Reseña: Acid Blizzard «Sleepless» (Autoproducción 2024)

La escena rock astur sigue ampliando sus márgenes. Acid Blizzard son los últimos en sumarse a un género en alza en el Principado, como demuestran el buen momento que atraviesan formaciones como Malverde, Green Desert Water o The Magus entre tantas otras. Ellos son Jim Connelly en voces, Pablo Regueiro a la batería, la dupla Javi Prado y Nacho Arteaga en guitarras y el bajo de Berto González más la ayuda de Victor Münster con los sintes. Este pequeño “Sleepless” que hoy nos traen consta de tres cortes grabados en el gijonés Kathedrale Estudio con producción de Alex Gato y Gonza Whiplash y mezcla y máster de Martín Van Keulen. El sencillo vio la luz el pasado doce de mayo.

Sugar Cane” pronto convierte la ligereza de su pequeño prólogo en puro fuzz. Pero una distorsión que dará paso a unas estrofas construidas con sumo cuidado, plagadas de detalles y en las que la banda ya deja bien claras sus intenciones. Jim Connelly muestra de hecho un registro que se amolda como un guante a la propuesta del quinteto. Puedo echar en falta algo más de gancho en sus estribillos. Por otro lado, el vértigo de su tramo final y como éste se enfrenta a la algo alucinada línea de voz de Connelly me resultan más que convincentes.

Prólogo puramente ferroviario para la más alegre “Outta My Brain”, donde el nombre de sus paisanos Malverde suele atacar mi subconsciente con cada nuevo paso por ese arranque encendido y vibrante. Los Blizzard reconducen entonces hacia su versión más pantanosa, que alimenta tonos más llamativos por espaciales. Hay ciertos engarces entre estrofas que me recuerdan a unos Alice In Chains en su versión más primaria, mientras que ese trotar camino del cierre bien lo podría haber firmado unos Amon Ra del “Incarnatio”. Estupenda y fácilmente la que más ha crecido con el correr de las distintas escuchas a este “Sleepless”.

El cierre de este pequeño artefacto sonoro es para la propuesta más ambiciosa del mismo, esta “A.I Baba”, donde Acid Blizzard muestran un prólogo tranquilo, que no amanerado, con Connelly en su encarnación más amable, convertida su voz en poco más que un susurro. Clásico, a la par que agradable, el modo en que la banda va adentrándose en páramos que habrán de rozar la psicodelia más leve. Hay un estupendo trabajo de Regueiro tanto en las partes más rabiosas como en las más alucinadas, algo que habla muy bien del cuidado con el que la banda ha trazado (y ejecutado) esta tercera entrega. El epílogo, con el quinteto en su versión más acendrada, tiene algo que me recuerda a Acid Mothers Temple. Un buen remate para este pequeño primer paso de los astures.

Al fin y al cabo no hay gran viaje que no comience con un pequeño primer paso. El de los Acid Blizzard nos descubre a una banda que parece tener las cosas muy claras a la hora de encarar sus temas. Es cierto, tres temas, con una duración total por debajo de los quince minutos no dan como para trazar una composición de lugar sobre sus puntos fuertes así como sus posibles debilidades. En cualquier caso me resulta un trabajo lo suficientemente atractivo como para mantener la vista fija en la última oferta surgida de entre el vasto panorama que propone el actual underground asturiano. Bienvenidos sean.

Texto: David Naves

Crónica: Drunken Buddha «Made In Lanio» (Salas 7/6/2024)

Hacía apenas un mes que habíamos visto por última vez a la buena gente de Drunken Buddha, fue en la última edición del Vidiago Rock, pero como somos unos enfermos de esto, qué se le va a hacer, tocó echarse otra vez a la carretera. Esta vez rumbo a Lanio donde unos enamorados del rock como los hermanos Jorge y Fer retomaban la actividad en directo en su coqueto y recogido local. Con apenas un escueto plano como ubicación del concierto y nuestro recuerdo del paso de Beast Inside hace algo más de un año por allí arrancamos hacia la localidad salense para dar buena cuenta de un bolo más de Diego Riesgo, Michael Arthur Long, Kay Fernández, Mario Herrero y Fran Fidalgo.

Tirando de tópicos, “Sea Of Madness” desata pronto la locura en Lanio. Tanto, que una cuerda de la preciosa Les Paul de Diego no aguanta semejante envite. Y dio igual porque uno de los parroquianos se ofreció amablemente a cambiarla allí mismo. Anécdota inicial para un show en el que nos las prometíamos muy felices.

Y es que esta gente parece que siempre funciona. Da igual que estemos en un festival (el tristemente desaparecido Rock Nalón) que en un recinto reducido, cortes como “Devil’s Breath” siempre sacan lo mejor del hard / heavy y lo embuten en unas interpretaciones siempre a la altura. Drunken Buddha dan siempre la impresión de ser la típica banda que se lo pasa en grande haciendo lo que hacen. La química que se observa entre ellos es contagiosa, desde luego.

Para “Purple Skin”, ya con la Les Paul negra de vuelta, Arthur Long pone a prueba los bancos del local, improvisada pasarela, y solo sonrisas pueblan nuestros rostros. Que además el sonido, sin ser el de los grandes recintos, solo faltaba, alcanzó para disfrutar de los asturianos sin mayores contrariedades. “Can’t Hold Your Gaze” sonó tan fulgurante como acostumbra. Aquí aprovecharían para deslizar algún tema nuevo, “Sweet Huntress”, y comentar que “está todo en manos de Juan Martínez” según palabras del propio frontman del Buddha.

Las bromas, el buen rollo, la camaradería fueron la norma una vez más. Sirva como ejemplo, los pequeños destellos de “Carolina” (M-Clan) o “Soldadito Marinero” (Fito y Fitipaldis) con que nos distrajo Diego desde su Gibson. Todo como anticipo de uno de los cortes más intensos de la noche, no otro que “Hang ‘Em High”, con Arthur Long ya descamisado y paseando el micro sobre nuestras cabezas.

Su habitual “Mr Big”, original de unos tales Free, calmó un poco los ánimos, exaltados y enfebrecidos ya, justo antes de que “Monster” pusiera de relieve, una noche más, el lado más musculoso y grave del quinteto. Y si en la primera fue Diego quien se destapó con un gran solo, en esta sería Mario quien dejaría destellos de su gran clase tras las teclas. Y es que, más allá de los gustos de cada cual, y con la actual base rítmica de Kay y Fran ejerciendo de perfecto parapeto, son una banda de muchos quilates.

Y tienen cintura. Porque tras la crudeza monstruosa, llega el turno de uno de sus cortes más pegadizos e incluso radio friendly. Al menos de un tiempo en que la radio no era coto cerrado y casi exclusivo del atúnconpan. Estoy hablando, claro, del “Dance Of The Serpent Queen” que ya apunta a fijo en su setlist durante largo tiempo. Llegó no sin que antes Arthur Long quisiera tener un pequeño recuerdo para con “la prensa”. Lo decía al principio: somos unos enfermos. Es lo que hay.

