Reseña: The Wizards «The Exit Garden» (High Roller Records 2024)

Tras debutar con un álbum homónimo hace ahora casi diez años, proseguir con “Full Moon In Scorpio” dos años más tarde y lanzar “Rise Of The Serpent” en 2018, ya tenemos aquí lo nuevo de los heavy / doom / stoner vascos The Wizards. La base rítmica de Baraka Boy al bajo y Dave O. Spare en baterías, las guitarras de George Dee y Phil The Pain y la voz de Ian Mason se encuentran detrás de los ocho temas de este “The Exit Garden” publicado por High Roller Records allá por el mes de marzo. Mezclado por Mario Gutiérrez y Alberto Macías en Slippery Studio para posteriormente pasar por las manos de Víctor García (Aathma, Toundra, Wormed…) en Ultramarinos Mastering y recibir el fino arte del Smoke Signals Studio para la portada.

The Exit Garden” cumple con el doble propósito de dar nombre e inaugurar el cuarto de los bilbaínos. Y lo hace sin dejar una sola gota de inspiración en el tintero. Apoyada en un gran riff al que da lustre la fina y equilibrada mezcla de Macías y Gutiérrez, nos traslada inmediatamente a un tiempo donde el rock era la música orgánica por excelencia. No exenta de alardes, las teclas que adornan su prólogo sin ir más lejos, me recuerda a ratos a los mejores Electric Wizard. También a mis queridos Blood Ceremony, aunque sin ese cierto poso tendente a la psicodelia de los canadienses. Un primer corte trufado de largos desarrollos instrumentales, ideales para quienes disfruten del rock and roll en su vertiente más setentera y vibrante. ¿Pero cumple el álbum con las promesas que hace este primer corte?

Porque desde luego parece que la banda ha echado el resto en ese primer corte. Lo que no quita para que “Full Moon In Scorpio” se destape como la versión más negruzca y aguerrida de los vascos. El pesado riff del prólogo impone su ley y la banda acomete ahora un rock más apesadumbrado, que vira hacia el doom sin mayores complejos. El alucinado solo que adorna ese prólogo tiene una pegada innegable. Y mientras que Ian Mason declama ahora en tonos que le asemejan a un Danzig de sus primeros álbumes en solitario, el corte adolece quizá de un estribillo más redondo. De mayor gancho. Pero esta vuelve a ser otra pieza bien calibrada entre composición y puro derroche instrumental. Estupendo el solo que acomodan camino del epílogo. Por tópico que pueda llegar a sonar, la banda demuestra aquí un nivel en cuanto a ejecución que poco o nada tiene que envidiar a cualquier foráneo.

Pero que me aspen si “Oniros” no recuerda a unos Ghost de sus dos primeros álbumes. Es verdad, Mason no canta tan “para dentro” como acostumbraba entonces el bueno de Tobias Forge, pero realmente siente uno cierto influjo, en particular durante el prólogo y las distintas estrofas. En parte porque las influencias son, desde luego, comunes entre uno y otros. The Wizards marcan distancias, y pienso que hacen bien, en unos estribillos más cercanos a su sonido y no tanto a la banda sueca. El corte emerge finalmente para bien con el paso fangoso y marcado de su cuidado epílogo. Ni tan mal para tratarse de un single adelanto.

Lo que son las cosas, ”Holy Mountain Mind” me sigue pareciendo una elección más lógica para tal fin. Atravesada por el estribillo que más ha arraigado en mi subconsciente tras las sucesivas escuchas, representa una vuelta hacia la vertiente más trotona y directa del quinteto radicado en Bilbao. Qué duda cabe, mucho más facilona y previsible que el trío de ases con el que da inicio el disco, lo que no quita para que sea un tema con el que disfruto en buena medida. Con sus buenos cambios de ritmo, su equilibrada producción y algún que otro solo de mérito.

Equinox Of Fire” no difiere en exceso de su inmediata predecesora, pero en cierto modo da la impresión de ser una oferta mucho más cerebral. Que da rienda suelta ya durante el cuidado prólogo a la cara solista más deslenguada del quinteto. De hecho la banda parece sintonizar ondas más chulescas ahora, plantando sus reales a medio camino entre el hard y el doom rock, con Mason en algunos de los tonos más altos de todo el redondo. Crepita el bajo de Baraka Boy durante las metódicas estrofas. Y aunque la banda da con un estribillo al que quizá eche en falta una pizca más de garra, bien está el solo de guitarra que ocupa el tronco central, así como el cambio de ritmo del epílogo.

Questions” dará un pequeño respiro con ese prólogo con anclaje en tonos baladeros que viene a calmar los altos biorritmos en que se había movido el disco hasta ahora. Huelga decir, cuidado hasta el más mínimo detalle, con esas guitarras casi prístinas y el registro más liviano de Mason. Superada la barrera de los dos minutos, el corte redirige hacia un rock en franca rima con los momentos más vibrantes de “The Exit Garden” para, por puro contraste, generar alguno de mis momentos favoritos del disco. Por lo disfrutón que está Dave O. Spare en esas partes más intensas. Por el buen nivel técnico que vuelven a mostrar George & Phil. Y, finalmente, porque la banda encuentra, ahora sí, un estribillo redondo y memorable, con un leve deje melancólico nada impostado, que entra a la primera. El duelo solista previo al descosido epílogo viene a redondean otro de los grandes hallazgos de este cuarto disco. Estupenda.

Crawling Knights” vuelve a poner calma en mitad de la tormenta. Inicio sosegado pero hábil, con esas guitarras en una clave que roza la psicodélica. Es el corte más extenso del álbum y se podría decir que la impresión es la de que la banda echa el resto. La progresión de sus estrofas camino de estribillos no podría estar más cuidada. La nostalgia que emana de su línea vocal, los buenos coros que acompañan a Mason, solidarios a los contrapuntos que emergen de las distintas líneas de guitarra. Y todo para confluir en un tronco central que lleva a The Wizards a ofrecer su cara más ardiente y disfrutona. Quienes se quejan, no sin motivos, de la falta de buenos solos de guitarra en el rock y metal actuales, gozarán del festín acometido aquí por George Dee y Phil The Pain, enfrascados en una serie de duelos de los que ya no se estilan. El epílogo, con vuelta a los sonidos tan tendidos del prólogo, finiquita el particular uróboro de los vascos. Magnífica.

Dawn Of Another Life” y sus contornos tranquilos, apenas la tenue voz de Mason sobre un marcado colchón de teclas, al que más adelante se sumarán, aunque sea de manera tímida, ambas guitarras, finiquita lo nuevo de The Wizards con una cierta sensación de distinción. Elegante calma después de la tormenta. Después de todo, “It´s time for the dawn of another life” (Es la hora del amanecer de otra vida).

Los chicos tienen razones de sobra para estar satisfechos. Y quienes gusten del hard / heavy con trazas doom de inconfundible aroma clásico, motivos para celebrar. En un tiempo donde el metal camina de la mano del puro artificio, “The Exit Garden” propone una vuelta a los orígenes trazada con sumo cuidado pero ejecutada con la mayor de las libertades. Pocas cortapisas parece haberse puesto la banda a la hora de ejecutar los ocho cortes. Líneas de voz sentidas y con gancho y unos cuantos solos para el recuerdo. Riffs de mérito y una base rítmica que crepita y galopa desde el buen gusto, sin excesos ni manierismos. Un disco que me tiene enganchado desde hace semanas y al que bien haríais en pegar un par de escuchas. No salgáis luego con que nadie os avisó.

Texto: David Naves

Reseña: Secta «Panzer» (CD Music 2024)

Segundo round para lo chicos de Secta tras debutar en 2022 con su anterior “Nada Nos Va A Parar”. Apenas dos años después, como queriendo hacer bueno el lema de aquél debut, vuelven ahora con este “PanzerMichael Arthur Long en voces, Juan Pablo Cotera en guitarra rítmica, Ger Gilsanz en la solista, Pelayo Vázquez al bajo y Pablo Pravia en baterías. Nueve temas grabados en directo en Tutu Estudios con producción del propio Sergio Rodríguez “Tutu”, posteriormente masterizados por Dani Sevillano y a los que adorna el arte de BwanaDevilArt.

