, en líneas generales, un corte con el que me cuesta llegar a conectar.

Palindrome” tiene quizá el inicio más metálico de los nueve. Ahí marca el paso una vistosa línea de batería de Marco Valera, soporte de un corte que acierta a la hora de acercar a los Bubblegum a las lindes del hard rock más nervudo y contemporáneo. Rose desliza de un modo llamativo su registro por unas estrofas llenas de una luz que pronto tornarán en una curiosa oscuridad. Por lo que sea, me agrada la forma en que la composición se va tiznando de esa negrura. Siempre dentro de las lindes del género y del disco en sí, pero lo suficiente como para disociar a este meditado palíndromo del resto de entregas. La manera en que su tronco central serpentea entre la cara más aguerrida del cuarteto y la más alternativa constituye otro de mis momentos favoritos del debut.

Focus In” nos devuelve a Nicotine Bubblegum en su encarnación más arrastrada y fangosa. A ella contraponen la más lindante con el pop alternativo y de resultas de ello se desencadena un corte fuertemente bicéfalo, con Rose tan cómodo en la calma como en la tormenta. De nuevo la producción en los Breakdown Studios parece haber entendido al dedillo al tipo de banda que tenía entre manos. Reconozco que por trazo hay ofertas dentro del disco con las que conecto en mejor medida. De todos modos, bien está el puro desgarro de su tramo final.

No muy lejos de su predecesora vendrá a situarse una “Youth Leisure” que, reloj mediante, parece poner sus miras mucho más allá. Contornos tranquilos enfrentados a la cara más nerviosa de su bien conocido rock alternativo. Nada que sorprenda a estas alturas del disco pero lo suficientemente cuidado para que el corte diste de caer en el olvido. Porque la buena línea de batería de Valera merece todos los parabienes. También la forma en que el registro de Rose se enturbia con el correr de las estrofas. En otro álbum, el solo de Grigera habría gozado de más espacio para su propio esparcimiento. Aquí se adhiere orgulloso a los propios pulsos de este particular sueño crepuscular, por lo que viene a ganar en coherencia aquello que pueda perder en brillo. Estupenda.

Cierre para la extensa “War”. Que me agrada por la forma en que traza un prólogo de entornos tranquilos y, riff mediante, reconduce hacia la consabida mezcla de grunge y alternativo de los asturianos. Siento a Rose no tan a gusto como en otras entregas del álbum cuando llegan esos riffs más gruesos. Sí, en cambio, en la cuidada calma de ese prólogo. Es otro corte a mayor gloria de la cara más bipolar de la banda, que no opta por el habitual cierre resumen y se decanta en cambio por una construcción más sencilla de lo que aparenta. En ella Grigera parece más que inspirado. Tanto en la sucesión de riffs como en las melodías que adornan los pasajes más tranquilos. Un cierre en cierto modo ágil, de esos que han ido creciendo una barbaridad con las escuchas.

Siendo como es un disco de género, lo cierto es que la banda se las ha arreglado para dibujar a lo largo de sus nueve cortes una amplia paleta de colores. El rock más tranquilo, lindante con el pop incluso en ciertos momentos, confronta al alternativo más descarnado y llega a lindar incluso con un metal a ratos sucio. Y ya digo que la producción de Nefta parece haber comprendido el tipo de banda que tenía entre manos, entregando una mezcla tan clara como invisible. Algo más de tres cuartos de hora para regocijo de los fans del alternativo más al uso. Bienvenido sea.

Texto: David Naves