Encarando ya la parte final del set, no falló “Walking In The Shadow Of The Blues” a la hora de extraer la cara más sensual de la banda. Y no solo por el pecho descubierto de su vocalista. “Hay que hacer aquí un festival de tonada”. Aunque si hubo un corte que realmente me enganchó a estas alturas fue “Lady Stardust”, en especial con ese crescendo final que traman entre Fran y Kay, al alimón con otro solazo de Diego.

Puede que fuera una plaza pequeña y ni así quiso el vocalista olvidarse del habitual baño en champán de “Medicine Man”. Tampoco de guardar lo mejor de su garganta para la más atemperada “Strangers & Fools”, o dedicarnos un par de versiones que no estaban en mi guión particular. A saber: “Smoke On The Water” de Deep Purple y “Paranoid” de Black Sabbath. El final, una noche más, vino a corresponder a su habitual revisión del “Highway Star”, es cierto que ya con el sonido algo enmarañado pero sin perder un ápice de fuerza ni ganas. Muy grandes. Esperando ese tercer álbum como agua de mayo.

Atraviesan un momento dulce y se nota. Sea en festivales, sea en salas, parece que siempre cumplen. Nos preguntaba el propio Michael Arthur Long por las veces que les hemos visto y yo, francamente, creo haber perdido la cuenta ya. Solo sé que la del pasado viernes, a buen seguro, no fue la última. Así me parta un rayo. Vaya un abrazo para ellos, también para la buena compañía y ya saben: nos vemos en el siguiente.

Texto: David Naves
Fotos: José Ángel Muñiz

Reseña: Montaraz «Defendiendo Tu Voz» (Demons Records 2024)

Es el tercer trabajo discográfico para Montaraz, quinteto de Narón (Galicia), a la sazón ganadores del Perversiones 2023. Ellos son Simón Pereira en baterías, Juan Muiños y Ger García en guitarras, Diego Pena al bajo y José Santos en voces. “Defendiendo Tu Voz”, que así se llama este nuevo álbum, contó con producción, mezcla y master del Adventus o Delalma Manuel Ramil (Eco, Death & Legacy, Edén, Infamia…) y arte de José Antonio Vives (Ankhara, Saedín, Deimler, Herética…) para siete temas que han visto la luz bajo el paraguas de Demons Records.

Hay algo en la forma en que Santos se desempeña en “Al Final” que me recuerda al mejor Manuel Martínez (Medina Azahara) en lo que constituye un primer corte de lo más castizo. Puro hard / heavy en la mejor tradición del género en nuestro país, vaya. Por ahí se suceden buenos adornos melódicos en apoyo de las estrofas. Aun más pronunciados tras los estribillos. Pero, sobre todo, la sensación de que la banda no pretende otra cosa que divertir. Y divertirse en el proceso. Ha sido la carta de presentación del álbum y por ahí se entiende la cierta simpleza que muestra su trazo. Aún así me resulta de lo más disfrutona conforme alcanza su tramo final y gana en intensidad y pegada. Aunque sea de manera leve. Un buen arranque.

Quiero Vivir” acentúa a esos Montaraz más crudos y viscerales que se intuían en el epílogo del tema previo. Su riff principal suele recordarme a unos Judas Priest del presente siglo, si bien la forma en que la producción filtra la voz de Santos en determinadas estrofas no podría resultar más lejana a la banda de Birmingham. Se suceden aquí hábiles cambios de ritmo, muy firme siempre Pereira a los parches. Y una extensión en la forma de llevar adelanto sus desarrollos que me recuerda sobremanera a mis paisanos de Bestia Negra. Vuelven a irrumpir buenas melodías en apoyo de los cumplidores estribillos para una letra en la más pura (y de nuevo castiza) tradición del género.

Desgarrador grito de Santos para dar la bienvenida en “Vuelve”, que sale adelante sobre uno de los riffs con más gancho del álbum, pero sorprende con la desnudez que muestran sus primeras estrofas. Nombres como Ankhara o Lujuria acuden a mi mente mientras el corte va ganando en intensidad camino de estribillos. Irrumpen ahí los mejores Montaraz, esos que se instalan a medio camino entre el heavy metal más clásico y el hard rock más vibrante. Hay una mayor presencia de la base rítmica aquí, en particular del bajo de Peña, que termina por otorgar el debido empaque a un corte, por momentos, más arrastrado pero también pegadizo. Redondean el buen solo que nos conduce hasta el epílogo y el trazo tan clásico de este.

Pero lo que más me agrada es lo orgánicos que suenan. Habrá trucos de salón propios del estudio como los del prólogo de esta “Fuera Del Rebaño”, pero la banda en ningún caso alcanza a resultar artificial. Ni mucho menos. Hay una letra más punzante y mucho más crítica alimentando esta cuarta entrega. Conjugan, y pienso que de manera hábil, la cara más nervuda con la más tranquila, surgiendo por ahí uno de los cortes más diversos de todo el tracklist. Y aunque no me termina de agradar Santos en esas partes más tranquilas, podría decir justo lo contrario a través de las más nervudas. Es el corte más rácano por duración del álbum pero no siento que ninguna de las ideas propuestas se quede a medias por falta de desarrollo. Al contrario.

Aludía antes a Bestia Negra por aquello de la duración de los temas y es precisamente el nombre que acude de nuevo a mi subconsciente con “Montaraz”. En gran parte por lo extenso del prólogo, trazado sobre alguno de los riffs más curiosos (y cuidados) de todo este segundo trabajo. Y es que la banda, en especial la dupla Muiños & García parece haber puesto todo de su parte cara a construir otro de los cortes principales del álbum. Que para algo es una composición que lleva el propio nombre de la banda. Tiene un sabor muy clásico donde detecto dejes que me recuerdan a gente como Lujuria, Obús, Angeles Del Infierno y, como no, Iron Maiden, por ese puente central calmo y reposado que dará pie a unos Montaraz pesados, casi monocordes, anticipo de la habitual ensalada solista.

Mi Vieja Guitarra” y su calmo prólogo entregan a un Santos en una clave más limpia, que desaparece toda vez irrumpe la faceta más obligadamente metálica del quinteto. Manuel Ramil aporta teclas en este penúltimo corte de cara a acentuar ese lado más melancólico de Montaraz. Un trazo agradable y bien arreglado, por tanto, para lo que no deja de ser otro corte leal a una forma, ya digo muy castiza, de entender el heavy metal. De los siete cortes que componen este segundo trabajo, fácilmente el que más parece pensado con el directo en mente, rematado por un solo, eso sí, de duración algo rácana.

La banda parece exhibir un mayor dramatismo a través del largo prólogo de “A Donde Vas”, cierre de este “Defendiendo Tu Voz” con Montaraz fundiendo su habitual metal de posiciones eminentemente clásicas con el hard más acomodado de los estribillos. Un corte que despide el álbum con otra gran labor de García y Muiños, pero donde Santos construye unas estrofas algo atropelladas. Por ahí un corte que me agrada solo a ratos, desdibujando un final que me resultaba más prometedor sobre el papel. Y es que ahí están los buenos detalles (de nuevo muy Maiden) de Peña introduciendo el epílogo, y los buenos solos de guitarra que se dibujan sobre él. Un cierre algo descafeinado.