C’mon” pronto da la impresión de estar hecha con la intención de continuar allí donde lo dejara su debut de hace un par de años. Sencilla, directa, imbuida de ese rock and roll de aroma irresistiblemente clásico. Me agrada lo tendido de las estrofas y la forma tan natural en que derivan en unos estribillos a un tiempo sensuales y al otro directos. Una mezcla que distingue de entre cada línea, sin que la voz acapare excesivo protagonismo ni las guitarras ahoguen al bajo de Vázquez. El buen solo de Gilsanz, sin abandonar esas pulsiones tan clásicas, remata un buen inicio.

Panzer” es, qué duda cabe, el gran emblema de este trabajo. No solo le da nombre sino que además fue además uno de los adelantos en forma de videoclip. Es, de hecho, la única letra presente en el escueto libreto del CD. Y si bien reproduce ese rock tan AC/DC que les define, se atreve con una letra un tanto diferente a todas cuantas hayan escrito hasta la fecha. Todo funciona. Desde el desgarrado grito de Arthur Long en el prólogo hasta la fina construcción de las estrofas. Los pequeños adornos que implementa Gilsanz aquí y, como ya ocurriera en el debut, la sensación de que sin duda les beneficia el hecho de haber dado a luz en puro directo a estas canciones.

Dulce Dinamita” es otro de esos cortes que olvidan cualquier tipo de metáfora y van directamente al grano. Desprovista al igual que “Panzer” o “El Herrero” del factor sorpresa, estos temas ya vieron la luz durante la gira del “Nada Nos Va A Parar”, entrega uno de los riffs que más me enganchan de todo el tracklist. Por ahí también me agrada el buen prólogo y los cuidados contrapuntos entre Cotera y Gilsanz. Arthur Long desliza una línea de voz más vacilona aquí para un estribillo redondo por pegadizo. Memorable incluso. De los que asaltan tu subconsciente en el momento menos pensado. Ger Gilsanz parece igualmente inspirado durante el solo y, al final, el corte emerge como uno de los más y mejor compensados de este segundo álbum.

De todos cuantos transcurren en este “Panzer”, puede ser el prólogo de “Todo o Nada” el que más me recuerda a Winchester, la otra banda del guitarra Ger Gilsanz. Medio tiempo a mayor gloria de la cara más clásica y elemental de Secta. Acomodado en muchos de sus tics habituales, sobresale aquí la buena labor de mezcla de la que goza el álbum. “No hace falta ser un sabio” ni tampoco reinventar la rueda, pero es verdad que tiene unos estribillos con los que me ha costado llegar a conectar. No decepciona el solo de Gilsanz pero, al final, conecto en mayor medida con casi cualquier otro corte del tracklist.

El Herrero”, por ejemplo. Empezando por el riff en que apoyan las estrofas. Ese aire tan desenfadado con que imbuye a otra letra marca de la casa pero, sobre todo, por un estribillo tan sencillo como pegadizo. La forma en que ambas guitarras juegan a encontrarse casi en todo momento, la firme base rítmica de Vázquez y Pravia. Es el corte más extenso del álbum, tiempo bien aprovechado por Gilsanz para deslizar uno otro de mis solos favoritos de este segundo trabajo. El final, sensiblemente más descosido, redondea otro de los grandes cortes de “Panzer”. Al menos en opinión del abajo firmante.

Mucho más sencilla, al menos en apariencia, “Fuera De Control” da un pequeño giro de timón al disco. Apoyada en una cuidada línea de batería de Pablo Pravia, construida con algo más de libertad y más que eficaz a la hora de amplificar el rango de influencias que había manejado la banda hasta el día de hoy. Ironiza la letra con el 4/4 y todo sale adelante tras el ya clásico desgarro de Michael Arthur Long al micro. Tiene ideas que, intuyo, daban quizá para un tema más extenso. En cualquier cosa la banda parece no querer conformarse con lo ya ofrecido en su primer álbum en lo que pienso, sin duda, es el camino a seguir.

Tampoco es que Secta hayan mutado en Royal Blood así de buenas a primeras. Ni mucho menos. Pero si a alguien le cabían dudas, qué mejor que una “Caliente” donde se reproducen todos sus tics más habituales. Desde lo socarrón de la letra al aroma puramente Young que exhalan las partes menos tranquilas y la mayor amplitud que aportan los coros aquí. Muy presentes de hecho en el buen epílogo que la banda ha dibujado aquí.

El Sueño Americano” destapa la que es seguramente su letra más ácida hasta el día de hoy. Y de hecho la interpretación de Arthur Long al micro la disocia en cierto modo del resto del tracklist. “Es el sueño americano, encefalograma plano”. Pravia vuelve a poner de su parte para lustrar a este penúltimo corte y a bordo de ese final más vibrante todo casa para otro corte directo, con mala leche, ágil y bien construido. Sin duda una de las grandes sorpresas de este segundo álbum.

El cierre es para la no menos interesante “La Casa Del Blues”, con alguna de las estrofas más sensuales de todo “Panzer”, solidarias a unos coros tan clásicos como efectivos. Me agrada por trazo. Por ese solo algo tempranero de Gilsanz. También por su letra, que transmite la socarronería habitual del quinteto pero con algo más de inteligencia. Un cierre que, pienso, daba para algo más de recorrido. De hecho las guitarras retornan en solitario una vez finalizado el corte. En cualquier caso una de las ofertas más redondas del tracklist.

Han dado un paso adelante. Se intuye en algunas de las líricas que pueblan el álbum. También en la construcción de alguno de los temas. Lo positivo, además, es que lo han hecho sin sacrificar ni una sola de sus señas de identidad. El fuerte influjo a AC/DC que dominó “Nada Nos Va A Parar” resulta algo más escondido ahora pero sigue igualmente presente. A nadie se le escapará que el disco se beneficia de esa mayor amplitud de miras. Algo que se deja notar igualmente en el apartado lírico por el que apuestan en según qué cortes. Véanse “Panzer” o muy especialmente las dos ofertas finales. No sé muy bien hasta donde llegará la andadura de esta particular Secta pero desde luego van por el camino correcto. Ocurra lo que ocurra, tened claro que seremos testigos.

Texto: David Naves

Crónica: Vidiago Rock Festival (Sábado 4/5/2024)

Y el Vidiago Rock Festival renació de sus cenizas. Dos jornadas, siendo la del viernes más orientada al punk y la del sábado más afín al tipo de música que solemos tratar por aquí, nuestra presencia allí tras cubrir un día antes el Factoría Rock Fest VI era poco menos que ineludible. Un cartel que en su cita sabatina que vino a congregar a las bandas Soulbane, Alto Volto, Drunken Buddha, Black Rainbows, Disaster Jacks y Chamako Wey!. Bandas de aquí y de allá para un plantel lo suficientemente diverso y atractivo como para echarnos una vez más a la carretera.

Con nuestra calma habitual, ya está Fernando Alonso para correr, llegamos a Vidiago con tiempo suficiente de hacer un mínimo de turismo. De tomar algo y socializar. También de hacer grupo y piña. Al final te pegas una hora de carretera y terminas viendo a mucha cara conocida. Rediós, que carajo será del rock and roll el día que faltéis.

Soulbane serían los encargados de dar la salida. Tarea ingrata donde las haya. Lidias a la vez con un público aún escaso, que en gran parte no te conoce y tienes todas las papeletas para comerte todos los errores a subsanar en cuanto a sonido durante la jornada. Ante semejante panorama, los de Torrelavega supieron lidiar con los previsibles inconvenientes a través de unas interpretaciones llenas de carisma y clase, así como un set atractivo por su propia diversidad.

Y es que arrancaron y en primera instancia nos sonaron casi setenteros. En gran parte por el registro del que echó mano en un principio el frontman Iván Valle. Siempre es difícil encarar una crónica de una banda a la que desconoces, pero en honor a la verdad diremos que conforme avanzó el setlist se fueron confirmando como una propuesta de lo más ágil y atrevida a la hora de amalgamar géneros.

Porque ya digo que empezaron con esa raíz fuertemente setentera, para después rozar incluso el soul y, conforme avanzó el set, dibujaron cortes que circulaban ya dentro de las lindes del progresivo. “Firewalker” puede ser un buen ejemplo de ello. Largos desarrollos, hábiles cambios de ritmo. Intentaremos, en la medida de lo posible estar atentos a sus evoluciones.

