Reseña: Endernity «Disrupted Innocence» (On Fire Records 2021)

Qué puntería la de los muchachos de Endernity alumbrando su proyecto justo en vísperas de una pandemia global que ha dado un giro de 180 grados a nuestra cotidianidad. Madrileños ellos, Eric Domínguez (batería), Isra Santas (bajo), el Skunk D.F. Rodrigo Arias (guitarra) y Manu Hernández (voz y guitarra). “Disrupted Innocence” se grabó a mediados de 2020 en The Metal Factory Studio (Madrid). El antiguo batería Edu Brenes participa de la producción del trabajo, además de ser actualmente mánager de la banda y haber colaborado en la composición de los temas.

Ashes And Dust” irrumpe arrastrada pero también melódica, con un deje noventero en estrofas y líneas vocales. Cierto aire grunge incluso. Una batidora tonal que ya da pistas de por dónde habrá de transitar este “Disrupted Innocence” en lo estilístico. Denoto un buen trabajo en la construcción de riffs, que encajan al dedillo de una composición diversa y atractiva. Quiebra en el puente, de hecho, para exhibir la faceta más exhibicionista de los madrileños y cierra en un estupendo tercio final. Un arranque de miras altas, buen sonido y mejor construcción.

You Won’t Bring Me Down” confronta la pesadez de sus estrofas con unos estribillos donde emerge, sin fisuras, un groove sencillo y muy funcional. El registro aguardentoso de Hernández empasta como un guante en esta gramática y el trabajo de ambas guitarras es notable previo paso al puente central. Un puente, dicho sea de paso, con el que empatizo en gran medida. En especial gracias al buen trabajo solista que le acompaña. Pero es en su epílogo donde se eleva y da lo mejor de sí. Su melancolía es contagiosa, tiene alma, te la crees. Estupendo segundo corte. “Infinite Hell” manda al diablo esa parsimonia y opta de primeras por un metal vigoroso, bien comandado por la batería de Domínguez. No obstante, la primera estrofa habrá de irrumpir tranquila, casi relajada, para luego elevarse hacia un crescendo perfectamente ejecutado. Buen desarrollo en líneas generales, que rima con lo más granado del metal melódico europeo que está haciendo ahora mismo gente como Magnus Karlsson o Tony Hernando con sus Lords of Black. Redonda.

El prólogo de “Genocide” me recuerda en cierta manera a Savatage y por ahí me engancha y me atrapa. Ese arranque resulta bastante diferente a lo escuchado previamente, si bien luego se conduce hacia, diríamos, una zona de mayor confort. Ni tan mal, porque es ahí donde reluce uno de mis solos favoritos de todo el trabajo. Voz y guitarras armonizan en un lustroso puente central y todo culmina en un correcto epílogo. Un elegante solo del Skunk D.F. Rodrigo Arias adorna el tranquilo prólogo de Endernity, adelanto del disco allá por diciembre de 2020, que huye de la habitual construcción simple de los temas adelanto pero no alcanza a ser tan diversa como otros cortes del disco. No me engancha pero tampoco me irrita.

La balada “I Dream That I Can Fly” es también el corte más rácano en cuanto a duración de todo “Disrupted Innocence”. La voz de Manu Hernández expele dejes grungeros sobre un tranquilo colchón acústico que irá ganando en peso con el transcurrir de los segundos y el irrumpir de la base rítmica. Clásica y funcional, te la sabes casi sin oírla, pero no me parece un tema fallido en ningún caso gracias al buen nivel interpretativo que destila. “The Dream Is Over” irrumpe con tal mala baba que casi parece el reverso del corte precedente. Baterías briosas, algo de los Pantera del “Cowboys From Hell” y un estribillo, en tonos limpios, magnífico, de gran contraste con el resto de la composición. El final, veloz y por momentos violento, bordea el thrash más harapiento. Dos cortes seguidos que refractan todo lo escuchado en el debut de los capitalinos.

Tras el par de sueños precedentes, “Stranger” emerge más conservadora en lo gramático. En lo tonal me recuerda, especialmente en estrofas, al metal de aires punkarras y callejeros que portaban los Iron Maiden de Paul Di’Anno, pero como digo me llama más la atención por ejecución que por escritura.  El medio tiempo “Victim Of Society” resulta aún más rutinario si cabe. En un disco que ha pisado tal cantidad de terrenos distintos, sorprende este cierre más conservador. Es elegante en cualquier caso, y tiene un buen crescendo durante el puente, pero no me engancha como muchas de sus compañeras de álbum y me deja con ganas de más ¿Quizá fuera esa la intención?

La dualidad que destila el nombre propio de la banda ya da pistas de por dónde van los tiros en lo estilístico antes incluso de escucharles. Hay metal, sí, pero hibridado con una panoplia de influencias y cánones varios que dotan al álbum de un atractivo innegable en lo estilístico. Una banda que nace ya con una personalidad marcadísima y a la que sólo se le puede achacar una construcción más cohesiva del repertorio. La eterna diatriba entre seguir al rebaño o forjarte tu propio camino. Gran debut en cualquier caso.

Texto: David Naves

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