Un álbum muy cumplidor, que alude de manera directa y orgullosa a un determinado nicho de oyentes y propone siete cortes construidos con gusto clásico y ejecutados, las más de las veces con acierto y buen gusto. Con un Santos que da en todo momento la sensación de habérselo pasado en grande construyendo sus respectivas líneas de voz y su entonada pareja de guitarristas, el disco podrá hacer las delicias de los fans de los muchos nombres que han surgido a lo largo del texto. El detalle de la participación de Ramil en “Mi Vieja Guitarra” suma sin resultar protagonista y en general resultan siete cortes sin otra pretensión que mantener viva la llama. Bienvenidos sean.

Texto: David Naves

Reseña: Eternal Storm «A Giant Bound To Fall» (Transcending Obscurity Records 2024)

Pues ya tenemos de vuelta a los chicos de Eternal Storm, la banda formada por Daniel Maganto (bajo, guitarras, voces), Daniel R. Flys (bajo, teclados, guitarras, voz principal) y Jaime Torres (bajo, guitarras, teclados, voces). No están solos en este envite pues se han rodeado para la ocasión de gente como Eloi Boucherie (Vidres a la Sang), Gabriel Valcázar (Wormed, Cancer, ex-Aposento), Rober Bustabad (Ovakner, Ruinas…) o un tal Dan Swanö, quien por cierto, carga con las debidas tareas de mezcla y master. Con el Aversio Humanitatis Simón Da Silva y el Terroristars Carlos Santos al mando de las grabaciones, sumado al artwork de Leoncio Harmr (Seth, Ars Moriendi, Lumen ad Mortem…), “A Giant Bound To Fall” fue puesto en circulación por el pujante sello indio Transcending Obscurity Records el pasado dieciséis de febrero.

La primera patada que da el álbum no podría resultar más determinante. “An Abyss Of Unreason”, que emerge de entre las profundidades, con un cierto aura misterioso inundando cada acorde, hasta llegado el momento en que la batería comienza a tomar cartas en el asunto. Es ahí donde nace la cara más melódica de la banda ahora radicada en Edimburgo. Pasan algo más de dos minutos cuando Eternal Storm, por fin, se hacen carne, promulgando su bien conocido melodeath sobre un nítido y potente blast beat. Aquí me agrada cómo la banda plantea las estrofas. La variedad tonal que muestran, la forma en que la producción carga con las distintas líneas incluso. No cuesta nada diferenciar los elementos presentes y equilibrio es la palabra que más acude a mi mente. Los estribillos, más acomodados, exudan melancolía. Y si me agradan las distintas contraposiciones que muestran aquí, no menos esos contornos más técnicos que irrumpen en el corazón mismo de la composición. No le faltará razón a quien piense que el arranque del disco peca de cierta pretenciosidad. Lo cierto es que como reza el tópico, estamos ante un corte de esos que ganan una barbaridad con las distintas escuchas. Repleto de capas, pequeños grandes detalles y decenas de aciertos.

Con todo un Sven de Caluwé (Aborted) colaborando por ahí, “A Dim Illusion”, que fuera una de las cartas de presentación de este nuevo largo, acomete firme un metal a medio gas, discurriendo ahora bajo una fuerte presencia sinfónica, que no hace por más que agigantar el deje más melancólico de este segundo corte. Interesante en cuanto a voces, ese rugir clásico del estilo, pero en las cuales creo adivinar flirteos de trazas más próximas al black más melódico. Aledañas a esas voces más agrias y ásperas surgen, claro, hábiles engarces entre estrofas. También pequeñas islas de calma tensa y que por alguna extraña razón tanto me recuerdan a los germano islandeses Árstíðir Lífsins. Desde luego no nos encontramos ante el clásico corte facilón y “radiable” sino ante una muestra más tanto de su buen nivel técnico como gramático. El fenomenal tronco central que apuntala la composición y el doble juego vocal que preceden al largo epílogo se sueldan al subconsciente con una fuerza y sentimiento inusitados. Estupendo trabajo.

Así las cosas, “There Was A Wall” arranca en tonos calmos y elegantes, dibujando un pequeño oasis antes de que la tormenta desate toda su furia superados los dos minutos de reloj. Y lo hace derivando hacia el lado más pesado y rocoso del trío antes radicado en la capital. También melódico. Hay voces limpias que bien podrían recordar a Alcest y propuestas adyacentes. Es un corte no tan ambicioso en cuanto a duración se refiere, pero eficaz en cualquier caso a la hora de ampliar el rango influencial de este segundo disco.

Last Refuge”, con el ex-miembro Kheryon echando un cable en voces, contrasta con su inmediata predecesora de tanto en cuanto vuelve a desatar a los Eternal Storm más nerviosos en la que es por lo pronto una de las líneas de batería más decididamente ágiles de todo el largo. Aquí me gustan los contrastes que producen las voces limpias contra los blast beats. Y el negativo de estos, esas voces rocosas y oscuras en contraposición a unas baterías más juguetonas y diversas. Toda la composición parece avanzar a base de contrapuntos, lo que hace por convertir a este en uno de los cortes más peculiares, también interesantes, de este nuevo tracklist. Que abraza el black melódico en mayor medida y lo colisiona con estrofas de un muy marcado tono épico. Todo el trabajo en cuanto a guitarras que los chicos despliegan aquí me resulta más que digno. Tanto en las partes más nervudas como en aquellas donde reina una extraña calma y que por momentos parecen lindar con el post-rock más al uso. El solo que atraviesa el corazón mismo de la composición tiene un gancho de mil demonios. Es cierto que el epílogo se me atraganta a veces, quizá demasiado discursivo, pero en cualquier caso aprecio el juego entre capas que propone cerca ya del final.

La instrumental “Eclipse”, corte más rácano en cuanto a duración de todo el largo, supone otro pequeño oasis entre las largas diatribas que Eternal Storm han propuesto para esta nueva obra. Opera desde unos acomodados sintes a los que se irán sumando guitarras tibias y afinaciones leves que, de nuevo, me llevan a pensar en bandas cercanas al post-rock. La pausa antes de la tormenta, que casi parece invitar a la reflexión sobre el disco mismo. Sobre lo oído antes y lo que resta de aquí al final. Mi mayor pega al respecto es sentir que ese crescendo final bien merecía un mayor desarrollo, si bien teniendo en cuenta que la duración total del álbum supera con creces los sesenta minutos tampoco seré quien eleve a mayores la queja.