Pero toca seguir relatando el set de los cántabros. Y es que aún aguardaban sorpresas. Porque para “White Raven” cuentan con un trompetista en escena y, de pronto, su propuesta vuelve a mutar. El registro de Valle vira hacia tesituras a medio camino entre Elvis y Danzig y el corte adhiere fórmulas no demasiado distantes de un tardío Ennio Morricone. Hábiles, en cierto modo impredecibles y, sin embargo, extrañamente homogéneos.

Para otro de los cortes incluso contaron con toda una sección de metales (de la charanga El Compango) en escena. Todo con un muy buen sonido gracias al habitual buen hacer de la gente de la Casa Furia. Ya de nuevo en formato cuarteto atacaron un final de set donde no faltaron los habituales agradecimientos. “Hace diez años de nuestra anterior visita” comentaría Valle. Amenazamos con seguir la pista de los torrelaveguenses.

A quienes seguimos la pista desde hace ya tiempo es a la buena gente de Alto Volto. Y es que la cara de Borja cuando nos vio al pie del escenario en los instantes previos al comienzo de su descarga lo dice todo. Un tío con clase, como demuestra la camiseta verde con el logo de los MC5 que lucía. O ese solo con pie al wah con el que dio la bienvenida en Vidiago. Son una banda que ahora alterna letras en nuestro idioma con otras en la lengua de Shakespeare y en el fondo son la típica banda que, podrá gustar más o menos, pero muy buenos en lo suyo.

“Noches sin dormir… esto es insomnio” comunica el propio Borja. Y el trío, que completan Juan Villamil (batería), Diego Motta (bajo), profundizó en su peculiar mezcolanza de hard, blues y rock and roll del de toda la vida. Pero es “Veneno” la que capta mi atención en esta parte inicial del set. Quizá por ese mayor acercamiento al viejo hard rock. La cabra tira al monte (prometo dejar obsoleto este latiguillo de una vez). “Es un placer para nosotros estar aquí”, asegura el propio Borja, y a juzgar por lo redondos que estaban sonando, no nos cabe la menor duda.

El recuerdo al primer álbum que trae consigo “Before You Came” extrae de hecho la cara más aguardentosa del frontman asturiano. Y por si quedaba alguien aún con legañas a modo de resaca de la jornada anterior, qué mejor que algo como “Wake Up”. Ni grandes excesos ni tampoco mayores complicaciones. De ahí que siempre cumplan en la forma en que lo hacen.

Cambio de Fender a Les Paul mediante, aprovechó entonces Borja para dedicar “Habitaciones Frías” a “Marisol, que nos ha dejado hace pocas horas”, levantando una sentida ovación por parte del público del Vidiago. “Baila”, que estará en su próximo álbum de estudio, desata a los Alto Volto más blueseros. También al mejor Motta en las cuatro cuerdas. Y mientras que “Atontado” centra sus miras en el mal uso de las redes sociales, “Now You Know” entrega, piensa uno, la mejor cara del cuarteto.

Quiso también Borja tener un momento para recordar a Wayne Kramer, guitarrista de MC5 que nos dejara el pasado dos de febrero a la edad de 75 años. También advertirnos de que Drunken Buddha nos iban a poner a “bailar el pericote”. Esta gente tiene más clase que una universidad.

A nadie se le escapa que Drunken Buddha son un animal bien diferente. Y de hecho sería un ejercicio de cinismo por nuestra parte negar el afecto que sentimos por el quinteto radicado en Gijón. Son ya muchas las ocasiones que nuestros caminos se han cruzado y las más de las veces hemos sido testigos de shows muchas veces impepinables. Y es que, tirando una vez más de tópicos, esta es una de esas bandas que rara vez empata, pero que desde luego nunca pierde.

Y no pierde porque ese arranque con la intro “March Of Dementia” encauzando con “Sea Of Madness” pronto pone Vidiago a sus pies. Es así, máxime si logran sonar como lo hicieron en la jornada del sábado. Es cierto que, al menos desde mi posición, a veces costaba oír los solos de Diego Riesgo. Pero no es menos verdad, y perdón por la insistencia, sé que lo hemos dicho ya muchas veces, que la nueva base rítmica de la banda, Kay en baterías y Fran Fidalgo al bajo, les propulsa a otro nivel, sumando por igual precisión y clase.

“¿Empezar a charrar ya?” amenaza el frontman Michael Arthur Long. No hombre, no. Mejor el rock disfrutón de “Devil’s Breath” para dejar sin aliento a quienes todavía no tuvieran el gusto de conocerles. Finísimo como siempre Mario Herrero en teclas. Parte indisoluble de la añeja propuesta de los asturianos. “Can’t Hold Your Gaze” sería a la sazón una de mis favoritas del sábado. Por los coros de Diego y Mario primero y por la forma en que, uno a cada extremo del escenario, jugaron a encontrarse durante sus respectivos solos.

Algún tema nuevo, que integrará un tercer trabajo que nos morimos de ganas por escuchar, y la fiesta a la que ya nos tienen acostumbrados. No se le escapa a nadie que con nosotros tienen perdido ya el factor sorpresa. En cualquier caso puedo dar fe desde aquí de que la gente, conocidos y extraños, se lo estaba pasando en grande. “Concierto corto pero concentrado, como Ron Jeremy”. Me sonaba el chascarrillo, sí. Idiosincrasia Buddha, después de todo.

La frenética “Hang ‘Em High” daría con los huesos de Arthur Long en la valla, aupado por algún que otro sorprendido espectador, y sería anticipo de “un tema más stoner”, no otro que la siempre rocosa y desgarrada “Monster” de su debut de 2018. Solazo de Diego y el vocalista llevado en volandas por la audiencia. La fiesta se desataba en Vidiago. Uno de los cortes que siempre ayuda en el empeño es “Dance Of The Serpent Queen” y su pegadizo (no quisiera decir pegajoso) coro que la gente cantó de muy buena gana ante las exigencias del frontman: “pero cantad, cabrones”.

Ya descamisado, como de hecho viene siendo habitual en él, anunció tener dos noticias. La mala y la buena. Siendo la primera que el set iba tocando a su fin y la buena que tras ellos le llegaba el turno de los italianos Black Rainbows. Pero faltaba, claro, “Medicine Man”, y el despliegue físico/alcohólico que acostumbra a desatar, con el vocalista bajando al césped y bañándose una noche más en champán. “Ye de lo barato del Mercadona”, diría luego mientras se frotaba los ojos de vuelta en las tablas. Todo sea por la fiesta y el rock and roll.

Strangers & Fools” apacigua entonces los ánimos. Apenas un inciso antes de que el propio Arthur Long amenace con vestirse de traje y tornar en crooner en un futuro cercano. Mientras llega ese momento, quedarán en la retina los buenos ratos vividos en Vidiago el pasado sábado. Se despidieron, claro, revisitando una noche más “Highway Star”, con un gran Mario a las teclas y el propio Diego bajando al foso y entregando tan icónico solo al público de las primeras filas. Gran ovación para un tremendo fin de fiesta. Otra plaza conquistada, que diría aquél, por mucho que no estén las cosas ni mucho menos como para andar empleando terminología bélica. Acabaré por comerme las uñas hasta el codo como no llegue pronto ese tercer disco. Triunfales.

Lo bonito de ir a ciertos festivales a dejarte sorprender es que, en ciertas ocasiones, ocurre la magia. Porque no lo tenían nada fácil los italianos Black Rainbows tras el despliegue de los Buddha, pero fue salir con “Evil Snake”, de aquél “Stellar Prophecy” de 2016, y desatar (o continuar) con la mayor de las fiestas.

A puro stoner de riff tan grueso como pegadizo, y aún a pesar de algunos problemas de Gabriele Fiori con el ampli de su guitarra, supieron poner Vidiago a sus pies. Llevaba el italiano una camiseta con el emblema de Heavy Psych Sounds, sello de la banda y auténtica marca de referencia para todo buen fan del género más fumeta. Es cierto que muchos de sus temas pueden pecar de un abuso de la misma estructura. Pero al fin y al cabo esa cierta simpleza en las composiciones revierte en unos temas sólidos cual roca madre.

Mucho bailoteo en las primeras filas y es que su propuesta, con el impulso de esos riffs tan marcados, desde luego da pie a ello. Con la base rítmica de Filippo Ragazzoni (batería) y Edoardo “Mancio” Mancini (bajo) funcionando como un reloj de precisión, todo salía a pedir de Milhouse que decía aquél.

