Reseña: David Minasian «The Sound Of Dreams» (Golden Robot Records 2020)

Reseñas como esta imponen respeto. No tanto porque el disco supere con gracia la barrera de los sesenta minutos como por el nivel de los músicos implicados. Sumergidos en esta hora y cuarto de rock reposado y tranquilo hay gente como PJ Olsson (voz del Alan Parsons Live Project), el Rock & Roll Hall of Famer Steve Hackett (Genesis), Justin Hayward y Julie Ragins (Moody Blues), Annie Haslam (Renaissance), Billy Sherwood (Yes) y Geof O’Keefe (Pentagram). Completan el line-up del disco Justin Minasian (guitarra, bajo, teclado), Alberto Parodi (teclado, percusión), Francesca Rapetti (flauta) y Kerry Chicoine (bajo). En palabras del propio David Minasian: “estos son los héroes con los que crecí. Co-escribir y grabar con ellos fue un sueño hecho realidad. Por lo tanto, el título del álbum (“The Sound Of Dreams”) no podría ser más exacto, porque así es como suenan los sueños hechos realidad”. El disco vio la luz el pasado 11 de septiembre vía Golden Robot Records.

Cabe destacar además la faceta de Minasian como productor, director y escritor de películas con más de 150 créditos a sus espaldas y que le ha llevado a trabajar con gente como Mel Gibson o Martin Landau así como con leyendas de la talla de Elton John, The Moody Blues, Alan Parsons, Kris Kristofferson o Three Dog Night.

Sí, bueno, todo esto está muy bien pero ¿qué contiene el disco? Lo primero, un prólogo. Pero no un prólogo normal, uno que lleva por nombre “The Wind Of Heaven (Prologue)” y se va por encima de los ocho minutos. Cuenta con la colaboración de Justin Hayward en voces, teclados y guitarras así como con la flauta de Francesca Rapetti y las percusiones de Alberto Parodi. para construir un arranque tímido, ligeramente onírico, preñado de voces melódicas y apagadas. Irrumpe un piano conforme alcanzamos el puente central, así como unos tímidos rasgueos de guitarra. La tónica general se rompe, aunque sin alardes, cerca del final, dejando algunos detalles técnicos que anticipan momentos posteriores. Larguísima introducción, que exasperará a los más inquietos pero ya deja entrever el gusto por el detalle que ilumina a estas canciones.

All In”, lejos de romper con la calma del corte anterior, arranca tímida, casi temerosa, apoyada en pianos y orquestaciones de lo más leve para después dar paso a un lejano solo de guitarra que introduce a su paso arreglos orientales primero y sintes de aires floydianos más adelante, conforme nos acercamos al puente central. La instrumental “Faith Hope Love”, con Kerry Chicoine al bajo, engarza en una estructura in crescendo de balada clásica, buenas líneas de bajo, solos de guitarra elegantes y flauta. Funciona como anticipo de los tres movimientos que la suceden y que paso a comentaros a continuación:

The Sound Of Dreams (First Movement)”, con Sherwood al bajo, Hackett a la guitarra y Haslam a las voces, tiene su mayor atractivo, a mi parecer, en la participación del ex Genesis a las seis cuerdas. Se mueve en terrenos más cercanos al art-rock, con cierto aire a los noruegos Gazpacho y deja uno de los mejores solos del disco. Es un corte tranquilo, que transcurre entre los aires onírico-melódicos del prólogo y un rock, como digo, en cierta medida más contemporáneo.

The Sound of Dreams (Second Movement)”, la entrega más animada de esta primera parte del álbum dura apenas dos minutos. Y es una pena. Contrasta con el resto de temas precedentes y le da algo de vidilla, dejándome con ganas de más. Es una instrumental sencilla, bien construida, con buenos arreglos y solos galantes, pero me sabe a poco.

The Sound of Dreams (Third Movement)” viene para elevar el tono general del álbum.  Construida a mayor gloria del londinense Steve Hackett y apoyada sobre unos arreglos que le confieren todo el sabor añejo del sinfónico más elemental. Ni tiene línea vocal ni la necesita.