Superada la calma, “Lone Tree Domain” vuelve para poner las cosas en su sitio, Eternal Storm retornan aquí a una visión clásica del género, embutida en un medio tiempo que deja traslucir, creo que de forma equilibrada, la fuerte raíz progresiva que emana de algunas de sus composiciones. Con eso y con todo el riff que alimenta alguna de las estrofas aquí no podría ser más simple ni tampoco poseer más gancho. Pero es una vez más en la creación de los distintos contrapuntos donde la banda parece hacerse más fuerte. Se ensanchece* que diría Jebediah Springfield. El calmo tronco central derrocha tanta elegancia como melancolía, estupendos coros de Eloi Boucherie aquí. El viraje hacia una mayor intensidad que propicia el epílogo puede resultar algo brusco, al igual que ese retorno a la calma en el cual creo divisar ecos de los Cynic más recientes. En todo caso otra composición ágil y atrevida, resuelta con pericia desde el plano técnico y que viene a hablar y no precisamente mal del momento creativo en que se encuentran.

* https://www.culturaocio.com/tv/noticia-palabra-inventada-simpson-llega-diccionario-20180306173007.html

The Sleepers” carga con el prólogo más extraño de todo el tracklist. Esas curiosa línea de batería serpenteando entre entornos tranquilos, a los que da pie posteriormente dibujando un metal paciente, de retazos casi shoegaze, que al virar hacia una mayor gravedad, acercan a Eternal Storm a territorios más propios del post-black más atmosférico. Juega un papel crucial aquí la colaboración de Dan Swanö, que termina por convertir a este en otro de los cortes más diferentes de todo el tracklist, con nombres como Heretoir o Ghost Bath acudiendo a mi subconsciente tras cada escucha. Cierto que sobre el papel y en términos puramente gramáticos no llame mi atención en la medida en que lo hacen otras entregas dentro del disco. Cierto también que aún así, su divergencia con el resto de cortes no hace sino aumentar su valor dentro del mismo.

Es entonces cuando llega “The Void” y desata la versión más descarnada, enfebrecida y casi diría furibunda del trío, que transiciona ahora hacia un death melódico cargado de fuerza y nervio. Baterías que vuelan, riffs que sacrifican complejidad en pos de una mayor pegada y voces maledicentes. Es desde luego un corte mucho más autoconsciente que aquella “A Dim Illusion”, lo que no quita para que en su tronco central anide un más que interesante y cuidado contrapunto entre las líneas de guitarra y voz. También un epílogo donde asoman los Eternal Storm más atmosféricos.

El cierre es para el tema título “A Giant Bound To Fall”, que me agrada por esa textura en crescendo desde lo reposado del prólogo hasta un entorno cercano al doom metal, inédito a lo largo de todo el álbum. Eternal Storm parecen fiarlo todo aquí a su propia pericia, trazando hábiles melodías de guitarra a modo de engarces entre estrofas, más asimilables a los grandes tropos que atraviesan este gigante destinado a caer. La pieza final del engranaje, el final de un viaje de casi setenta minutos, se dice pronto, donde sin embargo la atención apenas se distrae un instante…

… lo cual resulta en cierto modo fascinante. A través de las diversas escuchas a los nueve cortes que conforman este nuevo álbum de la tormenta eterna, pocas o muy pocas son las veces que mi atención se ha podido desviar del mismo. El paso que la banda ha dado desde su primer álbum, siento mientras escribo esto con “Last Refuge” sonando de fondo por enésima vez, es gigantesco. Y lo digo a sabiendas de que “Come The Tide” ya fue uno de los trabajos más apreciados de todo dos mil diecinueve. Pero esta nueva obra tiene casi de todo. Desde lo elegante y preciso de la producción pasando por la titánica labor gramática y terminando por la forma en que es capaz de picotear entre géneros sin perder jamás un único tronco común. Fiereza, gancho y elegancia conjugadas con precisión cirujana. Si buscaban su propia confirmación desde luego han dado en el clavo.

Texto: David Naves

Reseña: Ciclón «Magia» (Autoproducción 2023)

Ciclón estarán el próximo primero de junio en la remozada Sala Estilo de Oviedo junto con Ravenblood y Tatami, lo que me parecía una excusa tan buena como cualquier otra para recuperar su “Magia” del pasado año. Un álbum que congrega a Javi Endara al bajo, Pablo Yagüe en guitarras y Kike en guitarra y voces, amén de las baterías de Matías de Vallejo y la colaboración del Hitten Dani Meseguer en “Lágrimas Negras”. Con producción de los Arwen Daniel Melián y José Garrido (Angelus Apatrida, Saratoga, Muro, Obús…), master de Tony Lindgren (Angra, Wolf, Cobra Spell, Blind Guardian, Powerwolf, Paradise Lost…), arte de José Antonio Vives (Ankhara, Saedín, Herética, Omission…) y diseño de Javier Pastor (Frenzy, Iron Curtain, Slowburn…), el álbum vio la luz allá por el mes de octubre.

Intro” dibuja un arranque entre lo tormentoso y lo ochentero, esos sintes tan marcados del comienzo, para desembocar en una “Ave De Fuego” que pronto se adhiere a muchas de las máximas del hard heavy facturado de nuestras fronteras para dentro. Salta al oído ya desde el riff inicial. También en la construcción de las estrofas. Entiende uno rápidamente las diversas referencias de la portada. Hay un sonido de la caja que no me termina de agradar pero en definitiva no deja de ser un arranque óptimo, servicial, donde me agradan los riffs que trazan a lo largo de las estrofas. El estribillo, por contra, me resulta un tanto atropellado. El buen despliegue solista queda para un epílogo en el que saldrán a relucir unos Ciclón más técnicos a la par que intensos…

… trazando una senda que parece seguir la siguiente “Una Vez Más”. La banda gana enteros aquí, acercándose a unos Judas Priest pre “Turbo”, con Kike moviéndose ahora en registros más sucios, que no rotos. De construcción igualmente clásica, me agradan los detalles con que adornan los estribillos, así como esos pequeños riffs a lo Kai Hansen que preceden al tronco central. En él aprecio un buen solo de guitarra, que desemboca en un tramo final tan predecible como eficaz, con Kike atreviéndose con algún tono alto que otro. En su aparente simpleza, huele a fija en sus directos.

Ése Es El Juego” se atreve ahora con un riff más juguetón. Sensiblemente más apaciguada, también más chulesca, despliega una línea de voz, también un aspecto lírico, que me recuerda sobremanera al bueno de José Carlos Molina y sus incombustibles Ñu. Aquí, a falta de flautas y violines, lo que hay son buenos guitarrazos de hard rock del de siempre. También un solo de guitarra al que siento un tanto constreñido. Soy consciente de que cada vez me quejo más de esto, también de que voy camino de parecer un abuelo cebolleta al respecto. Ruego comprensión.

El caso es que el disco alcanza esta “Desertor” a la par que recupera su versión más agitada, cercana al heavy/power metal de unos Tierra Santa del “Indomable” para regocijo de los muchos seguidores de los riojanos. A falta de un riff más redondo durante las estrofas, bien está la forma en que Kike encara estas líneas de voz. También la firmeza del Ankhara Matías De Vallejo tras baterías. El solo, a buen seguro uno de los más llamativos de todo el álbum, redonda una buena entrega de puro, auténtico y castizo heavy metal.