Entrado ya el set, y toda vez su música se inunda en mayor grado de distorsiones y efectos diversos, su propuesta alcanza tintes más espaciales, lindando sin tocar las fronteras de la psicodelia y propulsando a los romanos a cotas hasta ese momento desconocidas en su descarga. En cierto modo no quisieron ser menos que Alto Volto, aprovechando para insertar aquí su particular revisión del “Black To Comm” de los MC5.

Los disfrutamos. Después de todo por algo somos un medio con un tal Ozzy Osbourne como emblema, aunque fuera el de Monster Magnet el nombre que acudiría con más fuerza a mi subconsciente durante determinados momentos del show. “The Hunter” rubricaría un gran final y daría pie a un pequeño bis. “Universal Phase” si mis datos son correctos. Vinieron, descargaron un gran set y, así tal cual, se fueron con la satisfacción del deber cumplido. Banda a tener muy en cuenta. Eh, Factoría, yo no digo nada.

Al grito de “bona nit, Asturies” desencadenaron su descarga los catalanes Disaster Jacks, propuesta más lindante con el punk de toda la jornada del sábado. El trío que forman la guitarra y voz Angi, la batería Marle y el bajista Iggy, vendrían a darle un impulso más a una noche que encaraba ya su recta final y ponía a prueba las ganas de fiesta de los aún presentes. Porque fue sensible la desbandada tras Black Rainbows, lo que de todas formas no arredró al trío radicado en Sabadell.

Punk, claro, tan vivaracho como reivindicativo. Con Angi destapándose como una estupenda frontwoman en cortes como las iniciales “The Mirror” y “Upside Down”. “Faltan mujeres en los escenarios” y es verdad. Después de todo y como bien apuntó la catalana, tanto ella como Marle eran las únicas presencias femeninas de entre todas las bandas del sábado. Agradable la forma en que su punk muta desde entornos casi cercanos al pop a feroces andanadas que rozan el hardcore. Propuesta elástica y disfrutona, es verdad que no hacen el tipo de música que solemos tratar en este medio pero, al menos en lo que a mí respecta, puedo decir que en absoluto me desagradaron.

En “Everlast” quiso la propia Angi tener un detalle con “todas las mujeres, también las trans”, que por algo el verdadero punk será siempre vanguardia en oposición a los más reaccionarios. “¿A quien le gustan las baladas?”, claro, anticipó uno de los cortes más furibundos del set. Y al igual que hicieran antes Drunken Buddha, Angi no quiso perder su oportunidad de perderse entre la gente. Todo lo que el cable de su Les Paul dio de sí y con Macini de Black Rainbows en primera fila y sin perder ripio de sus evoluciones arriba (y abajo) del escenario.

Ya de vuelta a las tablas aún tendría tiempo de intercambiarse los instrumentos con Iggy, y este incluso de dibujar un tímido solo de guitarra. Firmaron un final juguetón y ya digo que para no ser enteramente “mi rollo”, disfruté de su particular punk rock. Fiesta y espíritu reivindicativo. Qué más queréis.

El quinteto con base en Langreo sería el encargado de cerrar esta nueva, y creemos exitosa, edición del Vidiago Rock Festival. Y lo harían con su habitual colisión de thrash y groove para alegría de los pocos supervivientes que aún quedábamos frente a las tablas. Lo cierto es que no era tan tarde. Para lo que nos tienen acostumbrado citas de este estilo, cinco minutos después de las dos es una hora todavía razonable.

En cualquier caso Ángel Cueli, impulsor del evento (y que se había encargado de presentar a todas y cada una de las bandas del cartel) no quiso perder la oportunidad de cantarle el cumpleaños feliz a Dani Larriet, vocalista de la banda, por más que dados los caprichos del reloj, el calendario hubiese corrido ya una fecha más. Sea como fuere suena el celebérrimo tema de Halloween de John Carpenter y Vidiago acoge la propuesta más extrema y bruta de la jornada.

Larriet, experto ya en estas lides, le recordamos cerrando con Unexpectance la multitudinaria vuelta del Unirock en 2022, desató sus registros más oscuros para dar con una “The Butcher” donde ya Adrián “Mostro” entregaría un estupendo solo de guitarra. Y sí. La gente estaba (estábamos) muy parada. Un poco por las horas, otro tanto porque quien más, quien menos, no conocía la agria propuesta de los astures. O no era de su gusto. Quilosá.

Poco han cambiado desde nuestro anterior y encuentro con ellos allá por febrero de este mismo año, por lo que en lo que a nosotros respecta cupieron pocas sorpresas. Pero la banda, técnicos de Casa Furia mediante, sonó todo lo gruesa que debía. Con un Mike Jiménez a los parches ya plenamente integrado en la disciplina del quinteto, alternaron temas propios (“Fariseos”, “Zombie Caníbal”) con otros ajenos como ese “Edgecrusher” de Fear Factory, donde quizá eché en falta los scratches que DJ Zodiac aportara en el original, pero ni mucho menos toda su pegada y rotundidad. Reconocería Larriet que esta era una cita especial para él, no por nada se trataba ya de su cuarta aparición por el festival. Se dice pronto.

Pero sí. La gente estaba ya algo dispersa. Tal es así que el propio Cueli quiso tener el detalle de irrumpir en escena para pedirle a los despistados que se acercaran a las primeras filas y arroparan a la banda. Y la banda respondió en sintonía. “Indomable”, “Pendejos Fronterizos” y su particular revisión del “Take My Scars” de Machine Head vinieron a dar la verdadera medida de la actual encarnación del combo. con “La Migra” de Brujeria, a buen seguro una de sus grandes referencias estilísticas, dirían adiós a su descarga y al propio festival.

Félix, claro, aprovechó para emplazar a la edición del año que viene. En la medida en que las circunstancias (agenda, salud, etcétera) nos lo permitan, desde luego que pueden contar con nosotros. Por lo mucho que disfrutamos allí pero muy especialmente por el cariño con que nos trataron. Da gusto llegar a una cita como esta y sentirse como en casa. Transmiten el amor por el rock and roll con el que la organización saca adelante el evento y la gente acude a disfrutar en total sintonía con ese ambiente casi fraternal. Un espíritu que bien se podría resumir la presencia en las primeras filas de Edoardo Mancini durante la descarga de Disaster Jacks.

Por nuestra parte nada más. Mandar un fuerte abrazo a los habituales de siempre, a la agradable compañía y mandar el deseo sincero de que esta temporada de festivales que ahora comienza se dé lo mejor posible. A nosotros seguro nos encontraréis por ahí. Larga vida al Vidiago Rock.

Texto: David Naves
Fotos: José Ángel Muñiz

Crónica: Downfall Of Gaia + Syberia (Oviedo 27/4/2024)

El metal extremo sigue gozando de buena salud en la capital del Principado. Los alemanes Downfall Of Gaia, en gira por territorio peninsular junto con los instrumentales barceloneses Syberia, congregaron a un nutrido número de fans del género extremo en su cita con el Gong Galaxy Club y desde aquí no cabe más que congratularnos por ello.

Y eso que cuando uno llega a la puerta de la sala, el panorama no puede ser más desalentador. Temprano, sí, es lo que tiene el transporte público (en el siguiente ya habría llegado tarde) pero lo cierto es que, para cuando superamos la hora marcada para la apertura de puertas, ya empezaba a ser amplio el número de personas que hacíamos cola para acceder a uno de nuestros puntos de referencia en la ciudad.

Pasan pocos minutos de las nueve cuando los chicos de Syberia toman el escenario de la Gong. Y toda vez superamos la casi obligada introducción, lo cierto es que el sonido que despliegan ya desde los primeros compases de “Stolen Childhood” no puede ser más redondo. Al menos en la parte más próxima al escenario y detrás de los diversos fotógrafos, donde me encontraba, no podría haber sido más nítido ni tener más pegada.

Y es que Syberia son una banda instrumental pero en la versión más vibrante y poderosa del género. Aquella que no ahorra en parajes preciosistas, pasionales incluso, confrontados a tenaces arreones de un metal por momentos casi incandescente. Ahí cobró vital importancia, por tópico que pueda sonar, la fuerza de Manel Woodcvtter a los parches. Tan hábil en los cambios de ritmo como firme en el uso del doble pedal, pareció no querer ser menos que la bestia parda estadounidense a la que telonea en esta turné hispano-portuguesa.