Salimos de la triada que da nombre al disco con esta “Road To Nothingness”, donde la calma y la paz reinan incontestables. Guitarras acústicas, voces tranquilas, y bonitos arreglos para un corte manso que recuerda a las propuestas más reposadas de Transatlantic y/o Neal Morse. Se electrifica en su puente central para que Justin Minasian deje un solo de guitarra y, si bien no sorprende en cuanto a escritura, sí lo hace en lo que a gusto por el detalle se refiere. Contenida y bien manejada. Me gusta.

Room With Dark Corners”, con la alaskeña Julie Ragins dejando una notable línea vocal (diría que mi favorita del disco) gana en punch con respecto al resto del álbum y constituye otra de las rupturas con el tono general del mismo. Trae, además, un buen duelo guitarra-teclado en el puente central y un último tercio que coquetea fugazmente con la psicodelia. Estupendo. La línea vocal que introduce “Hold Back The Rain” podrían haberla firmado Simon & Garfunkel sin problemas. ¿Influye quizá haber visto “El Graduado” hace unos días? Quizá. Aunque bonita y sugerente, no me entusiasma igual que cortes precedentes.

La introducción de “Twin Flames At Twilight”, donde creo oír reminiscencias del “Asturias” de Isaac Albéniz, anticipa la canción más extensa del álbum. Superado el prólogo acústico, irrumpen los arreglos de viento y un ligero toque a los momentos más calmados de bandas como Yes o King Crimson. Vira de nuevo el rumbo para acomodar la voz y emerger en un pop-rock tranquilo pero pintón de voces aterciopeladas y precisos arreglos. Se endurece más tarde toda vez abandona las voces para entregar uno de los momentos más graves en cuanto a tono y ritmo de todo el disco. El largo puente central descubre la faceta más enrevesada de Minasian mientras oímos un solo que podría haber firmado el John Petrucci post-Ibanez. Recupera la calma tras el atracón del puente ofreciendo una bonita línea de guitarras dobladas para de nuevo volver a las estrofas. Con mucho mi canción favorita de “The Sound Of Dreams” por tono, complejidad y ejecución.

So Far From Home”, con PJ Olsson a las voces, retorna al tono general del álbum en una balada que tiene de bonita casi tanto como de predecible, donde el de Michigan deja otra gran línea vocal, es cierto, donde la escritura in crescendo incorpora un buen solo… pero donde nada sorprende.

The Wind Of Heaven (Epilogue)” cierra este segundo trabajo de David Minasian bordeando la barrera de los diez minutos. Cuenta de nuevo con el bajo de Billy Sherwood y la voz de Annie Haslam. Mi gran problema con él viene, precisamente, por la inclusión de la voz de la veteranísima vocalista de Bolton. No porque desafine o lo haga mal, que no lo hace, sino por cómo su voz está por momentos tan alta que engulle al resto de elementos presentes en la mezcla. Extraño, pues es el único momento del álbum en que ocurre. Más allá de este detalle, vuelve a emerger otro tema bien estructurado, con buenas subidas y un notable trabajo en cuanto a líneas de guitarra. El cadencioso solo de guitarra que anticipa al puente pasa por ser uno de mis favoritos del disco, de hecho. Buen cierre lastrado por ese fallo en la mezcla un tanto infantil.

No. El disco no es que sea la alegría de la huerta precisamente. Salvo ese geisser en mitad del mismo que supone “Twin Flames At Twilight ” y ciertos momentos desperdigados a lo largo del trabajo, “The Sound Of Dreams” es un disco que hace honor a su nombre moviéndose calmado, a veces apagado, por terrenos que llaman a la calma, el sosiego y la reflexión. Un disco de difícil encaje en estos tiempos veloces e implacables que nos ha tocado sufrir y padecer, pero que bien merece unas buenas escuchas que ayuden a desentrañar toda la música que alberga en su interior. Y bien merecía esta reseña. Si te la has leído entera, gracias por tanto. De verdad.

Texto: David Naves

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