Lo mejor que se puede decir de la pequeña “Ciudad Perdida” es la forma en que rompe la tónica que venía desarrollando este “Magia” hasta la irrupción de esta andanada de puro hard rock amable, vivaracho y sencillo. Toda la composición está impregnada de un aire de lo más vitalista. Kike dibuja para ello una estupenda línea de voz y la banda sacrifica una escritura más intrincada en pos de la búsqueda de ese tono más optimista. Lírica inclusive.

El tema título “Magia” no descabalga de esos tonos más amables. Pero a la contra de su predecesora, ofrece un mayor cuidado en el dibujo de riffs. También en la construcción de melodías en apoyo de Kike durante estrofas. Al final constituye una buena andanada de hard rock igualmente luminosa, que gana en pegada sin olvidar el buen solo de su parte central. Tras él surge un puente tranquilo primero, orgánico después, con la producción y mezcla del álbum ofreciendo su mejor cara. Qué duda cabe una de las entregas más redondas del trabajo al que da nombre.

Vencerás”, amén de un estupendo prólogo, vuelve a dejar un cierto aire a Ñu. También a los primerísimos Mägo de Oz. Kike no es José Andrëa ni falta que le hace. El madrileño traza aquí una estupenda línea de voz. Firme en estrofas y luminoso en esos buenos estribillos. Y ciertamente se desprende de ella una cierta épica, entendida al modo clásico, que bien la podría emparentar con ciertos momentos de los Rainbow con Dio al frente. Otra de las muchas referencias que adornan el propio artwork del álbum, por cierto.

Lágrimas Negras” ofrece otro de mis riffs favoritos de “Magia”. También unas primeras estrofas confeccionadas con gusto. Esos crescendos tan clásicos. Son unos Ciclón que regresan a esa vena más heavy, más poderosa, pero que no olvidan el tono vitalista que el disco parece querer dibujar a lo largo de esta hipotética cara B. La colaboración del Hitten Dani Meseguer deja un explosivo solo camino del epílogo y todo fluye de cara a ofrecer otra de las ofertas más interesantes de este nuevo trabajo.

Un trabajo que cierra la calma del “Último Tren”. Balada de inicio clásico y agradable tránsito, en elegantísimo crescendo, hasta su redondo y emotivo estribillo. Soldada con firmeza al libro de estilo y por ahí tan firme como predecible. En su letra y a lo largo de las distintas escuchas, no dejo de recordar la figura del que fuera líder de Los Suaves Yosi Domínguez. Esa melancolía inherente a las composiciones del orensano. Dicho sea de paso, salvando todas las distancias.

Magia” supone una opción más que interesante para todo el que busque un buen disco de heavy / hard en nuestro idioma. Recipiente de influencias que picotean entre lo más granado de nuestra escena y lo más selecto de allende nuestras fronteras. Basta echar un vistazo a la propia portada. Por ahí, y aunque como dije al comienzo el sonido de la caja no me termina de cuajar, el álbum ofrece una mezcla bien equilibrada entre claridad y pegada. En el debe va una duración algo escasa, apenas treinta y cinco minutos, que revierte en algunos temas un tanto escuetos. Con eso y con todo un álbum más que meritorio. Nos vemos en Estilo.

Texto: David Naves

Crónica: Malecón Assault (Avilés 25/5/2024)

Noche de contrastes la propuesta para la noche del 25 de mayo en Avilés con las descargas de Sküld, Bestia Negra, Soundcrush y Grave Noise. Una de las últimas citas en salas que nos quedan, la temporada de festivales aguarda a la vuelta de la esquina, y la oportunidad de reencontrarnos con algunos de esos buenos amigos que hemos ido haciendo en el camino.

Pero una cita en la que no nos íbamos a librar de los retrasos. Y es que el turno de Sküld estaba anunciado para las ocho y media pero no fue hasta pasadas las nueve que irrumpieron sobre las tablas del Malecón. Y lo hicieron, intro mediante, con “Odin” y ese deje a los viejos Iron Maiden culminando en el primer buen duelo solista de la jornada. El sonido no era el mejor. Cabe decirlo, uno de tantos aspectos a mejorar por el recinto avilesino.

Un Malecón que no presentaba la mejor de las entradas, cabe decirlo. Pero quienes sí acudimos a este particular asalto nos topamos con una Lorena que, a pesar de problemas en su garganta, supo lidiar con los tonos a menudo exigentes que reclama la banda. Alternando idiomas, también temas propios y versiones, deslizaron un más que decente “Flight Of Icarus”. No terminan de ser fáciles las versiones de una banda con la personalidad tan acentuada y sobre todo el bagaje y la importancia de Iron Maiden, por mucho que hayamos escuchado decenas, cientos de ellas.

“Esta es una canción que habla sobre la mierda de mundo que les vamos a dejar a nuestros hijos” comentan como antesala de “Dear Son”, que a buen seguro extrajo a los Sküld más oscuros de la cita. La banda le ponía empeño y ganas. Tuvieron a bien incluso adelantarnos que participarán en la próxima edición del “Perversiones” ¿Con qué canción? ¿Qué tal si os pasáis el ocho de junio por Puerto Vega y lo comprobáis in situ? Nosotros, salvo causa de fuerza mayor, ya sabéis donde estaremos.

Tras algunos pequeños inconvenientes dando al traste con el buen desarrollo del set, desembocaríamos en “Long Distance Reader”, ofreciendo la cara más power del quinteto. A la chita callando, concierto a concierto, la banda parece ir ganando enteros. Y no le teme a nada. Lorena aprovecha las virtudes del inalámbrico para bajar al foso en “The Rumor” y el público, en especial el más joven, parece agradecer de muy buena gana el gesto. Ya de vuelta sobre las tablas anunciaría “las dos últimas”, no otras que “Blood Eagle” y su particular revisión del “Toxicity” de System Of A Down, especialmente dedicada a Txeffy (Kraken A Feira, Actvs Mortis), quien se encontraba a los mandos de la nave en la jornada del sábado. Lo que hacen podrá gustar más, podrá gustar menos, pero siempre dan la sensación que disfrutan con lo que hacen y se nota.

Otro tanto se podría decir de la buena gente de Bestia Negra. Defensores del metal más clásico, arribaban al Malecón Asssault con un ramillete de canciones que, a estas alturas, conocemos más que de sobra. Por ahí que el objetivo de la velada fuese tratar de captar a quienes aún no hubieran tenido el gusto de encontrárselos.

Son alrededor de las diez y veinticinco cuando suena la introducción previa a la descarga de Bestia Negra y se masca cierta expectación en el Malecón. Banda incansable en los últimos tiempos y a la que ya hemos visto en escenarios de todo pelaje. Por ahí que, al menos en nuestro caso, no disfrutemos de aquello tan agradable que es el factor sorpresa. Pero “Winds Of War” ya pone las cosas claras. Sus riffs marca de la casa, el hosco registro de Gil al frente y un muy seguro Carlos Reboredo en baterías, Bestia Negra resultaron tan divertidos como acostumbran.