Propuesta instrumental mediante, no son una banda que comunique de viva voz con el público. Algún “gracias” sin amplificar entre temas. Pero sí quiso JordiOnly, guitarrista del cuarteto, echar mano del micro para agradecernos nuestra presencia allí. También para avisar de la que se nos venía encima con Downfall Of Gaia: “preparaos porque lo que se viene os va a destruir el cerebro”, avisó.

El propio JordiOnly juega un papel fundamental en el combo catalán. No fueron pocas las veces en que se arrodilló ante su amplísima gama de pedales en busca de los efectos y distorsiones deseadas. Realmente se vaciaron para confirmarse, una vez más, como una de las propuestas más poderosas y también atrayentes del pujante instrumental patrio.

Downfall Of Gaia, claro, son un animal muy diferente. Pero aún dentro de su black de guiños sludge y sensible poso atmosférico, hay pequeños pasajes calmos que resuenan no muy lejanos a los de sus compañeros de gira. El arranque del show, como diría un clásico, es a puro revientacalderas, con un Michael Kadnar dejándose la piel en cada golpe. Sudaría de lo lindo el americano en soporte de una de las propuestas más pasionales que hayan pisado el Gong Galaxy Club en los últimos tiempos.

… pero el sonido no alcanzó a ser del todo claro. Sí, es cierto, alimentó por ahí la faceta más sucia de su bien conocido black metal. Funcionando y de qué forma en “Existence Of Awe”. Pero a ratos costaba oír al también bajista Anton Lisovoj, por donde cabía conformarse (es un decir) con el incansable riffear de sus compañeros Dominik Goncalves y Peter Wolff.

La alternancia en voces juega un papel fundamental dentro de la banda germana. Y aunque alguna de las intros pregrabadas que disparan pueda sonar algo recargada, pienso ahora en la casi operística “Eyes To Burning Skies”, lo cierto es que la banda apenas descabalga de ese fulgor incendiario y vibrante. Ya empezaba a hacer calor dentro del Gong, con un público algo estático para con los altos ritmos que desplegaban los alemanes, pero que brindaba fuertes gritos y grandes ovaciones al cuarteto entre tema y tema.

Bodies As Driftwood” dejó un fantástico build up en beneficio de su cara más descarnada y, si bien el sonido seguía sin ser del todo nítido, lo cierto es que el agitar de cabezas era ya una constante Incluida la de servidor, que fíjate que me tengo por una persona a la que le cuesta un mundo exteriorizar el más leve movimiento. Pero Downfall Of Gaia te arrastran. Al fin y al cabo es una banda tan despiadada en los momentos más vibrantes como extremadamente meticulosa en los breves remansos de paz que dibujan a través de sus temas.

Pero poco comunicativos con la audiencia. Apenas unos tímidos agradecimientos seguidos de un “gracias”. Se fueron a eso de las 23:18, para volver pocos momentos después y cerrar con un bis de muy apropiado nombre: “Final Vows”. Abrasadores aún a pesar de que el sonido no fuera tan redondo como nos hubiera gustado. Dolía por momentos contemplar los esfuerzos de Lisovoj tras el micro para lo poco que se dejaba oír su voz frente al escenario. Lástima pero ya digo que no tanta como para llegar a deslucir del todo la furibunda descarga que llevaron a cabo. Mención merece de nuevo el bueno de Michael Kadnar, de los mejores machacaparches de metal extremo que hayan pasado por la Gong desde Sebastian Abildsten (Baest). Que continúe la racha…

… porque echando uno la vista atrás, desde los propios Baest pasando por Grima, Azaghal o incluso los locales Aneuma, el metal extremo parece gozar de buena salud en la capital asturiana. No puede uno por más que desear de todo corazón que continúe en el futuro.

Por nuestra parte nada más. Mandar un agradecimiento a la promotora del evento por todas las facilidades dispuestas de cara a la realización de esta crónica, a Jaime García por los fotones que la dan lustre y saludos a los habituales de siempre. Nos vemos en el siguiente.

Texto: David Naves
Fotos: Jaime García

Reseña: Malverde «II» (Furia Discos 2024)

Ep para las buenas gentes de Malverde bajo el lacónico nombre de “II”. La banda, recordemos, viene formada por Bronco en baterías, Tamo en la guitarra solista, Laria en la rítmica y en voces y Hermes al bajo. Los seis temas que componen el trabajo vinieron al mundo en los estudios OVNI de Bonielles, Llanera, con todo un Dani Sevillano a los controles. Adornado por el precioso arte de Godless Design y fabricado con su buen hacer habitual por Furia Discos, se encuentra ya en la calle.

Nosotros nos vinimos con nuestras respectivas copias para casa y os podemos asegurar que todo el diseño del digipack es digno de cualquier colección afín al rock and roll que se precie. Detalles que siempre suman, como el hecho de que estas canciones hayan sido plasmadas en formato directo. Se nota ya desde que echas a rodar la inicial “Golem” y su realmente totémico riff inicial. Uno, que siempre anda buscando rimas con bandas de la región, encuentra paralelismos aquí con los muy queridos Amon Ra. En particular cuando la producción filtra la voz de Laria. Me agrada ese solo alucinado que puebla el puente, así como esos Malverde más nerviosos del tramo final. Un buen arranque.

Engañan los primeros acordes de “Find My Way” con esa repentina falta de distorsión. Apenas un guiño inicial para introducir otro corte de rock arrastrado y deudor a un tiempo del doom rock y el mejor stoner. Tamo parece especialmente inspirado aquí. Tanto a la hora de incrustar solos entre estrofas como en apoyo de las líneas vocales del propio Laria. Precisamente en las estrofas más desnudas se deja sentir en mayor grado la presencia de Hermes en la mezcla. Aquella fugaz calma del prólogo regresa, o mejor dicho irrumpe, antes de dar pie al solo del tronco central. Los chicos desde luego saben como trazar buenas piezas de rock vibrante y aguerrido. Bronco está muy presente en este tramo final y por ahí todo termina cuadrando para construir una de mis favoritas de todo el Ep.

Santa Muerte” viene a destapar a los Malverde más intensos. Casi coléricos. Altas vibraciones y un riff de esos que entran a la primera para la oferta más descosida del tracklist. Cierto que el riff en que apoyan las estrofas puede pecar de una cierta simpleza. Por contra, qué bien está el mayor grosor que desprende y el modo en que acerca al cuarteto a las lindes del metal. Desde luego que se le puede achacar su brevedad, apenas dos minutos y medio, pero no la forma en que destapa la cara más intensa de los asturianos.

Más breve aún si cabe es una “Now I Know” que viene a reincidir en esa versión nervuda e intensa de la banda radicada en Oviedo. Tamo y Laria juegan de nuevo a encontrarse sobre el ritmo, directo y vivaracho, que marca Bronco tras los parches. Buenos coros en estribillos y desde luego una pieza agradable pero algo coja por lo escaso de su desarrollo.

Más ambiciosa, al menos sobre el papel, “Mexica” se sustenta sobre otro de mis riffs favoritos de este “II”. Y puede que por trazo, sea también la que más llame la atención. Aquí sale a relucir la buena producción que porta el disco, centelleando en cada cambio de ritmo, numerosos en esta penúltima entrega. Cómo combinan las distintas líneas de guitarra entre estrofas o ese tronco central más desnudo resultan desde luego atractivos. Pero si algo termina de decantar la balanza es ese largo epílogo y el poso más intenso que de él deriva. Estupenda.

Sisyphus”, por el fundador y rey de Éfira en la mitología griega, supone la irrupción de los Malverde más pesados primero, ese prólogo rocoso y arrastrado, en nada sutil contraste con los más vibrantes, que llegarán antes de las primeras estrofas. Es el corte más extenso de los seis y realmente parece que la banda ha echado el resto aquí, por tópico que pueda sonar. Tamo está especialmente acertado a la hora de adornar las distintas estrofas con solos lúcidos y vibrantes. También a la hora de doblarse con el propio Laria. Precisamente ahí es donde me agrada este cierre por cómo deja traslucir la propia naturaleza de la grabación. Sinceridad sobre precisión. Un gran cierre.

En un ecosistema donde las ventas en formato físico se han reducido hasta lo meramente testimonial, el Ep resulta el camino indicado para un montón de bandas de nuestro underground. Ejemplos a decenas. El último en llegarnos es este “II” donde el cuarteto ovetense Malverde viene a sumar una muesca más al cada vez más amplio panorama hard rockero astur. Precisamente ahí, entre el hard, el stoner y pequeñas pizcas de doom y metal se sitúan seis temas a su manera diversos y en gran medida atractivos. Suma además, pienso yo, el hecho de que lo hayan grabado en directo. El Ep no desmerece ni mucho menos a una encarnación en directo de la que disfrutamos (y dimos buena cuenta) hace escasas fechas, por lo que la decisión se me antoja todo un acierto. No les perdáis la pista.

Texto: David Naves

Crónica: Barbarian Prophecies + In-Sanity + Brutalfly (Avilés 27/4/2024)

Primero de los eventos autogestionados que tendrán lugar en las próximas semanas en la avilesina Sala Malecón. Con el metal y la camaradería entre bandas por bandera el cartel del pasado sábado 27 de abril unía de nuevo a Barbarian Prophecies y Brutalfly tras su paso por Sarria (Lugo) allá por el mes de diciembre, más los locales In-Sanity en esta nueva andadura tras décadas en barbecho.

Con el omnipresente Txeffy al mando del sonido la sala presentaba un buen aspecto al inicio de las hostilidades. Una afluencia que sobrepasaba el medio centenar, muy por la labor de pasarlo bien, recibía a los thrashers Brutalfly. Parece mentira pero su último trabajo de estudio ya cuenta con más de 2 años en sus espaldas y hábilmente el trio ha incorporando temas nuevos al set como “Train To Hell”  para allanar el terreno a su próximo álbum de estudio. No habría que esperar mucho para la habitual colaboración de Txeffy con la banda, «Thrashtorm» es de nuevo el tema elegido, aunque esta vez sin su presencia en el escenario. Debido a la particular sonoridad de la sala la voz llegaría en vivo pero desde la mesa de sonido.

Pudimos comprobar como Alicia y Óscar Besteiro de Barbarian Prohecies se lo pasaban en grande en las primeras filas. Óscar celebraba su cumpleaños y tenía el gran detalle de invitar a la audiencia con 2 botellas de licor de café llegadas directamente desde Galicia, curiosamente habría que insistir varias veces para darlas un merecido final. Ver para creer jajaja. El show continuaba por los derroteros habituales de las «moscas brutales», intensidad, contundencia y apenas pausas salvo para arengar a la parroquia a aproximarse más al escenario. La traca final conformada por “What Time Is It? It’s Time To Die” y “Zerdatillium” deja patente que la actual formación de la banda es la más sólida, activa y como sus gestos y sonrisas demuestran bolo tras bolo, la más «familiar» de su trayectoria.

Inevitable cambio de enseres en el escenario para recoger el testigo, los locales In-Sanity. La veterana formación cuenta con rostros muy reconocibles de la escena asturiana con miembros que en su trayectoria han formado parte de bandas como Lycosa Tarántula, Westhia o Beast Inside, lo que habla y muy bien de su desempeño sobre las tablas. Lograron dar un punto más de intensidad al ambiente arrancando los primeros «circle pit» de la velada. Atmósfera que tuvo su respuesta sobre el escenario, ya que posiblemente haya sido el show en que hemos visto a la banda interactuar más con el público.

A la espera de la publicación de un trabajo de estudio que retrate todo lo bueno que ofrece su habitual repertorio, dieron inicio a su tiempo con la dupla «Icaros’s New Flight» y «Suffocation» para dar las primeras muestras de la calidad que atesora la formación. Muy bien recibida la versión de todo un clásico como es el «Killers» de Iron Maiden cerraron su tiempo con «Searching And Victimized» para dejar manifiesto que están de vuelta y tras lo visto el sábado, hacernos dudar que han pasado veinte años en la sombra. Minutos de mucha clase y contentos de tenerlos de nuevo entre nosotros.

Unos agradecidos Barbarian Prophecies serían los encargados de poner el colofón a la velada en la Malecón. Una autentica apisonadora sónica que devoró los apenas 45 minutos que estuvo sobre el escenario. Siguen inmersos en la presentación en vivo de su último trabajo discográfico «Horizon«, del que dimos puntual cuenta en su momento por estos lares (reseña), con unas ganas y empuje dignas de mentar. Para los despistados, regresarán a los escenarios asturianos en septiembre como parte del festival lavianés Karma Fest y no deberían dejarlos escapar.

Punto focal del combo lucense es sin duda la menuda figura de su vocalista y bajo Alicia, contraposición a su fuerza y agresividad en las tablas, navegando como pez en el agua cuando la banda recorre en su set efluvios del black melódico sueco y pasajes potentes y agresivos rozando el death metal más extremo. Perfectamente respaldada por el trabajo a las guitarras del mentado anteriormente Óscar Besteiro y Arnt Bünz, al igual que Brutalfly contaron con la colaboración en un tema de Txeffy, aportando su garganta de nuevo desde la mesa de sonido.

Todo es mejorable que duda cabe pero el primero de la serie de conciertos en la Malecón bajo el paraguas de la autogestión dejó sin duda más luces que sombras. Próxima parada el sábado 15 de mayo con Grave Noise, Soundcrush, Bestia Negra y Sküld como protagonistas y el firme deseo de ver crecer la propuesta. Mimbres y ganas no faltan.

Texto y fotos: José Ángel Muñiz

Reseña: The Magus «Shinin'» (Discos Furia 2023)

Largamente esperado debut de los hard rockeros asturianos The Magus, banda a la que hemos tenido el placer de cubrir en varias ocasiones y que presenta ahora una ópera primera que lleva por nombre “Shinin’”, fraguada con todo mimo en el OVNI Estudio con Dani Sevillano a los mandos. Recordemos que forman la banda Bronco (batería), Tamo y Ernest (guitarras), Laria (bajo) y Ouleia (voces). Adorna la portada el arte de Paulo Fernández.

Rock sin grandes complicaciones el que viene a dar la bienvenida en “Rock’s For Pussies”. Introducida por la ágil batería de Bronco y deudora de un hard de aires setenteros, entregando una producción bien equilibrada, no iba a fallar el OVNI en esto y donde, claro, sobresale la poderosa voz de Ouleia. En especial a la hora de trazar unas estrofas ágiles que entran a la primera. El solo camina con clase, sin alardes fuera del tiesto, y si algo me agrada aquí es el pequeño puente que conduce al epílogo. Un arranque tan clásico como efectivo.

Shinin’” vendrá a añadir algo más de nervio a la mezcla. Bronco vuelve a comandar la mayor carga energética de un tema título donde centellean el rock más clásico en estribillos y pequeños devaneos con el punk en estrofas. En los engarces entre estas observa uno buenos riffs de Ernest y Tamo. Breve, algo más de tres minutos, dueña por tanto de uno de los solos más fulgurantes de todo el largo. Otro pequeño puente, marca de la casa, vendrá a anteceder al epílogo, y los Magus se enredarán en su clave más encendida y vibrante.

Pero si hay un riff que me agrada sobremanera en este primer largo de los asturianos es el que da la bienvenida en “Type 2”. Del mismo modo, la forma en que Tamo y Ernest se doblan aquí, imprescindible el uso de auriculares para apreciar el juego entre canales, así como el aire más vacilón y chulesco de este medio tiempo hábil y sugerente. El disco va así conformando una rica paleta rítmica, que pasa del hard más clásico a juguetear con el punk y desembocar finalmente en una composición tan ágil como orgánica. Cierto que el epílogo quizá reclamaba un desarrollo algo más ambicioso, pero no es menos cierto que pasa por ser una de las que más terreno ha ido ganando con el correr de las escuchas.

Pills” entrega uno de los prólogos más llamativos de todo el redondo. Tamo y Ernest juegan a encontrarse antes de que irrumpan las primeras estrofas, construyendo por ahí otro de los cortes más llamativos de este “Shinin’”. Con la base rítmica de Laria y Bronco muy presente en la mezcla, el corte resulta de nuevo vacilón al particular modo The Magus, con una estupenda Ouleia en estribillos primero y bajo voz filtrada después. El epílogo siempre me recuerda a Guns N’ Roses del ineludible “Appetite For Destruction”. A buen seguro otra de mis favoritas.