Al fin y al cabo, pocos riffs más eficaces que el de “Angel Of Death”, así como el peculiar modo en que Gil encara los distintos versos. Y es que pasa el tiempo y su voz parece no haber perdido ni un ápice de gravedad. Una banda que gusta siempre de recuperar “Faster Than A Bullet”, como ya bien sabréis alguno, el primer tema que parieron en comandita. Algún que otro acople quiso su particular cuota de protagonismo. No al punto de aguar del todo la descarga pero sin duda tan molesto como incómodo.

En cualquier caso, muy fino Román en los solos. Prácticamente escondido en uno de los laterales del escenario, resguardado tras ese rictus casi siempre tan serio, parece ir a más en cada descarga. Gil, siempre maestro de ceremonias que diría un clásico, anuncia “una canción a la que le tengo especial cariño, aunque mi favorita es otra que viene luego”. Era el turno, claro, de la extensa (y de nuevo muy Maiden) “The Harbinger”. Jose antes del puente y Román después dibujaron buenos solos aquí. Bestia Negra en su mejor versión.

Gift From Gods” sirvió para recordar la figura del legendario Randy Rhoads, también para que Gil cumpliera con las debidas presentaciones y finalmente para que el micro dejara de funcionar, teniendo el frontman que echar mano del ídem del bajista Nacho para los dos temas finales: “Fear”, con el equipo de la sala petardeando cosa mala, y la final “Hate” con Bestia Negra encabronados en consecuencia. Ni hubo versión de Motörhead como tantas otras noches ni fue la cita más fácil, ni tampoco más concurrida para ellos, pero supieron pelear frente a los inconvenientes y salir airosos una noche más con su particular modo de entender el heavy metal. Por muchos años.

La de Soundcrush era, claro, una propuesta casi contrapuesta a la de Bestia Negra. Su thrash bebe de las fuentes del groove, del metal más técnico incluso, hasta de Gojira. Enfermedad de Luis Sánchez mediante, acudían a la cita en formato trío. No iba a ser, por tanto, una noche fácil para ellos. Pero desde luego tienen tablas y buenos temas, como demuestra ese “Primal Flame” con el que dieron inicio al set.

La calidad técnica que atesoran pronto sale a relucir. Es cierto que al sonido le falta algo de punch en los primeros compases. La falta del bajo pero también una batería que atropellaba las guitarras de Ales Sánchez y David Vega. Fino aquí a los mandos Txeffy, reconduciendo la situación y permitiendo al eventual trío ofrecer su mejor cara. “Unleashed” da una versión casi marcial de su habitual thrash metal. Iván García se desvivía tras su kit de batería y desde luego no dejaron a nadie indiferente. Precisión y pegada a partes iguales, su desarrollo propulsó más que nunca a la banda.

“Una más tranquila, que os vemos muy apagaos, para que os apaguéis más todavía” comenta con cierta sorna Ales a modo de introducción a “Manifest”. Y es verdad que estábamos algo parados. Cuesta lanzarse a veces cuando el público escasea. Soundcrush suenan aquí ya realmente potentes y equilibrados, más teniendo en cuenta las circunstancias, con unos David y Ales derrochando clase y rabia por igual. “No vemos a nadie movese, vamos a ver si lo conseguimos” con otro de los recuerdos a aquél “Screams Of The Voiceless” de 2018, del que extrajeron “Sudden Evil” para que, por fin, viéramos algo de agitación en las primeras filas.

Alpha”, del Ep homónimo del año pasado destapó estupendos solos de Ales y David. Provocó también un acople de lo más molesto. Un zumbido rozando lo incognoscible inundó nuestros oídos, poniendo a prueba los nervios y también la paciencia de más de uno. Solucionado el percance, tercer recuerdo a su largo de seis años atrás gracias a “Among Humans And Their Balance”, con un tímido moshpit del que aún hoy conservo un vívido recuerdo (es lo que tienen los pisotones).

Con “Vacuity” recordarían una noche más a los cada vez más fundamentales Gojira, tremendo Sánchez a los parches aquí, y con “Beyond Olympus Pt. I” terminarían de vaciarse para otro set corto, algo más de cuarenta minutos, pero tan intenso como nos tienen acostumbrados.

Grave Noise son, qué duda cabe, un animal muy diferente. Tal y como sucede con Soundcrush, su punto de partida es el thrash metal. Pero los burgaleses lo entienden de un modo mucho más clásico. A mis oídos, muy en la onda estadounidense de bandas como Exodus o Testament. Una banda a la que, no vamos a negar, tenemos especial cariño y a la que no veíamos desde la pasada edición del Atalaya Rock.

Tal y como entonces, venían presentando aquél meritorio “Roots Of Damnation” de 2022 y sobre las tablas de la Malecón vinieron a demostrar por qué son una de las más firmes promesas del género dentro de nuestro territorio. Fueron, de hecho, los que mejor sonido disfrutaron de todo el Malecón Assault. Algo que se hace patente ya desde la inicial “Rotten System”, cuando apenas faltan diez para la una.

A puras Jackson blancas, Iker y Edu la emprendieron a riffazos «old school» para regocijo de los fans más clásicos que ocupaban el recinto. Vimos y sobre todo oímos muy bien a Iker Sanz, guitarra y sobre todo voz del cuarteto, afianzándose como un líder de garantías para una banda como esta. “Mutant Goat”, perteneciente a aquél “From The Cradle To The Grave” de 2018, extrajo coros verdaderamente graves y rotos del bajista Toño. Y es que ya digo que el sonido, sin ser el de los grandes escenarios, desde luego daba espacio a cada elemento sin por ello escatimar un ápice en pegada. Estaba claro ya para entonces pero vino a reafirmarse con la estupenda turné solista que montaron entre los dos Sanz aquí.

Tras los agradecimientos a Soundcrush por haberles invitado y puesto que, en palabras de Iker “hablar no se nos da muy bien, pues vamos a tocar”. Era el turno de “Disorder”, que en su encarnación en vivo y por el propio registro vocal, me recordó sobremanera a unos Testament de álbumes relativamente recientes como el fenomenal “Dark Roots Of Earth”. Aquí la tuerca de uno de los platos de la batería de Fer Mediavilla se iría de excursión. Era mucha la fuerza que desarrollaba el ex-Sarkástika, sirva la pequeña anécdota como el mejor resumen.

No faltó “The Ghost Plague”, single de ese último largo. Un largo que, por lo que pudimos conocer de primera mano, pronto tendrá sucesor. Aquí, como de costumbre, somos todo orejas. Pero volviendo al set de la banda nacida a caballo entre Soria y Burgos, quienes mejores que ellos para confeccionar y descargar una “No One Higher” sobre eso que han venido en llamar la “España vaciada”. Nos sumamos a las palabras Iker: “nadie es más que nadie”.

El antifascismo de la tan directa como nada metafórica “Fuckcism” destapa a los Grave Noise más agrios. Todo con, ya digo, el mejor sonido de la noche, y la banda sin ahorrar un solo esfuerzo. Qué les depara el futuro, no lo sabemos, pero desde luego así es cómo se cimentan las buenas trayectorias. Ejemplos a pares. Toda vez hechas las debidas presentaciones, llegó el tuno de otro de los grandes hallazgos del álbum de hace un par de años: “Broken Land”. Anunció entonces Iker que quedaban solo tres temas, “habrá que gastar algo de zapatilla”. Y eso hicimos con la pegadiza “In God We Trash”.

Sólidos como cimiento de rascacielos, a buen seguro vimos la mejor versión de Grave Noise. Finos técnicamente hablando, potentes e incluso pasionales. Fue una pena el escaso público que el evento logró convocar pero, desde luego, quienes sí acudimos a la llamada lo disfrutamos en buena medida. Máxime cuando “Terror” entrega de pronto su thrash más vitriólico y nervioso. Penúltima andanada de un set que cerrarían con esos detalles tan Gojira de la estupenda “Perpetual Anxiety”. Un placer tenerles de nuevo por estas latitudes. Si la próxima ya es con nuevo álbum bajo el brazo, mejor que mejor.

Denodada lucha de cuatro bandas contra los elementos. También contra una entrada menor de lo que nos habría gustado. Parecerá que me cebo con una sala que está acogiendo no pocos eventos relacionados con el rock y el metal pero lo cierto es que mientras otros recintos parece han ido aprendiendo de sus errores, el Malecón se está quedando atrás de una manera muy notable. ¿Explica este hecho por sí solo la pobre entrada del pasado sábado? No lo sabemos con total certeza pero a nadie se le escapa que puede ser una de las múltiples aristas del problema.

Sea como fuere, ya dije por ahí atrás que lo disfrutamos. Cuatro bandas con idiosincrasias muy marcadas pero un nexo común con las raíces mismas del mejor heavy metal. Fue un placer disfrutar de ellas, también de la mejor de las compañías así como de las facilidades dispuestas de cara a la realización de esta crónica. Vaya desde aquí nuestro más sincero agradecimiento y, como siempre, nos vemos en el siguiente.

Texto: David Naves
Fotos: José Ángel Muñiz

Reseña: Evil Impulse «Evil Impulse» (Autoproducción 2024)

Quinto y homónimo trabajo para los ciudadrealeños Evil Impulse. La banda que, a la hora de escribirse estas líneas, conforman Rodrigo de Lucas en baterías, Daniel Márquez al bajo, la dupla Jesús San José y Víctor G. Nieto en guitarras y Antonio Ramírez a la voz. Grabado en su Ciudad Real natal entre diciembre de 2023 y enero de este mismo año con producción de Victor G. Nieto y posteriormente mezclado y masterizado por Alb Bandino en los Cut Fire Mixing Studios de Cerdeña. El álbum ha sido puesto en circulación de modo independiente por la propia banda, la edición física corre a cargo de los avilesinos Factoría Del Ruiu y cuenta con el diseño y artwork de Yayo Alonso. Ocho cortes para una duración de treinta y siete minutos aproximadamente.

Arranca “The Culture Of The Ephemeral” y de pronto esa mezcla entre thrash, groove y algún que otro ramalazo sureño me recuerda sobremanera a mis paisanos de Soldier. Evil Impulse parecen cómodos mientras hibridan un metal donde lo mismo se suceden guiños a Down, que a Pantera, que a los Testament más pesados. La producción, sin resultar sobresaliente, distingue las diferentes líneas sin mayores complicaciones y la banda avanza con toda gravedad apoyada en una notable labor guitarrera. Otro tanto se podría decir la variedad de registros que entregan las distintas líneas de voz ya en este primer pelotazo de metal fangoso a la par que vibrante.

Four Walls” se eleva desde ese fango y, blast beat mediante, ataca con un prólogo que es pura gasolina. Me agrada la forma en que mantiene altas las pulsaciones durante estrofas, así como lo casi laberínticas que se vuelven a continuación. Hay riffs hábiles aún en esas altas vibraciones, así como una serie de estribillos, finísimo el trabajo de Rodrigo de Lucas aquí, que contraponen una mayor pausa a un corte llevado por la cara menos edulcorada de la banda. Por trazo y estructura puede resultar un corte más sencillo, menos enrevesado que otros dentro del tracklist. Por contra, cuenta con uno de los solos más equilibrados y unos estribillos nada faltos de gancho.

Pero por alguna razón, siento mucho más cómoda a la banda a través de algo como “Hells´s Kitchen”, que tiene un avance casi marcial donde destaca la firmeza de Rodrigo de Lucas tras baterías. Más adornada que otras entregas, repleta de buenos detalles melódicos y, en general, Evil Impulse entregando un medio tiempo tan sólido como malencarado. El tronco central descubre uno de mis riffs favoritos de todo el trabajo. Y mientras la línea de voz resulta algo más lineal aquí, no dejo de disfrutar ante el buen trazo y la mejor ejecución que la banda ofrece durante el epílogo. Un corte que puede perder en frescura aquello que gana en solidez.

Y hablando de riffs, “The Art Of Death” carga con uno que me recuerda a los mejores Exodus. Y de veras aciertan a la hora de amalgamar un thrash vibrante con una mayor pesadez heredada directamente de lo mejor de la década de los noventa. Es cierto que el riff en que apoyan sus estribillos puede resultar más plano. No es menos cierto que Evil Impulse se reservan para esta cuarta entrega un notable juego tonal que termina por convertirla en otra de mis favoritas de todo el largo. El solo que antecede al tronco central vuelve a rayar a gran nivel. Es la composición más extensa de las ocho y de veras da la sensación de que los ciudadrealeños han echado el resto.

Wasted Life”, que fuese otro de los adelantos, emerge con una calma tensa, anticipo de un corte que deja traslucir la cara más atmosférica de Evil Impulse, desterrada toda vez Toño ataca las primeras estrofas. Es un corte que no alcanza la distinción de otras entregas dentro del álbum, lo que no quita para que ciertos cambios de ritmo resulten agradables y la base rítmica empaste como pocas veces a lo largo de “Evil Impulse”. El primero del par de solos, breve y fugaz, me recuerda al caos ordenado del tristemente desaparecido Jeff Hanneman (Slayer). Un segundo le seguirá más adelante resultando de alguna forma más solidario al resto de homólogos dentro del tracklist. Un corte, finalmente, para destapar la cara más orgullosamente thrash del quinteto.

Esa llama del thrash más trotón y galopante sigue ardiendo en una “Dissecting The Instinct” que destapa unas estrofas vibrantes y muy cabronas. Voces realmente agrias y oscuras aquí para una lírica igualmente cavernaria. Sorprenden estos Evil Impulse en esa clave tan negruzca, construyendo uno de los ataques más violentos de todo el tracklist, apenas rebajado por la mayor ligereza de unos estribillos a voz limpia que parecen querer rozar el grunge más casual. Pero en líneas generales es una composición, como digo, oscura y violenta, con unos cambios de ritmo siempre bien apoyados por la hábil base rítmica de Márquez y de Lucas.