Bother” es otra de esas grandes ofertas que pueblan el álbum. Más tendida, bordeando la balada en un prólogo para después mutar en un medio tiempo de aires melancólicos, comandado por una gran Ouleia al micro. La forma en que va adquiriendo mayor intensidad camino del epílogo no podría resultar más clásica ni tampoco estar mejor resuelta. El álbum sigue ampliando su rango tonal y si he de poner alguna pega, esa sería lo “breve” de algunas de las composiciones que lo integran.

Véase por ejemplo “Like A Hammer”, por debajo de los tres minutos, y donde los asturianos recuperan parte de aquél nervio que abría el disco. Una pena ese desarrollo algo rácano pues vuelve a ser recipiente de otro de los riffs más redondos de “Shinin’”. Ouleia estira su registro en estrofas y se muestra tan o más ágil en esos estribillos repetitivos y machacones. Llamativa esa repentina desnudez del puente central, así como bien ejecutado epílogo final. Sigo pensando que daba para algo más de esos ni siquiera tres minutos.

Dead Eyes” viene a rimar con la anterior “Bother” a la hora de ofrecer esa cara más calma y reposada del quinteto asturiano. De nuevo entre la balada y el medio tiempo, donde siento que nada sobra ni falta, con una estupenda línea de voz trazada sobre un crescendo clásico y a la vez bien resuelto. Me agradan esas guitarras dobladas de Tamo y Ernest durante el tronco central. La pausa que acude después y ese epílogo desatado, enfebrecido incluso, que destapa la mejor cara de los asturianos. Estupenda.

Reclamaba antes composiciones más atrevidas en lo que a duración se refiere. Pues bien, “Weirdo” acude presta a poner remedio. Oferta más extensa de las diez. De todas la que arrastra un poso más sureño. Ese clásico slide deslizándose por el mástil. Con ese tronco central, tan cuidado como desnudo, emergen los The Magus más próximos al soul, en claro contraste con ese epílogo más vibrante. Sobresale una vez más aquí la buena producción del OVNI. Otra de mis grandes favoritas.

Casi por contraste irrumpe “Woman”, por duración el corte más rácano del disco, y también uno de los más crujientes, con Ouleia jugando a alternar nervio y sensibilidad para unas líneas de voz repletas de carisma. Se puede achacar al combo asturiano el no arriesgar algo más en lo que a trazo se refiere, manejándose siempre fieles al libro de estilo. Por contra, buena parte de sus temas resultan sólidos, poco dados a dobleces. Siempre funcionales.

Es algo se observa mientras suena la final “Punished By God”. Todo parece estar donde debe. Si acaso, uno aprecia ahora una mayor presencia del bajo del bajo de Laria en la mezcla. Por lo demás, es una pieza de rock and roll clásica y enérgica, con Ouleia reservándose alguno de sus tonos más altos cara a construir un último corte realmente vibrante y con gancho. Bien está lo que bien acaba.

Uno, que ha visto ya estas canciones varias veces en vivo, ha ido retrasando esta reseña por aquello de poder juzgar al disco por sí mismo, sin la contaminación propia del directo. Y reescuchado en estos días, pienso que el oyente que no conozca aún a The Magus debería encontrar asideros suficientes de los que echar mano. Empezando por la fina producción de Dani Sevillano, siguiendo por el gusto tan clásico a la hora de componer y terminando por el buen nivel ejecutivo que desprende el disco. Un “Shinin’” que ni inventa la rueda ni lo pretende, divirtiendo sobremanera en el proceso. Ni tan mal para tratarse de un debut.

Texto: David Naves

Reseña: Nicotine Bubblegum «Twilight Sleep» (Autoproducción 2024)

Primer largo para los alternativos avilesinos Nicotine Bubblegum. El cuarteto que forman Marco Valera en baterías, Pablo Fernández al bajo, Noé Grigera en guitarras y el Colmena y Leather Boys Luismi Rose en voces, nos entrega nueve temas producidos, grabados, mezclados y masterizados en los Breakdown Studios del Sound Of Silence Nefta Vázquez, adornados por el arte del propio Grigera y con la colaboración de Gin Barbería (Absalem) en “123”. El disco será presentado en la sexta edición del Factoría Rock Fest junto a Estramonio y Blast Open.

El bajo de Pablo Fernández y la guitarra de Grigera forman un tranquilo contrapunto para dar la bienvenida en la inicial “Fire In The Hole”, que pronto me podría recordar a otra banda también asturiana y de inspiración post grunge como es Automatic Kafka. Aquí surge, claro, un Rose en una clave distinta a la que nos tiene acostumbrados. La voz del Leather Boys ensucia su registro en estrofas en crescendo, que desembocan en estribillos marca de la casa. Me agrada ahí el buen trato coral del que gozan. El desarrollo se adhiere a los grandes tropos del género y por ahí caben pocas sorpresas. La producción del Escuela de Odio Nefta Vázquez acierta a la hora de distinguir cada línea presenta en la mezcla y guía a Nicotine Bubblegum hasta el pesado tramo final. Primer corte, en definitiva, arrastrado, arenoso y en cierto modo convincente.

Pequeño caos controlado el que desata el prólogo de “Brinell Hardness”. Pero si algo me gusta de este segundo corte es la forma en que la banda ha trazado estas estrofas. El crescendo tan clásico que dibujan. El pequeño lugar para el esparcimiento del que goza el bajo de Fernández. Y cómo desemboca en uno de los estribillos más poderosos, metálicos se podría decir incluso, de todo el largo. Rose insiste en ese registro variable, alternando voces limpias con tonos más rotos con total naturalidad. Puede que eche en falta un solo que aporte algo de vistosidad a su epílogo pero en cualquier caso una de mis favoritas de entre las nueve.

El prólogo de “M.U.I.L.” se apoya en un riff de pulsos casi groove que me sorprendió en una primera escucha y me ha ido enganchando en las sucesivas. El que surge después de ese prólogo pasa de hecho por ser uno de los más retorcidos de todo “Twilight Sleep”. La voz de Rose aparece filtrada ahora y uno recuerda inmediatamente a según qué momentos de los seminales Nirvana. Me agrada por cómo la construcción de este tercer corte difiere del par de entregas previas, así como por la extraña vibración que se extrae de la guitarra de Grigera. Ojo a cómo el epílogo desata la cara más ardiente del cuarteto con base en Avilés.

123”, con la Absalem y Gemtonics Gin Barbería a bordo trae consigo un riff de aires casi medio orientales para una propuesta que sería, a su vez, carta de presentación de este debut. Sus estrofas no podrían destilar un mayor aroma a lo mejor del rock alternativo de la década de los noventa. La banda las construye con sumo cuidado, de nuevo ese crescendo tan clásico, para desembocar en unos estribillos donde se mezclarán ambas voces primero y quedará Barbería en solitario posteriormente. Hay algo casi intuitivo en la forma en que ambas voces casan aquí. Jugando a buscarse y encontrarse a lo largo de otro corte trazado con sumo cuidado. Dice mucho en favor de la banda el haber optado por un tema como este a modo de anticipo de “Twilight Sleep”, verdadero negativo del tipo de single facilón y al pie por el que acostumbra a optar la mayoría. Uno de los estandartes de este tracklist en opinión del abajo firmante.

Y no es que “Gimme A Blend” me desagrade. Para nada. Luismi sorprende con alguna de las voces más rotas y oscuras que le hayamos escuchado. Es solo que el álbum viene de uno de sus temas más grandes y, al menos en lo que a mí respecta, me cuesta conectar con algunos de los pasajes más tranquilos y algo extraños de esta quinta entrega. Quienes busquen más intensidad, la hallarán en un tronco central tan desgarrado como breve. Todo se apoya en una estupenda línea de bajo de Pablo Fernández pero, en líneas generales, un corte con el que me cuesta llegar a conectar.

Palindrome” tiene quizá el inicio más metálico de los nueve. Ahí marca el paso una vistosa línea de batería de Marco Valera, soporte de un corte que acierta a la hora de acercar a los Bubblegum a las lindes del hard rock más nervudo y contemporáneo. Rose desliza de un modo llamativo su registro por unas estrofas llenas de una luz que pronto tornarán en una curiosa oscuridad. Por lo que sea, me agrada la forma en que la composición se va tiznando de esa negrura. Siempre dentro de las lindes del género y del disco en sí, pero lo suficiente como para disociar a este meditado palíndromo del resto de entregas. La manera en que su tronco central serpentea entre la cara más aguerrida del cuarteto y la más alternativa constituye otro de mis momentos favoritos del debut.

Focus In” nos devuelve a Nicotine Bubblegum en su encarnación más arrastrada y fangosa. A ella contraponen la más lindante con el pop alternativo y de resultas de ello se desencadena un corte fuertemente bicéfalo, con Rose tan cómodo en la calma como en la tormenta. De nuevo la producción en los Breakdown Studios parece haber entendido al dedillo al tipo de banda que tenía entre manos. Reconozco que por trazo hay ofertas dentro del disco con las que conecto en mejor medida. De todos modos, bien está el puro desgarro de su tramo final.

No muy lejos de su predecesora vendrá a situarse una “Youth Leisure” que, reloj mediante, parece poner sus miras mucho más allá. Contornos tranquilos enfrentados a la cara más nerviosa de su bien conocido rock alternativo. Nada que sorprenda a estas alturas del disco pero lo suficientemente cuidado para que el corte diste de caer en el olvido. Porque la buena línea de batería de Valera merece todos los parabienes. También la forma en que el registro de Rose se enturbia con el correr de las estrofas. En otro álbum, el solo de Grigera habría gozado de más espacio para su propio esparcimiento. Aquí se adhiere orgulloso a los propios pulsos de este particular sueño crepuscular, por lo que viene a ganar en coherencia aquello que pueda perder en brillo. Estupenda.

Cierre para la extensa “War”. Que me agrada por la forma en que traza un prólogo de entornos tranquilos y, riff mediante, reconduce hacia la consabida mezcla de grunge y alternativo de los asturianos. Siento a Rose no tan a gusto como en otras entregas del álbum cuando llegan esos riffs más gruesos. Sí, en cambio, en la cuidada calma de ese prólogo. Es otro corte a mayor gloria de la cara más bipolar de la banda, que no opta por el habitual cierre resumen y se decanta en cambio por una construcción más sencilla de lo que aparenta. En ella Grigera parece más que inspirado. Tanto en la sucesión de riffs como en las melodías que adornan los pasajes más tranquilos. Un cierre en cierto modo ágil, de esos que han ido creciendo una barbaridad con las escuchas.

Siendo como es un disco de género, lo cierto es que la banda se las ha arreglado para dibujar a lo largo de sus nueve cortes una amplia paleta de colores. El rock más tranquilo, lindante con el pop incluso en ciertos momentos, confronta al alternativo más descarnado y llega a lindar incluso con un metal a ratos sucio. Y ya digo que la producción de Nefta parece haber comprendido el tipo de banda que tenía entre manos, entregando una mezcla tan clara como invisible. Algo más de tres cuartos de hora para regocijo de los fans del alternativo más al uso. Bienvenido sea.

Texto: David Naves

Reseña: Yskelgroth «Bleeding Of The Hideous» (Xtreem Music 2023)

Nada menos que trece años ha tardado el trío de black metal madrileñobalear Yskelgroth en entregar la continuación de aquél “Unholy Primitive Nihilism” de 2010. Recordemos que ellos son Dave Rotten (Avulsed, Holycide, Putrevore…) en voces, su compañero en Decrapted Vicente Payá a la guitarra y Nexus 6 (ex-Nahemah, ex-The Heretic, TodoMal) en sintetizadores, guitarra y baterías. Con arte del venezolano John Quevedo Janssens (Paganizer, Ribspreader, Vile Hex, Disrupted…) “Bleeding Of The Hideous” ha visto la luz a través de Xtreem Music en CD y digital.

La inicial “The Morbid Earth” ahorra en introducciones y otras zarandajas para destapar, ya desde el primer instante, el consabido black death del trío. Con Rotten doblando unas voces en las que alternará registros, dibujando así un desempeño que le desliga de sus habituales tonos cavernarios. Es un corte bien armado, diverso pese a lo escaso de su desarrollo, poblado de detalles melódicos extraños y poco recurrentes y en el que la banda apenas dará descanso. Feroz incluso en la extraña y laberíntica ración solista de su tercio final. Ni un segundo que perder.

Prone To Gobble Life” se desliga de esos acentos más death para profundizar en un black de tintes sinfónicos sobre los que Dave descerraja sus tonos más altos con total naturalidad. De construcción alterna, sus estrofas son un ir y venir de ritmos altos, rodeados por pequeñas islas de pura pesadez y maledicencia. La faceta solista resulta ahora más convencional, convergiendo de forma algo extraña con el corte que las integra y otorgándole una más que llamativa dualidad.

Tras la virulenta dupla inicial, “Omnicidal Ends” vendrá para reducir las altas pulsaciones este segundo álbum. Medio tiempo fuertemente sintetizado donde oigo ecos de bandas tan alejadas como Khonsu o incluso Progenie Terrestre Pura. Ello es en gran parte por el peso otorgado aquí a los sintes de Nexus 6 durante toda la grabación. Tema en gran medida pesado, asentado de manera firme sobre una casi casi monocromática gama riffera a la que atraviesan los Yskelgroth más furibundos.

Así las cosas, no sorprende que “Aeons Empty”, uno de los cortes más rácanos en lo que a duración se refiere, nos devuelva al trío en su faceta más agria y trotona. Corte que vendrá a beneficiarse de un bajo más presente en la mezcla final, dando cumplido sustento a una gama de riffs y melodías que me llevan a pensar, aunque sea a lo lejos, en los primeros Dissection. Marcadamente fría, acierta la banda a desprender una melancolía más acusada aquí, siempre con Rotten en su encarnación más aguda. Lo bueno si breve…

Otro corte igualmente fugaz en el reloj es este “Plagueridder” donde no obstante el trío construye una de las ofertas más laberínticas y retorcidas de todo este segundo disco. Como si la banda hubiese pretendido enlatar en menos de tres minutos todo su ideario, la composición irá desde su artificial arranque hasta una serie de caóticas idas y venidas que viven de hibridar, pienso que más bien que mal, black espasmódico con death arrastrado y serpenteante. De resultas de ello surge un trazo en ocasiones algo atropellado, descompensado incluso, pero de alguna manera nunca aburrido.

Spasmic Extinction” elevará el tono mientras muestra una gama riffera que bien podría pasar por la más lograda de todas las presentes en este nuevo álbum. A la contra, una construcción más dinámica, tal vez más predecible, donde se cuelan algunos detalles ornamentales un tanto distraídos. Puente central al margen, corte eficaz a la hora de exhibir a los Yskelgroth más aguerridos y vitriólicos pero al que, tengo la impresión, se le podría haber exprimido algo más de jugo.

Primal Expulsion”, que fuera la carta de presentación allá por el mes de febrero, tampoco ofrece muchas sorpresas. Sea como fuere acierta al recuperar aquél poso un tanto más melódico que la banda ofrecía en cortes como “Aeons Empty” y enfrentarlo al Rotten más bicéfalo de todo el álbum. Dos caras parece tener también el solo que adorna su tronco central. Que fuera el anticipo de este segundo trabajo me resulta una decisión acertada en cualquier caso.

Riddance Of The Graves” parece arrimarse a proposiciones mucho más anquilosadas, secas y descarnadas. Nombres como Endstille, Antaeus o incluso Katharsis acuden a mi subconsciente mientras se suceden las escuchas de un penúltimo corte consagrado, en gran medida, a la cara más enfebrecida del trío, apenas rebajada en su perpendicular epílogo.

Y sin descabalgar de esa encarnación velocípeda y cruda, lo cierto es que la final “Path To Devourment” acierta a la hora de entregar un sonido más personal. En parte por los riffs que conforman sus estrofas pero también por los curiosos arreglos, su tan pesado como curioso tronco central y acabando por esa construcción rica por diversa. Un buen cierre.

Mucha diversidad para un álbum que apenas supera la media hora. Aglutinar influencias que van desde el black más descarnado hasta rozar (sin tocar) el más adornado y espacial, no parece empresa fácil. Que a pesar de ello el disco suene cohesivo, dinámico e incluso llamativo creo que habla muy bien del empeño que el trío ha puesto en estos nueve cortes. Que aunque aquí y allá encuentre ideas o trazos con los que no llegue a conectar del todo, en el fondo resultan anecdóticos dentro de un trabajo más que satisfactorio. Que no haya que esperar otros trece años por el tercero.

Texto: David Naves