When The Killers (Versión 2024)”, cuya versión original nos remite a aquél Ep debut de dos mil trece “Flames From The Ground”, parece reincidir ahora en ese metal más negruzco y envilecido del corte anterior, entregando de igual forma a unos Evil Impulse especialmente embrutecidos y negruzcos. Pero lo que antes era velocidad y altas vibraciones, aquí es puro fango. Hay voces aquí y allá que me recuerdan a Steve “Zetro” Souza (Exodus) pero si algo sobresale ahora es el estupendo trabajo solista que la banda ejecuta en su tramo central. Extenso y vibrante, clásico y a la vez contemporáneo, perfecto contrapunto del fango que lo rodea.

El tranquilo prólogo de “Manifest” parece redirigir hacia entornos baladísticos pero nada más lejos. Evil Impulse juegan al despiste pues lo que irrumpe a continuación no deja de ser otro corte de thrash/groove agrio y arrastrado, agradable por los contrapuntos que propone y en donde sobresalen una vez más los buenos detalles melódicos con que Nieto y San José engarzan las distintas estrofas. Redondea este cierre el notable gancho de sus estribillos y ese aire a los Machine Head del estupendo “The Blackening” que se adueña del tronco central. Un muy buen cierre.

No practican el tipo de thrash/groove que más acostumbro a escuchar pero, aún por ahí, encuentro asideros suficientes a los que agarrarme. Sus composiciones fluyen de un modo natural, sin resultar en ningún caso artificiales o impostadas. Al sonido puede faltarle algo de punch en determinados momentos pero contiene trazos interesantes y también buenas ejecuciones. La paleta de influencias es amplia, como lo es también la tonal, que abarca desde los toques más clásicos del comienzo hasta la negrura de la nueva encarnación de “When The Killers”. Una banda a tener en cuenta por todo fan del thrash de corte más contemporáneo.

Texto: David Naves

Crónica: Långfinger en Avilés (Factoría Cultural 18/5/2024)

Recuperándonos aún mental y físicamente del viaje relámpago a tierras leonesas de la jornada anterior, tocó echarse de nuevo a la carretera y poner rumbo a Avilés. El motivo era no otro que la nueva venida de los suecos Långfinger a Asturias. El trío que forman el bajo y voz Victor Crusner (Eclipse), Jesper Pihl en batería y Kalle Lilja en guitarra. La gira, en apoyo de su último álbum “Pendulum”, volvió a congregar a un buen número de fieles en nuestra querida Factoría. Por sonido y escenario una de las mejores salas de la región.

Y es que precisamente el sonido que emana del trío no puede ser mejor mientras atacan la inicial “A Day At The Races” parapetados tras el semblante tan concentrado como risueño de Crusner. Mostró el sueco un gran estado de voz. No ya en estos compases iniciales sino durante toda la descarga, algo que vino a dar cumplida cuenta del buen momento de forma que atraviesa el trío. Un trío que suena profundamente orgánico, apoyado en una puesta en escena que no podría ser más básica y elemental.

Un trío bien ensamblado y mejor engrasado que vino a dar un show de menos a más. Ese carácter tan diésel de la velada deslució tal vez algún que otro corte inicial. Así las cosas, el mayor grosor de “Arctic” fue recibida nunca con indiferencia pero sí con un público que parecía aún a la expectativa. Crusner tenía pequeñas anotaciones en nuestro idioma junto al setlist y ciertamente puso todo de su parte cara a que la comunión fuera total. Hasta los más pequeños detalles suman y decantan la balanza. Desde luego el sueco lo sabe y obra en consecuencia.

Diría que no es hasta “Orbiter” que el público sale de su letargo y el trío ofrece su mejor versión. El solo que dibuja Lilja aquí puede ser fácilmente uno de los mejores de la jornada. Él y Crusner acaban de rodillas y en lo personal aprecio en gran medida esa versión más alucinada y lisérgica del combo radicado en Gotemburgo. Le llegó el turno entonces a una “very old song”, que no era otra que “Fantasy Ridge”, de aquél “Skygrounds” de 2010, donde sobresalieron los coros del batería Pihl.

Pero aunque Långfinger hagan gala de un carácter homogéneo donde las influencias se multiplican y divergen de cara a construir un set sumamente atractivo por su propia diversidad, qué duda cabe que es el riff juguetón e incluso bailable de “Dead Cult” el que se lleva el gato al agua. Coreamos, bailamos y sudamos con ellos, a lo que el trío respondió poniendo todo su empeño. El set serpenteaba por alguno de sus temas más accesibles y la concurrencia terminó por entrar en el juego propuesto por el trío nórdico.

Y es que “Skygrounds”, aún cuando pierde el Hammond del original, entrega otro de los riffs con más gancho de la noche. De nuevo excepcional aquí Lilja con su roja SG, qué me gustan estas guitarras, y aún mejor la respuesta de un público ya totalmente entregado. La aparente sencillez de “Fox Confessor” destapó al mejor Crusner como vocalista. Ya digo que su voz aguantó el envite sin mayores inconvenientes. Siempre risueño y poniendo todo de su parte por hacernos partícipes de su característico rock and roll.

Curioso el diálogo entre Pihl y Crusner que propició “Herbs In My Garden”, seguido de otro gran solo de Lilja. El trío en su mejor versión, disfrutando y haciendo disfrutar, encaró los bises con la satisfacción del trabajo bien hecho. Y bendito trabajo. Crusner anuncia “this one is really fast” y el trío se vacía con “Eclectic Boogieland”. Ni una gota en el tintero. Vítores inclusive. “You make me feel like I was at home” (me hacéis sentir como si estuviera en casa). Se le puede acusar de tribunero al sueco pero qué duda cabe que el y su banda brillaron a gran nivel. Quede la final “Ragnar” como sólido testimonio del gran nivel que atesoran.

Factoría Sound y bandas de origen sueco. No recuerdo binomio más sólido desde Clyde Drexler y Hakeem Olajuwon. Siena Root, Greenleaf y ahora Långfinger son solo tres pinceladas del mucho y buen rock and roll que el país nórdico tiene para ofrecer. Afortunados somos de poder ver a bandas de este calibre al lado de casa. Que además vengan y cumplan con las expectativas creadas. Que disfruten y nos hagan disfrutar. De que no todo sea heavy metal en esta vida. Que ya no pique cuando toca aguantar el incesante latiguillo de que “hoy en día todo son bandas de enfadaos y tías con el pelo de colores”. Supongo que todos tenemos derecho a estar equivocados.

En cualquier caso y como siempre, agradecer una vez más a la organización todas las facilidades dispuestas para la realización de esta crónica y mandar un cariñoso saludo a los habituales de siempre. Nos vemos en el siguiente.

Texto: David Naves
Fotos: José Ángel Muñiz